20. Primera parte.

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Al siguiente día, a partir de las ocho de la mañana, había caído una lluvia torrencial que ocasionó suspensiones de trabajo y escolar dado a que las calles en la zona universitaria estaban tan inundadas que pronto crecería un arroyo como no se die...

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Al siguiente día, a partir de las ocho de la mañana, había caído una lluvia torrencial que ocasionó suspensiones de trabajo y escolar dado a que las calles en la zona universitaria estaban tan inundadas que pronto crecería un arroyo como no se dieran prisa los de ayuntamiento. Estábamos sentadas en el ventanal de la sala que daba hacia la calle principal observando a la gente que pasaba corriendo o contoneándose con sombrillas ridículas o muy aburridas.

Fabiola se había ido a casa de sus padres, porqué ella había salido muy temprano por una prueba de alguna materia que le estaba provocando jaqueca y cómo vivían por la zona era más facil que regresar al piso. 

No les había dicho nada sobre lo que había pasado con Nahúm, y en cuanto a lo que respondí; pues no respondí, entre en un lapsus mental y solo sonreí como una boba.

─¿Qué se supone que haremos con este diluvio? ─chilló Uxue.

─¿Por qué no subimos con las nubes y le decimos que por favor se muden a México o a Nueva Zelanda? ─respondí con un matiz desdeñoso que hizo ganarme una mala mirada de la morena, sí, me lo merecía y sí, estaba de malas por qué no sabía qué hacer en estos casos.

Era claro que quería estar con Nahúm, sin embargo, también lo era el que había personas mucho más atractivas que yo, como Elizabeth.

Deja de autonsabotearte.

─¿Estás enojada por qué no te invité de mi torta de zanahoria? ─Abrí los ojos grandísimos, la muy traicionera se había comido una torta de zanahoria sin mí, cuando ella notó el grande error; sonrió nerviosa y echó a correr a su habitación. Antes que cerrará la puerta jalé su abrigo haciendo que cayera en la alfombra y está vez yo fui más ágil y cerré su habitación conmigo dentro.

─Demasiado tarde para querer ocultar tu crimen.

─¡No, no, no! ─suplicó, aporreando la puerta─. Puedo explicarlo. Solo no te lo comas, yo puedo pedirle a Phil que te haga una el doble del tamaño.

─No es lo mismo y lo sabes.

Giré lentamente, su habitación era un desastre y el único lugar que extrañamente estaba ordenado era su mesilla de noche que para mi favor y la tarta era un excelente lugar para guardar cosas. Su cuarto estaba lleno de un papel tapiz de cerditos morados, Ponggi había sido una idea muy loca sobre el peluche perfecto.

Abrí la mesilla de noche mientras Uxue pataleaba fuera, ahí estaba, solo un pedazo de lo que una vez fue una tarta mediana y entonces pasó, ella abriendo la puerta y aventándose hacía mí. Caí de culo con Uxue a mi lado y la tarta salió volando hacia la ropa sucia de Uxue, las dos parpadeamos y quedamos estáticas cuando la torta se hizo pedazos y el relleno salió esparcido por todos lados.

Esa tarta solo la podíamos comprar cada año, afuera de la universidad se ponía una señora que aparecía inesperadamente, en diferentes fechas y era casi un milagro, eran las mejores tortas de zanahoria que podía crear cualquier ser humano, llevaban un relleno extraño que parecía vomito blanco pero cuando lo probabas, si cerrabas los ojos podías escuchar cantos celestiales.

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora