Capítulo 14 - Alan revela el misterio

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—¿Qué estás haciendo, chiquilla? —Thomas se detiene y me mira.

Me encojo de hombros. Fue él quien me dio la idea que ni se le ocurra juzgarme ahora.

—Dijiste que si hablaba con alguien me sentiría mejor —arquea una ceja y yo me vuelvo a encoger de hombros. Me mira tratando de comprender, le devuelvo la mirada compasiva, hasta ahora nadie lo pudo hacer.

En el momento en que decidí seguir su consejo no había nadie cerca a excepción de Sambo. Si él puede hablar con su perro ¿Por qué yo no puedo? Y mírame aquí, sentada en un sofá con el aludido mirándome desde el otro extremo.

—Me alegra que se estén empezando a llevar bien, pero para la próxima trata de hablar con no se... con alguien que te responda.

Sambo ladra para aclarar su punto y él ríe. El canino entiende, es un buen psicólogo y no va a divulgar nada de nada. Punto a su favor.

Su risa llama la atención de Alan que hasta el momento se encuentra limpiando el piso. Su ceño se frunce y me acusa con su dedo índice.

—¿Por qué Sara es la única que no está limpiando? —Alan hace un mohín.

—Yo no he hecho nada y aun así estoy limpiando sin quejarme, Alan —papá se limpia el sudor de la frente con el dorso de su mano.

Sip, todos fuimos castigados.

Luego de que saliera Dorotea recibió una llamada de su tía por lo que se fue dejándonos a todos solos. Nuestro... conflicto siguió hasta después del mediodía. Estuve con Thomas un largo tiempo antes de volver a bajar, los ruidos habían vuelto, esta vez Sambo se la estaba pasando de lo mejor entre las cosas tiradas. Corría, se tiraba al piso y mordía todo lo que encontraba. Nos entretuvimos con el espectáculo, bueno solo papá y Thomas mientras los demás tratábamos de comprender que sucedía.

El grito que salió de Dorotea lo escuchó hasta los vecinos, nos miramos aterrados hasta que la vimos tomar respiraciones profundas. No, habíamos hecho cosas peores de destrozar la casa. Ella nos iba a perdonar. Hasta que lo vio. El jarrón de su tía-abuela Petunia y así como así Dorotea se desmayó cayendo al suelo con un sonoro pock.

De esta no nos salvábamos.

—Alex, creo que Sara mato a Dorotea —le dijo papá. Nadie rio.

Nos tomó alrededor de cinco minutos despertarla, papá le abanicaba con una revista mientras que Alex y yo hacíamos lo posible para limpiar lo más rápido. Alan... mi amigo estaba armando un berrinche y cada tanto le lanzaba miradas de reproche a Alex.

Dorotea abrió los ojos y nos miró aliviada.

—He tenido un sueño horrible —bebió el vaso de agua que Linda le ofreció. Papá se rasco la nuca nervioso.

—Sí, con respecto a eso... los chicos prometieron limpiar todo y disculparse por...

Dorotea se levantó de un salto, miro todo de nuevo.

—¡¿Qué le han hecho a mi florero?! ¡¿Y a la casa?!

—Dory los chicos prometieron limpiar y además...

—Oh, por supuesto que lo harán y tú también, Jonathan. Ahora mismo me encargare de hablar con Alan y Sara —agarro el teléfono y comenzó a marcar furiosa—. ¡Mariano Alexander! ¡Samantha! ¿Qué creen que hacen? Ahorita mismo se ponen a limpiar quiero ver mi reflejo en cada esquina. ¡Jonathan, ponte a limpiar!

Después de llamar a Sara nos hizo sentar en el sillón y no paro de decirnos lo decepcionada que estaba de nosotros, de lo infantil que nos habíamos comportado. Sorprendentemente Sara fue la única en salvarse al relatarle lo sucedido a Dorotea, lo cual fue malo para Alex. Vaya que lo fue.

Dile, NO al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora