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Abrí la puerta con una sonrisa en el rostro, y el paquete de pollo empanizado que había tardado media hora en buscar porque eran las dos de la mañana, me asomé por el pasillo para asegurarme que mi futura esposa no estuviera con ganas de matar a a...

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Abrí la puerta con una sonrisa en el rostro, y el paquete de pollo empanizado que había tardado media hora en buscar porque eran las dos de la mañana, me asomé por el pasillo para asegurarme que mi futura esposa no estuviera con ganas de matar a alguien. Bri tenía muchos antojos en la madrugada, y las hormonas comenzaban afectar su estado de ánimo, por eso debía ir con cuidado.

—¡Maldición! —soltó, la voz salió de la cocina—. ESTOY HARTA.

Hubo un silencio momentáneo que fue sustituido por un sollozo. Estaba llorando.

No me gustaba que llorara, me hacía querer ir a buscarle un maldito unicornio con alas de color morado para que sonriera.

—¿Dory? —hablé intentando hacerle saber que había llegado—¿Estás bien?

—Es que se ha acabado la leche, no hay más —dejó salir un snif mientras caminaba a mí secándose las lágrimas con la manga de su pijama. Iba despeinada y los ojos azules le brillaban mas que nunca. Se veía preciosa.

Coloqué la caja de pollo en la mesilla de la sala de estar y la envolví en un abrazo.

—Iré a comprar.

—No, olvídalo. No es la leche, es que...

—¿Pasa algo?

Se separó de mí y tomó asiento en el sofá. Se pasó las manos trazando círculos por la panza que aún no le había crecido ni un poco y tomó una pierna de pollo.

—¿Qué tal si mi hijo sale megalómano y no lo puedo tener? —preguntó dándole una mordida a la pieza de pollo entre lágrimas.

—Bueno, cariño, por eso vamos a educarlo con amor y...

—¡¿ES QUÉ NO LO ENTIENDES?! —Me quedé callado cuando me dio una mirada mortífera y me señaló con el pollo en mano—. No dejo de comer, solo tengo antojos y me da miedo que mi bebé sea megalómano. Es nuestro bebé, Nahum.

—Sí, entiendo, pero...

—Kilian lo leyó en un post de facebook. Me dijo que el bebé puede salir megalómano.

Iba a matar a Kilian.

—...

—¿Eso es cuándo los bebés pesan más de lo normal, no? —preguntó.

Tuve el impulso de soltar una carcajada, pero tuve que morder un poco de pollo para que Bri no se sintiera mal.

—Es macrosómico, cielo.

—¿También es eso?

—No es nada de eso. Todo estará bien, Dory. La doctora dijo que los antojos solo duran el primer trimestre —dije, aunque a veces un poco más—. Serás una gran mamá y nuestro bebé no será megalómano, ni macrosómico. Ni nada que Kilian te diga, ¿vale?

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora