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Nada más enterarse del repentino fallecimiento de su madre, salió corriendo con la bicicleta al hogar donde trabajaba: resultó ser la casa de los Skywalker.
    Al darse cuenta, el ciclista no dio crédito. Pasaba por ahí cada mañana y fue incapaz de averiguar cuál era la dirección donde trabajaba su madre. Bajó de la bicicleta, y en una pared que había apoyó la cabeza para ponerse a llorar y maldecir por no darse cuenta.

–Podrías haberla visto imbécil, ¡podrías haberla visto! –rectificaba con mucho dolor en su alma mientras pegaba puñetazos a la pared–. Pero no, optaste por pensar que era una casa distinta, me odio...

Una vez acabar de llorar y secarse las lágrimas, tocó al timbre. Anakin le abrió la puerta y cerró nada más verle.

–¡Eh! ¡Qué hace! –gritó él mientras aporreaba la puerta.

–¡Ya me has dado el periódico antes!

–¡Vengo por mi madre!

Al escuchar eso, abrió la puerta muy serio.

–Pasa.

  El joven, al verle la cara, empezó a tener miedo y con una afirmación con la cabeza se dio por bienvenido.
    Anakin cerró la puerta de seguridad y tras ello abrió la de la vivienda, donde ambos pasaron al hogar. Han se quedó asombrado, y a punto de dar el primer paso para entrar en ese lujoso lugar se pegó el susto de su vida al recibir en sus brazos el cadáver muerto de su madre.

–¡Aaaaaaaaaaaaaah! –exclamó al ver quién era la del cuerpo inerte que tenía en sus brazos.

–Hala, ahí la tienes.

–¿¡Ustedes están mal!? ¡No puedo llevármela así!

–No tienes de otra.

–¿Y si me para la policía y sospecha que la haya matado?...

–Te jodes, así de simple.

El joven los miró con desprecio absoluto.

–Sois lo peor que ha podido parir este mundo, de verdad.

Nada más darse la vuelta para ir a la salida de la casa, se frenó al escuchar las palabras de él.

–Yo que tú cuidaría el vocabulario sirviente.

  “Sirviente”. Rápidamente se dio la vuelta y, aguantando el cuerpo de su fallecida madre, le señaló con el dedo índice como pudo.

–¡Yo no soy vuestro sirviente!

–Traerás la maleta mañana, tienes una tarde de descanso. ¿Por qué te digo esto? Porque si trabajabas en algo tan simple como lanzar periódicos, –fue interrumpido.

–Si no lo hacemos nosotros no lo hace nadie, es un trabajo honrado –replegó el joven enfadado.

–No me cortes cuando hablo –dijo con presencia–. Bien, sigo. Porque si trabajas en algo tan simple como... “eso”, es porque tu madre ha tenido el dinero suficiente para pagarte todo lo que necesitabas.

–Vivo en un piso de un edificio que está entre los barrios más peligrosos de la ciudad, tampoco es que haya ganado mucho.

–Mira, igual la atención no fue buena, pero si tu madre no optaba por renunciar era por el dinero. Ahora que no está, ¡no tienes un duro chico!

Esa burla con ese tono no le gustó nada: le frustraba muchísimo que le trataran de menos.

–¡Claro que tengo!
–No, porque tu madre firmó un contrato.

Ahí cambio la cara y Padmé le dio el papel, cual empezó a leer en voz alta:

“Renunciaré a todas mis pertenencias, dinero y hogar tras mi fallecimiento”...

–¿Ves? Estás en la calle.

Muy nervioso, lo miró con los ojos llorosos.

–No pueden hacerme esto, ¡mi madre fue una persona honrada y siempre trabajó duramente para ustedes!

–¿Y cómo sabes si trabajó tan bien si nunca la has visto?

–Lo acaba de decir usted; porque nunca la he visto. Eso significa que trabajaba día y noche, tanto que no tenía tiempo para visitarme...

Llorando con el cuerpo de su madre inerte en brazos, se dirigió a la puerta pero, antes de salir, no tuvo de otra que aceptar el puesto que le acababan de “ofrecer” para sobrevivir tras una amenaza.

–Si mañana no apareces con tus maletas en la mano, iré a tu casa a pegarte un tiro en la cabeza.

Eso sí que le dolió, a partir de ahí todo fue chantaje pero, por no querer perder la vida, afirmó.

–E-E-Entendido señor Skywalker...

La pareja cerró la puerta y él salió en bicicleta con el cuerpo inerte de su madre agarrándolo como pudo.
    Las lágrimas no paraban de pasar por sus mejillas nublando todo el camino, veía tan borroso que se chocó contra un buzón y cayó inconsciente en el jardín del dueño, que no tardó en salir a darle palazos por estar ahí acostado.

–¡Perdone, perdone! –suplicó él mientras se subía a la bicicleta de nuevo y volvía a agarrar el cuerpo inerte de su madre.

A partir de ahí se contuvo las lágrimas todo el paseo hasta llegar a casa, donde se metió en su cama y, cuando se dio la vuelta, se pegó otro susto enorme al ver el cuerpo de su madre inerte en la cama junto a él mas no tan grande como el de antes al acordarse de que lo había metido él.

–Mamá... Mamá...

Cada vez que la nombraba su voz era más ahogada que la vez anterior, y para no caer rendido intentó contener las lágrimas contándole cosas.

–He sido un niño muy bueno mami, me he portado muy bien, ¡y sacaba muy buenas notas!... Bueno, eso no es verdad –se rió levemente–. Te echo de menos mami... mami...

  No pudo evitarlo, era algo necesario: aun estar inerte la abrazó con todas sus fuerzas. Pensar que había vivido toda su vida sin su madre porque estaba trabajando como una esclava en esa casa del infierno logró que se derrumbara. Su madre, la persona a la que más amaba en el mundo aunque nunca estuviese a su lado, estaba muerta en sus brazos.

–Mami... Mami...

No tardó en quedarse dormido abrazado al cuerpo de su queridísima madre.

‹‹SkySolo›› Te amo, pero no se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora