Capítulo #18

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Estaba ansioso por saber cuál sería la reacción de Brandon. Esperaba lo peor, sinceramente. Lo conozco muy bien y sé que por encima de racista y orgulloso, es egoísta y nunca quiere dar su brazo a torcer.

Estaba haciendo tiempo para cuando llegara a su casa o al estudio ya estuviera ahí.

Mamá entró en mi habitación como si fuera una fiera. Y no me sorprendió ni un poco, ya sabía a lo que venía.

- ¡Víctor! No sé que disgusto hayas tenido, pero no puedes desquitarte con las cortinas ni con la lámpara. ¡No puedes! - me regañó.

- Lo siento mamá, ni siquiera sabía qué se había roto exactamente. En verdad lo siento.

En realidad no podía saberlo porque cuando regresé ya todo estaba recogido.

- ¿Qué pasó? - preguntó aún molesta.

Levanté las manos como una forma de hacerle saber que no sabía por donde empezar.

- se sentó a mi lado en la cama. - ¿Qué pasó con Loraine? - y eso fue como un empujoncito para comenzar a hablar.

Le conté desde el día del cementerio hasta el día de hoy. Ella estaba completamente de acuerdo con lo que me había dicho Megan e incluso me llamó desde ingenuo hasta estúpido. Y ni siquiera reclamé porque no estaba diciendo ninguna mentira. Había estado ciego.

- Prácticamente te está dando a escoger... ¡Que decepción!

- Lo sé y pretendo zanjar esto pronto... - dije mientras jugueteaba con una pelota antiestrés.

- Estoy esperando a que me des la razón...

- la miré extrañado. - ¿Por?

- Porque siempre te dije que te gustaba Loraine y tú que "no'' que "solo quiero oler bien" "blablabla" - se burló. - Aunque también me equivoqué, porque no es que te guste, es que estás loquito por ella. Pareces un perro tras sus huesos. - continuó.

- ¿Cómo puedes ser tan cruel? - simule estar ofendido.

- Solo dije la verdad. - contestó riendo. ¡Que bueno que ya no estaba enojada!

- Has lastimado mi ego. Me acabas de llamar perro. ¿Cómo puedes maltratar así a tu propio hijo? - me dejé caer encima de ella como si me hubiera desmayado de forma dramática.

- Pero tengo la razón. Vives, enamorado de ella.

- ¡Y ella de mí! - dije alzando el dedo índice mientras me levantaba de golpe.

- Y ¡¿cómo no?! Si eres un encanto, un amor, un sol... - decía mientras me pelliscaba los cachetes.

- ¡Que sí! ¡Ya! ¡Gracias! ¡Me siento halagado! - exclame rápidamente para que dejara de hacerlo. Se estaba divirtiendo molestandome.

- Entonces ¿cuándo vas a hablar con el falso de Brandon?

- Mamá, tampoco así. No exageres. Tal vez acepta lo que le voy a decir.

- Lo dudo; y recuerda que yo siempre tengo la razón... - colocó su dedo índice en el centro de mi frente.

- Das miedo, ¿sabes? - aparté su dedo lentamente. - De todas formas, pienso ir en la tarde. Seguro ya estará. Y si no está ni en su casa ni en el estudio, seguro está en la cancha con los chicos.

- ¡Hablando de cancha! Sé que te tenía que contar algo con respecto a eso, pero ahora mismo no recuerdo. - comentó pensativa.

- ¡Pero eres mala! Ahora me dices eso para dejarme con la intriga.

Desde el primer segundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora