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Estaba sola en el sofá tomándome una soda de limón que sabía realmente asquerosa, pero aun así me era imposible no beberla

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Estaba sola en el sofá tomándome una soda de limón que sabía realmente asquerosa, pero aun así me era imposible no beberla. Los chicos recién se habían ido a casa después de vaciar el refrigerador con la comida que la madre de Uxue y la mía habían empaquetado. Uxue y Fabiola habían ido al banco a depositar el dinero del piso, porque ya era fin de mes.

Mi celular vibró con un mensaje.

Nahúm: ¿Pizza o comida china?

Yo: ¿Me estás presumiendo lo que comerás?

Nahúm: Quizás. En realidad te estoy invitando una cena indirectamente.

Yo: Comida china. :)

Nahúm: Espero ya hayas cambiado mi nombre con un corazón, Dory. :)

En menos de cinco minutos. Nahúm ya estaba en la puerta con comida suficiente para alimentar a todo el piso. Llevaba una camiseta con el logo desgastado de: Buscando a Dory. Le di una mirada, desdeñosa y como respuesta; él ensanchó una sonrisa llena de orgullo.

─Estoy empezando a creer que tienes cierta obsesión por un pez.

─No es el pez. Es que me recuerda a ti.

─No lo sé, Nahúm.

─¿Qué hacías?

─Estaba intentando repasar mis apuntes pero, terminé procrastinando.

─Esa es mi chica ─musitó. Sonreí inconscientemente pero, para disimularlo puse mala cara.

Más tarde, cuando la comida de nuestros platos estaba a punto de terminar, sentí esa sensación extraña, esa misma que cuando había conocido a Nahúm. Por alguna extraña razón comencé a sentir tensión en el aire.

Quizás fue el hecho de que en la terraza habíamos bebido un par de cervezas y quizás, solo quizás, yo le había dicho que me gustaba mucho y no habíamos vuelto hablar del tema, porque para ser honesta todo este tiempo en que nos habíamos frecuentado. No estaba claro que éramos pero éramos.

Por evitar decir algo le di un bocado al pollo picante que estaba en la mesa. Sentí la boca arder y sin pensarlo mucho solo lo pasé.

─Mierda. Pica mucho ─solté.

La cara de diversión de Nahúm fue notoria. Y mi lengua se sentía hinchada o no sé, pero la sentía muy pesada y adormecida.

─¿El pollo picante, pica? ─hizo énfasis en picante.

─Cállate.

─Como gustes ─dijo, no sin antes sonreír mostrándome todos los dientes y extenderme una botella─. Toma agua.

Me empiné la botella entera y dejé que el agua fresca bajara por mi garganta, sin embargo cuando ya no había agua, mi lengua sintió esa sensación de picor aunque en menos intensidad.

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora