Nos pasamos toda la noche hablando mientras ella atendía a los clientes. Hubo un momento en el que me cansé de estar del otro lado de la barra esperando a que ella terminara y brinque para ayudarla y a la vez contarle todo con más comodidad. Ella me regañó y me mandó a volver a mi lugar por miedo a que su jefe me viera, pero la hice ver que para él era una ventaja ya que atendíamos a los clientes con más rapidez.
Esperé a que terminara su turno para acompañarla a casa pero resulta que fue ella la que me tuvo que acompañar a la mía ya que después de cuatro, o cinco -no recuerdo bien. - tragos, estaba un poco más que mareado...
Me desperté y sentí como si mi cabeza quisiera explotar. La resaca me estaba matando. Bajé a la cocina en busca de mi madre. La vi frente al fogón y la abracé por la espalda.
- Mami... me estoy muriendo... - simule estar llorando.
- No lo dudo. Marco te sintió llegar a las seis. Para tener resaca justo hoy que es su cumpleaños... - dijo mientras volteaba hacia mí y me miraba con los labios hechos una línea recta. - A ver. Tómate esto. - me dio una pastilla y un vaso de agua. - Y ve a comprarle un regalo a Marco.
- ¡¿En serio?! - replique.
- Muy en serio. Él solo tiene tres días especialmente para él. El de los padres, el de su cumpleaños y el de cobro. No hay que menospreciar ninguno.
- Bueno, viéndolo de esa forma... - dije resignado.
- Anda, date una ducha, come algo y ve.
- Esta bien. Pero yo voy a ver si en los días míos él me va a comprar regalo. ¡Yo voy a ver! - dije mientras subía las escaleras y a la vez tropezaba, lo que provocó que ella riera.
Estaba en una tienda para hombres mirando todas las vitrinas, intentando decidir qué le compraría.
Seriamente, si me pidieran describirme a mí mismo con solo una palabra, diría: indeciso.
De pronto siento mi celular vibrar. Me estaba llamando un número desconocido.
Contesté la llamada.
- Hola, ¿quién me habla?
- ¿Qué tal de resaca? - preguntó del otro lado de la línea nada más y nada menos que Megan.
- ¿Cómo conseguiste mi número? Das miedo... - bromeé.
- ¡Tú me lo diste idiota! - respondió entre risas.
- ¿En serio? - dije confundido y a la vez un poco avergonzado ya que no me acordaba. Y hablando de recordar, no recordaba mucho que digamos.
- Sí. Si por un momento llegué a pensar que estabas coqueteando conmigo, pero luego me dijiste: "Al final creo que estoy haciendo todo en vano porque a Loraine ni le gusto..." Y ahí me dije: Éste está muy borracho.
¡Diablos! ¿Tanto bebí?
- Bueno... - musite avergonzado.
- Me imagino que estás en la cama, ¿no?
- No, estoy intentando comprarle un regalo al marido de mi mamá.
- A tu padrastro. - continuó.
- Bueno, sí. Tú me entendiste... ¿Por qué no vienes a ayudarme? - bromeé.
- ¿Dónde estás?
- ¿En serio vas a venir? ¿No estás con Klobis?
- Está durmiendo. Pero si quieres no voy y llegas a tu casa sin regalo.
- Tú ya me conoces demasiado y eso da más que miedo. - comenté riendo al igual que ella. - Estoy en... - recordé. - Estoy cerca de tu casa. Mira... - le di la dirección y me dijo que esperara aquí que no tardaba.
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Desde el primer segundo
Ficção AdolescenteVíctor Nanclares, un chico sencillo, con buenos valores y con apenas 18 años, vivía sumergido en un completo ocio. Éste, luego del retorno de su mejor amigo conoce a una chica la cual, desde el primer segundo, comienza a cambiar su vida. Toma de de...