32 ❝ CARTA PERDIDA ❞

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Luego de un infinito beso que Félix no queria terminar pero que sus pulmones rogaban por algo de aire, se dispuso a dividir las tareas de limpieza dentro de la habitación, notando como Changbin sonreía con desgana.

Por más que le haya dicho que era lo que necesitba para animarse a dar este paso, sentia que lo había obligado y él, al no querer decir no, estaba en esta situación. Pero ignoró esos pensamientos y se centró en como Changbin abria el armario.

Era necesario sacar toda la ropa para limpiar los estantes y cajones, tarea que Changbin quiso hacer por voluntad, pero lo notaba algo triste, ¿y cómo no?, sí él estuvo de la misma forma cuando vació el armario de su abuelo.

Dejó la escoba contra la pared y se acercó hacia su novio, quien comenzaba a sacar lentamente las prendas.

Seo, con su corazón latiendo a mil y sintiendo como su cuerpo temblaba, llevó esa remera hacia su nariz e inhalo fuertemente, esperando sentir el olor de su hermano. Pero lo único que llegó a sus fosas nasales fue el olor a jabón. Habían lavado cada una de sus prendas y eso era lógico.

Ahora solo quedaba imaginarse el olor.

Sus ojos ardieron y para disimularlo, dejó rápidamente la remera sobre la cama, al igual que el resto de la ropa. Vació por completo el estante que quedaba, el cual contenía una caja con todas sus joyas que solía usar más que nada para ir a fiestas, perfumes que estaban casi llenos y una fotografía de Subin junto a Changbin. El menor de los hermanos sostenía su pelota de basquet, mientras que el mayor lo abrazaba por los hombros, ambos eran unos niños.

Sin saber como todo iba a terminar.

—Déjala apartada, por favor, la llevaré a mi habitación —dijo, con su voz totalmente quebrada.

Seo lo pensó mejor. Haría lo que su hermano mayor consideraba apto:

—Deja su ropa en bolsas, las donaremos —se giró hacia Félix, encontrándose con su rostro sorprendido—. Es lo ideal, es lo que haría Subin. Al fin y al cabo, yo no lo usaré y que esté aquí de adorno... está mal. Esta ropa, por más que la tengamos en cajas, no lo haría volver, pero haría feliz a quien lo... necesite.

—¿E-Estas seguro? ¿que hay de... tu madre?

—Mi madre podrá ocultarse todo lo que quiera en alguna parte del mundo, lo hace porque se siente culpable de su muerte. Recuerdo que me dijo en su funeral... fue algo como... "yo nunca estuve para el... para ustedes" —sonrió, pero Félix pudo notar esa tristeza que emanaba—. Ahora está haciendo lo mismo... —Seo levantó sus ojos algo llorosos y se encontró con los del peligris, los cuales estaban en el mismo estado—. Mi madre no es mala, pequeño. Mi madre toma malas decisiones.

Seo largó un poco de aire y se acercó hacia Félix, dirigiendo sus labios hacia su frente, para depositar un beso allí, para luego unirlas y cerrar sus ojos, sin ver como los del australiano lo observaban con lágrimas en ellos.

—Lo comprendí estando contigo, Lixie.

Dicho eso, Lee rodeó con necesidad y se aferró con fuerza al cuerpo fornido de Seo, escondiendo su rostro en el cuello contrario. El mayor llevó una mano hacia la pequeña cintura y otra hacia el suave cabello, disfrutando de la sensación que sentía. Era una sensación grata, llena de amor. Sabía que Félix estaba consolándolo a su manera.

—Ella estará de acuerdo conmigo, y sí no, no me importa. Hay que dejar ir, soltar, y ahora que lo estoy haciendo, ella debe hacerlo igual.

—Estoy orgulloso de ti —dijo el menor, en un susurro, rozando sus labios con la piel del cuello, haciendo que un escalofrío recorra el cuerpo de Changbin.

━ 𝑀𝑖 𝐴𝑙𝑚𝑎 𝑅𝑜𝑡𝑎 ᯽ 𝐶𝒉𝑎𝑛𝑔𝐿𝑖𝑥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora