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Fuera del palacio la vida era distinta: la ciudad respiraba aire puro y limpio lejos de los barrios peligrosos, y a las ocho de la mañana siempre muy puntual había un joven ciclista que llevaba el periódico a todos los hogares.

–¡Buenos días Chewie! –exclamó arrojándole el periódico diario con mucha cautela.

–¡Buenos días Han!

Él no se paró, le respondió con una sonrisa y siguió su camino por todos los lugares posibles a los que pudiese entregar.

–Buenos días bella dama, veo que se ha levantado con buen pie hoy.

–¡Jajajaja! Ay Han, cómo eres... –Ella se sonrojó, parecían tener un vínculo muy grande entre ellos.

–Un encanto –añadió el castaño a la frase de la joven que tras coger el periódico y algunas cartas entró en su casa.

Ahí sí, siempre se paraba, no podía perderse ver semejante espectáculo, siempre se le acababa cayendo todo y maldecía a su torpeza cada mañana.
Muy puntual, miró el reloj.

–Tres, dos, uno...
–¿¡Malditas cartas!? ¡Por qué siempre se me tiene que caer todo a la hora de coger las llaves joder!

Al acabarse el espectáculo, se rió levemente y siguió su trayecto. Esta vez por los sitios que más odiaba; los barrios ricos. Nunca entraba con buen humor a esos lugares y si tenían perro intentaba acertar tirándolo cerca del animal para que se lo comiese.

–Eh perrito, ¿quieres el periódico de hoy?

El perro cambió de estar aburrido a ansioso por morder esos papeles que formaban un noticiario.

–¿Lo quieres? Pues toma chucho.

Tras coger fuerzas, se lo lanzó y vio cómo lo destrozaba mientras su dueña le regañaba cada mañana por lo mismo; le encantaba hacer travesuras. Con una sonrisa ladeada siguió su recorrido hasta su peor pesadilla: la casa de los Skywalker.
No tenía más remedio que ir al timbre ya que todo el hogar estaba enrejado por seguridad, y esas pijadas no le gustaban nada.

–¿Quién es?

–El profesor de su hijo, estoy muy decepcionado con él por todo lo que está suspendiendo últimamente, ¿hace algún tipo de refuerzo fuera de la escuela? –preguntó impostando otra voz.

–Anda, tira el periódico por arriba y vete, que tenemos que irnos.

–Ya claro, como si fuera un lanzador de periódicos profesional.

Rodó los ojos, nunca ponían de su parte. Tras varios minutos esperándole, abrió la puerta y agarró el periódico con desprecio.

–Niñato...

–¡Gracias por su colaboración! –exclamó con una sonrisa de oreja a oreja totalmente falsa.

Sin nada más a lo que esperar, agarró su bicicleta y fue hasta su humilde hogar: un piso en un edificio de los barrios más problemáticos en el que había goteras un día sí y otro también.
No solía llegar a fin de mes y se pasaba los días durmiendo para que no pareciesen tan largos, por lo que nada más llegar a casa se desvistió y en ropa interior se metió en la cama. Agarró una foto que le dio su padre minutos antes de fallecer en un accidente de tráfico y la acarició con mucha pena y cuidado antes de caer rotundamente dormido.

–Mamá, papá...

‹‹SkySolo›› Te amo, pero no se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora