¡Diablos! Dorotea sí que se enojo. Yo también lo estaría, desperdiciar un plato de comida ¡qué barbaridad! Tengo hambre, debí haber esperado para vengarme hasta después del almuerzo. Llevo más de cuarenta minutos sentada con la espalda recta. El imbécil se fue, por suerte. «Él no tiene la culpa de nada, dijo Dorotea, la irresponsable eres tú». El chico tuvo mucha suerte. A la próxima me las paga, lo prometo por George Wesley. Algún día nos vamos a casar. No hoy, pero en un futuro cercano.
—... estoy muy decepcionada... eres una irresponsable... —lo bueno es que no se guarda nada para sí misma, escuche que hace mal— ... no logro entender cómo...
Papá entra con rapidez azotando la puerta en el proceso y se pega a ella. Su cara es la viva imagen del susto. Parece que su día fue peor que el mío. Te entiendo, papá. ¿También habrán chocado su bicicleta, digo, auto? Nos acercamos a la ventana para ver la causa de su miedo. No tuvo un mal día, suertudo. Solo es la señora Ross que está afuera mirando hacia nuestra casa. La señora Ross es una mujer divorciada dos años mayor que papá y ha estado enamorada de él como desde siempre.
Me agrada. Es una mujer amable si obvias su exagerado maquillaje y entusiasmo. Tiene un hijo de ocho años que vive con su padre, solo la visita en las fiestas creo que es por eso que se siente sola. Cada vez que la veo esta sonriendo o haciendo algo. A papá le asusta. Tal vez si dejara de hablar con sus gatos —que por cierto tiene cinco— y de vestirlos con ropa ridícula llamaría su atención. Si hay algo que admirar de ella es que no esconde sus sentimientos, en serio, cada que lo ve se esmera en hablarle ofrecerle una de sus deliciosas comidas caseras. Amo sus comidas. No le digan a Dorotea, como que no le cae la pobre mujer.
—¿Jonathan? —Dorotea trata de despertarlo de su shock— ¡Jonathan!
Papá sale de... a donde sea que haya ido.
—Tienes alguna idea de que hizo tu hija —¡ja! Ya no soy más su niña. Mi querida nana pasa a contarle todo sin olvidarse un detalle, sorprendente para su edad.
Papá me mira con un brillo en los ojos. —Dime que lo grabaste —casi me suplica con la mirada mientras trata de imaginarlo.
—¡Jonathan!
—Cierto —acomoda su traje—, Sam, estoy muy decepcionado. A la próxima me avisas y le ponemos algo en su bebida también.
Sam si no quieres empeorar las cosas no te rías.
—¡Jonathan! —le riñe Dorotea.
Toma una actitud profesional. —¿Tienes algo que decir en tu defensa?
—¿A la próxima te mando un texto? —pregunto en tono esperanzado.
—¡Qué clase de comportamiento fue eso! Te he inculcado desde que eras una niña para...
—Dory, fue un accidente —Dorotea se gira bruscamente hacia mi padre. —Y no volverá a pasar, ¿verdad jovencita?
—¿Te parece eso castigo suficiente? —Oh, a Dory esto no se le va a olvidar tan fácilmente.
—¿Tres meses sin teléfono, salidas, visitas y te encargas de la limpieza los fines de semana? —pregunta mirando a mi nana. Ahora ya saben quien lleva los pantalones en la casa.
La puerta de la entrada se abre dramáticamente. —Señor J, no puede cancelar su cita de esta tarde. Sabe lo que me costó que aceptara —siempre tan oportuno.
—¿Cita? Alan ¿Cómo entraste a mi casa?
—La puerta estaba abierta, por favor, no lo va a hacer o ¿sí?
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Dile, NO al Amor
Ficção AdolescenteSam no quiere enamorarse, lleva años esquivando las señales de cupido. Cuando el mejor amigo de su hermano vuelve a la ciudad se vuelve difícil seguir con su vida como antes. No hay personas más diferentes que ellos. Y nadie tiene amigos tan meti...