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Sólo había pasado un día pero ya echaba de menos la calle, a sus amigos... Sobre todo cuando los miembros de la familia para los que trabajaba eran unos impresentables.
    Él estaba fregando los platos mientras desayunaban cuando la hermana de los mellizos le gritó desde la mesa, por lo que fue corriendo.

–Dígame –dijo nervioso.

–¿¡Tú te crees que es normal echarle tres cucharadas al café!?

–Bu-Bu-Bueno, a mí siempre me ha gustado con tres cucharadas...

–Ya, pero yo no soy tú sirvientito, así que ahora mismo tiras esto por el fregadero y me pones otro.

–No puede ser así, ¡entienda que yo me he esforzado mucho para hacer su deseado café!

No le contestó, tan sólo le dio la taza y siguió hablando con sus padres mientras Han le preparaba otro y se bebía el ya hecho.

–Mami... Papi... –susurró con la voz ahogada: estaba llorando en bajo para que nadie le escuchara y cuando terminó el café de ella se secó las lágrimas y tras lavarse la cara en el fregadero fue a la mesa.

–Qué es esto.

–Lo que me ha pedido.

Leia le dio un sorbo y, al ver que estaba bastante bien hecho, le hizo un gesto con la mano que él no entendió.

–Te está diciendo que te largues –aclaró el padre.

–Oh, vale, perdón...

Con la bandeja agarrada pegada a su pecho, se fue a la cocina de nuevo donde tras limpiar todo una vez acabaron subió a las habitaciones. El orden era el siguiente:

–Bien, entonces es... La de Anakin y Padmé, la de Leia y la del mellizo.

Fue en ese orden, mientras en la habitación de Luke se encontraban los dos hermanos hablando de sus cosas mientras el rubio preparaba su mochila.

–¿Y qué le has dicho pues? –preguntó mientras metía los libros.

–Que el café es de dos cucharitas, no de tres.

–Ay Leia... Ten un poco de empatía, hace lo que puede.

–Empatía con un pobre, hmm, eso es nuevo.

–Leia, no me río.

Al escuchar eso, ella explotó y susurrando empezó a quejarse.

–A ver Luke, ¡siempre ha sido así y ahora viene este metepatas y no sabe ni poner un maldito café!

–¡Hace lo que puede! –exclamó.

–Hará lo que pueda, vale, ¡pero tiene que entender que el mecanismo de esta casa es

–Lleva un puto día Leia, uno –subió el tono cortando a su hermana–. ¿Te parece bonito tratarle así? El hombre hace lo que puede, déjale a su bola, él lo intenta y eso se debería de agradecer.

–Intentar no vale, tiene que ser todo perfecto, ¡porque imagínate que entran los paparazzis a casa y ven a este don

–No te permito que le llames como le pretendes mencionar –contestó enfadado, ahí Leia cambió la cara y de pronto alguien tocó la puerta.

–¡No puedes pasar!

–Entendido señorita...

–¿¡Cómo que no!? Pasa, ¡entra tranquilo!

Poco a poco abrió la puerta donde Leia aprovechó para irse con su mochila a otra parte y tras el susto entró él muy tímidamente.

–¿Se puede?...

–Claro, pasa.

Luke no le miró a la cara ni un momento, estaba ordenando su mochila y él limpiando el polvo de la habitación, por lo que no hubo conversación alguna hasta que el sirviente abrió la boca.

–Sé que no puedo hablar con usted si no es para pedirme algo, pero... ¿Cuántos años tiene?...

–¿Yo? Veintiuno.

–Oh, los veintiuno, qué bonita edad.

–Y tanto... –Luke giró la cabeza para intentar ver su rostro, pero estaba de espaldas– ¡Qué alto eres!

–¡Jajajajaja! Gracias, genética de mis padres.

–Bueno, tu madre alta...

–Lo fue lo fue, cuando me tuvo a mí lo fue. ¡Jajajajajajaja!

–Oh, ¡familia de altos!

Ahí se acabó la buena conexión, nada más escuchar la palabra “familia” él se entristeció.

–Sí, familia de altos... Ya he acabado, ¿permiso para retirarme?...

–Pero date la vuelta ¿no? No sé, no nos hemos visto en todo el día de ayer y la mañana que llevas metido en esta casa.

Poco a poco se fue girando, pero de un grito proveniente de abajo salió corriendo y no pudo verle el rostro, mas tampoco se imaginaba gran cosa.

–Su madre no era muy guapa, no me imagino de pronto ahí un bellezón que se lleva a todas las chicas de calle.

‹‹SkySolo›› Te amo, pero no se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora