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En el colegio todo fue bien, aunque no prestó mucha atención en ningún momento del día. Estaba en las nubes, no tenía tiempo para bajar a la Tierra y entender las raíces cuadradas. Sí, seguía sin entenderlas. Nada más sonó el timbre, tanto Lando como él salieron por patas.

–¡Jajajaja! Vaya clasecita.

–Y tanto, ¡pero por fin el almuerzo!

–¡Sí!

Siempre se sentaban en el mismo banco, estaba en una esquina y era el sitio más tranquilo del patio. Lando sacó su sándwich de pollo mientras Luke abrió su fiambrera que la acarició al pensar en él. Calrissian, extrañado, quiso saber qué le ocurría al rubio y le preguntó:

–¿Qué te pasa Luke? Llevas todo el día como embobado... ¿Estás bien?...

Llegó la hora. Temía decírselo: aunque fuese su mejor amigo nunca le había dicho que le gustaban los hombres ya que siempre había sentido atracción por las mujeres hasta ese día. Mas con valentía, se lo dijo sin tapujos:

–Lando, ¿te acuerdas del sirviente que había llegado a casa?...

–El que te acompaña a todas partes, sí.

–Sí, bien, pues resulta que... me gusta y ayer dormimos juntos...

–¿¡Que te gusta quién!?

En ese momento Luke sabía lo que iba a pasar: su amistad de tantos años se finalizaría para siempre. Con miedo a perder a su mejor amigo, prosiguió con la cabeza agachada:

–Se... Se llama Han Solo y... es el que me ha hecho la fiambrera: bocadillo de chocolate, una manzana, un zumo, galletas y una botella de agua...

–Qué bien te cuida Solo.

–Jeje, sí... –en ese momento se paró nada más escuchar su reacción– E-E-Espera, ¿le conoces?

–¡El equipo Halcón siempre unido! ¡Claro que le conozco! Es de mis mejores amigos, ¡no sabía que trabajaba para tu familia!

–Oh, pues... ¡sí! ¡Jajajajaja!

–Escúchame –se puso serio–. Han es una persona sensible aunque no lo aparente, perdió a su padre en un accidente de coche y su madre se fue al cielo hace poco, no –repitió con más ímpetu– no la fastidies.

–No-No quiero fastidiarla...

–Te estás metiendo en territorio peligroso Skywalker, tus padres nunca van a aceptar vuestra relación y no quiero que hagan daño a mi amigo, ¿te queda claro?

Con miedo, afirmó con la cabeza bastante nervioso.

–S-S-Sí.

–Bien, así me gusta.

El timbre sonó y ambos entraron. Luke no había podido comer nada: el miedo invadía su cuerpo. Tenía razón, sus padres nunca iban a aceptar su relación, y su hermana tampoco.
    «Qué hago... ¿Termino con él?...» pensó antes de entrar en clase.

‹‹SkySolo›› Te amo, pero no se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora