37 ❝ HOSPITAL ❞

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Changbin se removió en esa incómoda silla. Pegó sus ojos en un solo punto y se dispuso de escuchar los cantos de los pájaros.

El día estaba hermoso y la hora no soprepasaba más de las diez de la mañana del día martes. A pesar del canto, la habitación en dónde se encontraba estaba totalmente en silencio y eso no le gustaba para nada. ¿Cuándo despertaría su pequeño? Era lo único que pensaba. Había pasado todo un día en el que Seo lo trajo al hospital, en el que le proporcionaron unas pastillas para dormirlo por unas ocho horas. Había despertado tranquilamente luego de ese tiempo, pero el doctor recomendó que duerma un poco más, mientras tanto le practicaban algunos exámenes, en los que el resultado fue deshidratación y pocas horas de sueño, sumándole a esto que Félix había tomado muchas pastillas para el dolor de cabeza, sin embargo, lo peligroso era que no había comido absolutamente nada en días.

Eso le preocupaba Seo, más de lo normal.

Allí estaba, acostado y descansando en una camilla mientras el suero pasaba por sus venas. Nunca lo había visto dormir tan tranquilo; lo observaba y sentía tanta paz desbordar de su pequeño y frágil cuerpo. ¿Por qué a él? ¿Acaso ya no ha tenido suficiente?

¿Qué era lo que tenía que hacer para que Lixie durmiera en paz todos los días restantes de su vida?

Su corazón dolía, claro que sí, porque luego ya en casa, sabía perfectamente que Félix volvería a lo mismo, se levantaría asutado, sudando y llorando por una pesadilla y no cerraría los ojos. No comería ni bebería un poco de agua siquiera, porque ni Changbin podia descifrar a donde se iba su cabecita para olvidarse de las cosas básicas para vivir de un ser humano.

Un leve quejido se escuchó y Changbin se alerto. Se movió hasta la camilla y comprendió que Félix estaba a punto de despertar. Acercó la silla y se sentó de nuevo, esta vez, tomando la manito ajena. Era tan pequeña que siempre lo hacía sonreir con ternura. Pasó su otra mano por el cabello gris, tratando de apartar los que estaban sobre sus párpados. Sonrió al ver los orbes negros de su novio y de como frunció su ceño, sin entender donde estaba.

—Buenos días, pequeño —su voz sonó dulce ante los oídos de Lee y sonrió automáticamente, aún un poco aturdido.

—¿Qué hora es?

—Mmh... —miró al reloj y asintió—. Más de las nueve.

Félix se levantó de la camilla, pero un mareo azotó su cuerpo y se recostó enseguida, notando que moría por un poco de agua.

—¿A dónde crees que vas? Nada de universidad por hoy ni por mañana.

—No puedo... tengo exámenes. Tengo que estudiar y tengo sed.

Seo alcanzó rápidamente el vaso que yacía al lado en una mesa. Lo acercó hasta los labios ajenos y dejó repozando tres dedos sobre el mentón de Félix, ya que si el agua caía, no mancharía la vestimenta del peligris.

Luego de dejar el vaso, el mayor se concentró en acomodar las almohadas y de subir la camilla, para que de esta forma, esté más comodo.

—No me gusta eso de ti.

Félix apartó la mirada un poco entristecido. Había llegado el momento en el que su hyung comenzaba a odiar ciertas partes de su personalidad.

—Quiero decir, siempre pones a los demás primeros antes que a ti o tu salud. En este caso, quieres ir a la universidad cuando sabes que el doctor te recomendó quedarte en casa unos cuantos días y recuperar un poco de peso. ¿Por qué haces eso, Lixie?

—Porque todo es más importante yo —susurró lo suficientemente para que su mayor lo escuche.

Changbin se quedó sin palabras. Su corazón latia apresuradamente, a pesar de que cuando la boca del menor soltó aquello, se habia paralizado por breves segundos.

—¿Cuántas cosas no te gustan de mi? Eres libre de decirlo —espetó—. Aún no entiendo como sigues conmigo.

—Porque te amo —las palabras salieron por si solas. Alzó sus manos hasta el rostro ajeno y acunó las mejillas pecosas, obligando al menor que lo mire—. Hay cosas que no me gustan de ti, por ejemplo que hables así porque sabes que jamás te dejaría por cosas que estas intentando arreglar. Sé que cuesta y enojarse con uno mismo es parte del camino, lo entiendo, Félix, pero no voy a dejar que digas esas cosas de ti, sabiendo que es mentira —Seo único sus labios a su frente y depósito un tierno beso que hizo sonrojar al menor—. ¿En verdad quieres que responda? —Chagnbin lo observó pensar para finalmente terminar asintiendo—. Bien... No me gusta que hables mal de ti, como te menosprecias, me enoja. Eres terco cuando te digo que comas o bebas agua y no lo haces, o cuando no quieres dormir. También eres terco en eso de querer estudiar cuando tienes una aguja clavada en el brazo que te transmite suero para la deshidratación —Seo rodó los ojos tratando de encontrar otras palabras—. Ah... eres terco en el sentido de que prefieres estar limpiando antes que estar en los musculosos brazos de tu novio.

Aquel comentario hizo reir a Félix quién contraataco.

—Es que se siente mejor limpiar —Seo, ofendido, hizo ademán de irse, pero las manitos del menor agarraron de su camisa, mientras reía.

El cuerpito de Félix se corrió hacia el costado de la camilla y palmeo el colchón, indicándole que se acostara con él. Al sentir los musculosos brazos de Seo rodearlo, sintió una inexplicable paz. Se acomodó mejor sobre su pecho, dejando un tierno beso sobre uno de sus pectorales.

—Gracias —musitó el menor

—¿Por qué?

—¿Acaso no lo ves?

—No, ¿por qué me agradeces?

—Por comprar ese perfume.

—Esperé dos semanas a que lo digas —Félix rió.

—Gracias por haber vuelto a Séul.

Changbin bajó su sonriente mirada y alzo una ceja, recordando exactamente el momento en el que lo vió por primera vez. Acercó sus labios una vez más y dejó un beso sobre su cabeza.

—Hay que agradecerle a mamá cuando vuelva... mejor dicho a tu suegra —el menor ocultó aún más su rostro enrojecido.

—B-Basta.

Entre risas y coqueteos de parte del mayor, Félix había encontrado la paz.

¿Pero cuánto iba a durar?

¿Pero cuánto iba a durar?

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━ 𝑀𝑖 𝐴𝑙𝑚𝑎 𝑅𝑜𝑡𝑎 ᯽ 𝐶𝒉𝑎𝑛𝑔𝐿𝑖𝑥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora