El día no tardó en acabar, y al día siguiente preparó una bolsa con sus cosas. Tenía que irse, no le quedaba de otra, no quería pero era su obligación ya que si hubiera desobedecido le hubieran pegado un tiro en la cabeza, y ese no era su sueño.
Con el cuerpo de su madre inerte en la cama al no poder llevarla al cementerio por no tener dinero y tampoco querer tirarla al río ni deshacerse de su cuerpo de una forma estúpida, la dejó descansar en paz en ese triste lugar que se pasó toda la noche decorando para que tuviese una muerte digna.–Mamá, te echaré de menos, no importa los años que pasen.
Sin poder evitarlo, una lágrima cayó por su mejilla y con esa lágrima muchas más hasta acabar metiéndose en la cama para darle otro gran abrazo.
–Te echaré de menos mami, ¡no sabes cuánto! –sollozó el joven castaño abrazado a su fallecida madre–. Pero quiero que sepas que siempre diré con mucho orgullo que soy tu hijo.
Tras esta dura y triste despedida, se fue de su casa, agarró la bicicleta y apunto de irse y no volver a pasar por ese barrio, sus amigos le pararon.
–Eh Han, ¿adónde vas?
–A ser el sirviente de los Skywalker el resto de mi vida...
Escuchar eso les dolió, Han nunca bajaba la cabeza avergonzado, al contrario: aparentaba más firme, pero en ese momento sabiendo que había dejado el cadáver de su madre en casa al no tener dinero para organizarle una buena despedida se le caía la cara de la vergüenza.
–Ayer te vi con tu madre, ¿qué tal está? –preguntó uno de los seis, algo que hizo que Solo se derrumbase de nuevo–. ¡Eh amigo! ¿Qué ocurre?
–¿Que qué ocurre? Que se murió de un infarto en el trabajo, sólo la vi el día de mi nacimiento y soy tan patético que no tengo el dinero para hacerle un funeral digno... ¡Eso es lo que ocurre! –Bajó aún más la cabeza de la pena y el asco que se tenía a sí mismo. Los amigos aún no se lo podían creer, y tras mirarse entre ellos le pusieron la mano en la espalda.
–Han, mis padres tienen pasta –refiriéndose a que tenían dinero–, te podemos ayudar.
En ese momento se le fueron todas las penas. Su héroe había llegado.
–¿¡De verdad!?
–Claro chaval, somos colegas, nos ayudamos entre nosotros ¿a que sí?
–Equipo Halcón, –Puso una mano para que todos pusiesen la suya, algo que fueron haciendo de uno en uno. Cuando ya tenían todas las manos unidas, continuaron la frase al unísono.
–¡listos para despegar! ¡Fiaun! –exclamaron los siete levantando las manos.
–¡Me venís genial colegas!
–Ay Han, nunca pides nada coño, das asco de lo tan buena persona que eres joder –se quejó el más alto del grupo y Han le alborotó el pelo bajándose de la bicicleta dejándola aparcada junto a su maleta.
–Bien equipo, mi madre está arriba, ¡vamos Halcones!
–¡Sí!
Los siete subieron corriendo como si fuese una misión. Halcones era el gentilicio de Halcón, un pueblo cercano a la ciudad donde los siete estudiaron.
Allí había un profesor que parecía milenario de lo viejo que era, por lo que la bicicleta del castaño se llamaba Halcón Milenario. Cosas de niños.
Como valientes soldados que iban a una guerra, bajaron del edificio con paso firme imitando a los militares y una vez fuera se subieron a sus bicis y con el cuerpo de Jaina más su maleta Han fue cargado de peso, algo que al llegar a la casa de su amigo le pasó factura.–Joder, qué dolor de espalda...
–Anda anda, no exageres, ¡llamo! –El alto llamó a la puerta, donde apareció su madre.
–¿Tus amigotes? Te he dicho que no me llames cuando estoy trabajando cielo.
Los seis amigos la miraron de arriba a abajo: se notaba que su trabajo era satisfacer a hombres por así decirlo.
–Eh... Anda mamá, déjate de chorradas y... ¿podemos hablar?...
–Claro, ¡pasad chicos!
Los seis pasaron mientras pedían permiso.
–¡Con permiso!
–¡Con permiso!
–¡Con permiso!
–¡Con permiso!
–¡Con permiso!
–¡Con permiso!
Cuando pasaron los seis “Con permiso”, el hijo de la mujer les miró mal.
–Ya os vale, es mi madre, ¡estáis en vuestra casa!
–Ya, pero la educación va primero.
–¡Tú calla gafotas! –exclamó dándole un codazo al sabiondo del grupo.
Los siete se rieron y no hubo problema alguno. Estaban acostumbrados a insultarse entre ellos, eran amigos desde los cinco años.
Una vez acomodados y bien sentados en el sofá de en frente donde se encontraba la madre del alto con su “cliente” que le besaba en el cuello, los seis se quedaron sin saber qué decir.–¡Jajajaja! No me hagas cosquillas cariño, espera un poco, estamos con los amigos de mi hijo...
–No importa, ya son mayorcitos...
A punto de besarse, el hijo de ella tosió para que se centraran en ellos.
–Oh, decidme.
–Verás mamá, Han no tiene pasta para organizarle un buen funeral a su madre y nos preguntábamos si podías ayudarnos con el dinero.
–Oh, vaya, siento muchísimo lo de tu madre Han... –lamentó. El castaño se llevaba muy bien con ella, era bastante tranquila y aunque su trabajo no fuese el más ejemplar, era una persona digna y con un corazón de oro.
–No pasa nada Elisa, gracias a ti por las condolencias.
–Claro que os ayudo, tendrá el funeral digno que se merece y al lado de su difunto marido. No os preocupéis.
Los siete se levantaron y Han le estrechó la mano.
–Gracias por la ayuda Elisa, estoy seguro de que mis padres te lo están agradeciendo desde el más allá.
–Ánimo Han, que vales oro.
Ambos se sonrieron mutuamente y los halcones se fueron.
–¿Has visto Han?
–Ay, ¡qué amigos tengo! ¡Jajajajaja!
ESTÁS LEYENDO
‹‹SkySolo›› Te amo, pero no se lo digas a nadie
FanficEl hermano mellizo por diez segundos mayor de la familia más adinerada de la ciudad, se ve perdidamente enamorado por el sirviente del hogar que tras la muerte de su madre se ve obligado a tomar el puesto, algo que le cambia la vida por completo. Su...