Capítulo #11

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Al día siguiente pasé temprano a recoger a Loraine ya que nos tocaba el turno de la mañana.

- Oye, tengo una idea, para que el trabajo se nos haga más fácil. - le dije mientras caminábamos en dirección a la cafetería. Ella me hizo un gesto indicandome que prosiguiera. - Estaba pensando en que hagas como de supervisora o algo así. Yo no sé nada gastronomía, tú me irías indicando y yo hago todo el trabajo. - ella me miró no muy convencida. - Aprendo rápido... Y... no creo que consigas... - dejé de hablar al ver que se disponía a escribir, pero esta vez en el blog de notas de su celular.

"Está bien. Entendí" - escribió.

- Entonces serás mi profe... - dije gracioso con una sonrisa de oreja a oreja.

Comenzamos a trabajar en equipo. Tal y como habíamos acordado, ella me iba indicando y yo hacía todo el trabajo. Me enseñó como dirigirme a los clientes, a llevar la bandeja sin que cayera al suelo cada diez segundos, cosas así. No era tan complicado y hasta divertido me resultaba.

Después de que ya le había cogido práctica, Lori me propuso que yo me quedara tomando el pedido y ella entregandolo. Yo le dije que no pero insistió demasiado. Y cuando digo demasiado no exagero. A tal punto que me amenazó con que le iba a hablar al jefe de lo mal que me caía. Que yo en lo personal no creo que le haga falta que alguien se lo diga para saberlo, solo tiene que fijarse en mi cara de asco cada vez q lo veo. Pero bueno...

Todo iba bien. Los clientes se veían satisfechos y el tiempo que pasaba con ella lo estaba disfrutando.

Se veía más cambiada, con mas vida. Incluso hasta logré hacerla reír en más de una ocasión. Y una de ellas fue cuando se me cayó la bandeja por primera vez... se lo tiré todo encima a una de las empleadas, o mejor dicho, compañera de trabajo. En ese momento quería morir de la risa pero me tuve que contener ya que la pobre chica estaba bañada en café hirviendo y manchada del chocolate de las donas. Pero sinceramente era de risa. Parecía una troglodita.

En cierto momento vi como el feje conversaba con un colega. Luego estuvo un rato viéndonos, como supervisando nuestro trabajo y unos minutos después se marchó.

Cuando terminó nuestro turno, antes de volver a casa, mientras recogía mis pertenencias se acercó a mi el mismo colega que había visto antes hablando con el jefe.

- Oye amigo, felicidades... - me dijo sonriente.

- lo miré extrañado. - ¿Felicidades por qué?

- Tú y Loraine... - dijo obvio. - Hacen buena pareja...

En ese momento no supe si mentir o decir la verdad. Dudé por unos segundos. Pero luego aclaré. Habíamos acordado mentirle a mis amigos, no a nadie más. Si lo hiciera me estaría metiendo en su vida y sin permiso...

- ¡Ah! - reí un poco. - No, no. Solo somos amigos...

- Ah, ¿no? Pues que pena. Se verían muy bien juntos. - y dicho esto, se marchó.

A parte de lo bien que me sentía luego de escuchar su comentario, también tenía una tremenda curiosidad ya que había llegada así porque sí y se había ido como si hubiera venido con el solo objetivo de felicitarme y por encima de eso luego de alejarse de donde estaba lo vi entrar en la oficina del jefe.

Esto estaba súper raro, pero realmente no tenía ganas de preocuparme por algo que no tenía ni pies ni cabeza.

Pasaron las semanas y seguíamos trabajando juntos. Era increíble el cambio que había dado Lori. Seguía sin hablar pero parecía ser la misma de antes.

La doctora Madison, mi vecina, había contactado conmigo porque creía que ya era hora tener una charla, pero yo la veía muchísimo mejor que antes. No quería que se atendiera o algo así al ver a la doctora y que le estuviera recordando lo que pasó y esas cosas. Por lo que decidí hablar con la misma y agradecerle por su generosidad.

Desde el primer segundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora