- Creo que esto es tuyo.
Con el desconcierto no pude notar de quién era la voz, ni si era de hombre o mujer. Por lo que cuando volteé esperaba ver a cualquiera.
Bueno... cualquiera menos a quien me encontré...
Frente a mí había una chica. No la conocía. Jamás la había visto.
Tenía en su mano algo de color negro y blanco. Involuntariamente miré hacia donde había dejado mi mochila y me fijé que no estaba ni mi camisa ni el chaleco. Me lo acercó y lo agarré para revisarlo y sí, era mío.
- Y... ¿por qué lo tienes tú? - pregunté confundido.
- Estaba leyendo en el parque que está a unas cuadras de aq...
- la interrumpí. - Sí, sí. Lo conozco.
- Pues nada. Que sentí que algo se enteraba en mis pies y cuando miré ahí estaba. Revisé el solapin y listo.
- Y ¿cómo sabías que estaba aquí?
- ¡Hombre! Si miras un poquito a tu alrededor te podrás dar cuenta de que mucha gente no hay. Además, por como le estás dando a esa pelota no fue muy difícil encontrarte. - comentó obvia.
- Tienes razón. Bueno, gracias y disculpa por tanta pregunta es que estoy un poco tenso...
- Se te nota. ¿Quieres hablar?
En ese instante llegó a mi mente el momento en el que me hice pasar por gay para entrar a la casa de Loraine. Lucía me había preguntado lo mismo. A ellas se lo había contado todo, pero porque me sentía en confianza y a esta niña no la conocía de nada.
- No sé si será lo mejor...
- No me conoces, no te conozco, ¿cuál es el problema? Soy una extraña, no te puedo juzgar, ni puedo andar contando tu vida porque no te conozco... - hice una mueca. Tenía razón pero aún así no estaba muy seguro. - Oye, sé lo que es estar tenso y no tener nadie con quien hablar... y sé que lo necesitas...
- ¿Cómo sabes que no tengo a nadie con quien hablar?
- No lo sabía, me lo acabas de decir...
¿Qué acaba de pasar? ¿Es idea mía o me la acaba de jugar?
Ay por Dios, tengo que reírme. Lo que me pasa a mí no le pasa a nadie.
Al final decidí desahogarme. No tenía nada que perder. Nos sentamos en las gradas y comencé a hablar.
Era increíble. Ella me escuchaba con atención, no me juzgaba, me aconsejaba. Incluso hasta me apoyó y estuvo de acuerdo con muchas cosas de las que le hablé.
Sentí como si me quitaran un peso de encima. Esta había sido una de esas pocas veces que me había sentido tan a gusto contándole mis problemas y mis cosas a alguien.
Le conté todo, desde que salí de mi casa y me reencontré con Brandon, hasta hoy.
Estuvimos tanto tiempo hablando que ya se había hecho de noche.
- Bueno ya es bastante tarde y como pago por haberte escuchado me vas a tener que...
- No te preocupes, yo te acompaño...
- Bueno... yo te iba a decir que me ayudaras a levantarme, pero ya que te ofreciste, mejor... - añadió riendo. - Pero igual ayúdame a levantarme que creo que de estar tanto tiempo sentada ya me quedé pegada.
La ayudé a levantarse y nos dirigimos a su casa. La acompañé hasta el portal. Le agradecí por todo y nos despedimos.
Llegué a casa, me di una ducha y luego me senté frente al TV a comer todo lo que me encontré que no tuviera que preparar.
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Desde el primer segundo
أدب المراهقينVíctor Nanclares, un chico sencillo, con buenos valores y con apenas 18 años, vivía sumergido en un completo ocio. Éste, luego del retorno de su mejor amigo conoce a una chica la cual, desde el primer segundo, comienza a cambiar su vida. Toma de de...