Capítulo #3

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Lo más increíble de todo era lo mal que me sentía al saber que permití que Loraine se marchara en ese estado y no se me ocurría nada para enmendar mi error.

Pensé en pedir algo pero luego recordé la demora y me retracté. Le pedí disculpas al camarero —a pesar de que debería haber sido él quien me las pidiera a mí por el servicio tardío— y me marché.

Llegué a casa y mi madre no estaba. Lo primero que hice fue prepararme un sándwich. Encendí la TV y me quedé viendo un programa al cual no le prestaba mucha atención que digamos. Estaba pensando en qué podría hacer para que Loraine perdonara mi metedura de pata. Al ver que no se me ocurría nada opté por darme una ducha y de paso comprobar si era cierto eso que dicen de que en el baño surgen las mejores ideas...

En vano.

Llevaba alrededor de media hora sentado en la tina y lo único que había logrado había sido quitarme el agua salada de encima. Salí de esta antes que mi cuerpo adoptara la forma de un bebé de tan arrugada y suave que estaba mi piel. Me senté en la cama a pensar, pero ya comenzaba a sentirme aturdido de darle tantas vueltas al tema. ¡Era una chica cualquiera! Si se molestó era su problema. Quizás hasta no la volvería a ver más...

Encendí la computadora y comencé a jugar Fornite. Así no habría forma de pensar en nada que no fuera en ganar la partida.

Pasaron horas y horas. No dejé de jugar videojuegos hasta sentir la risa de mamá. Y solo cuando bajé las escaleras me percaté de que era de noche. Miré el reloj de la pared y ya eran las 11:23 p.m. ¿Dónde había estado?

— ¿Mamá? ¿Dónde estabas? —pregunté con gran curiosidad.

— Fui a la peluquería y luego me reuní con unas amigas. —dijo mientras dejaba el bolso en el sofá y se acercaba a darme un beso.

— Pero tienes el cabello idéntico... —comenté confundido.

— Porque solo me cortaron las puntas, mira —se giró de espaldas a mí mostrando su cabello.

— Ah sí. Es que yo no sé mucho de eso —dije un tanto apenado.

— No te preocupes —me dio un beso en la frente—. Voy a darme una ducha...

Subió las escaleras con los zapatos en la mano y yo la seguí. Ella entró en su habitación y yo en la mía.

— ¿Las conversaciones de mujeres son tan largas? —me pregunté a mi mismo en voz alta.

Sacudí la cabeza. Ya esto de pensar mucho se estaba volviendo frustrante.

Me acosté y al rato me quedé dormido.

El resto de la semana me quedé en casa. Como de costumbre, jugando videojuegos.

No hacía otra cosa que no fuera eso. Una parte de mí me decía: "Volviste a la normalidad" pero otra me decía: "Volviste al ocio"

Simplemente no sentía ganas de hacer otra cosa.

Ya había pasado una semana desde la última vez que vi a Brandon. Era viernes nuevamente y estaba pensando en pasar por su estudio. Solo estaba esperando a las 10:30 a.m. ya que hoy me había despertado más temprano de lo normal.

Bajé a desayunar pero no había nada preparado. Mamá, ahora que estaba de vacaciones, se levantaba todos los días a las 9:00 a.m. aproximadamente pero aún eran las 7:30 a.m.

Me preparé un sándwich y lo acompañé con un vaso de leche, no me gustaba, pero ya era costumbre tomarla por las mañanas .

Mientras desayunaba jugaba con mi celular cuando de pronto me entra una llamada de Brandon y contesto al instante.

Desde el primer segundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora