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El olor a café se extendía por la barra principal, estaba harta, el dolor de pies me estaba matando y Lance estaba acabando con la poca paciencia que me quedaba, solo decía bromas estúpidas sobre que debí pedirle disculpas al chico del baño

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El olor a café se extendía por la barra principal, estaba harta, el dolor de pies me estaba matando y Lance estaba acabando con la poca paciencia que me quedaba, solo decía bromas estúpidas sobre que debí pedirle disculpas al chico del baño. Había pasado una semana, pero él seguía insistiendo con eso.

Amber tenía mala cara mientras inflaba las mejillas para soltar aire, sus rizos abundantes estaban apretados por la malla de red que debíamos llevar, su piel canela hacía juego con el uniforme a blanco y rojo.

Podía ver como miraba de reojo a una de las mesas, con rencor.

—Debo ser un ser de luz —murmuró, aunque fue suficientemente alto para que yo y Lance la escucháramos.

El castaño ensanchó una risa burlona.

—Con que no seas un ser de la chingada es suficiente —esta vez quién habló fui yo, Amber ensanchó una sonrisa y asintió dejando que la maquina hiciera lo suyo.

En la bocina comenzó a sonar "Next to me", sabía que era elección de Phil porque últimamente andaba en las nubes por una británica que conoció en el supermercado. La cafetería era lo suficientemente grande como para necesitar cuatro personas en el lugar.

Lance, era como mi mejor amigo del trabajo y se llevaba muy bien con Uxue, pero si escogía a uno de los dos se pelaban a muerte por quién tenía más derecho.

—Sé que no debo, que cada quién tiene sus mesas —mencionó a mis espaldas, podía ver el esfuerzo que estaba haciendo por pedir aquello—. Pero, ahí está alguien que no quiero ver...

Lance fingió que se le había caído algo dejándome el paquete a mí.

—¿Es solo llevar el café?

—Sí, y si piden algo más yo lo prepararé.

La verdad es que no me costaba nada solo ir a dejar el café, pero los pies me punzaban horrible.

Tomé la charola con lo que había pedido la mesa y me encaminé con la mirada burlona del castaño y la expresión avergonzada de Amber, la charola tenía el número veintidós; estampado en ella, escuché la risa peculiar que conocía también.

Uxue.

Estaba riendo con lo que parecía ser el ex novio de Amber, él la miraba como si quisiera saltarle encima, y frente a ellos estaba otro chico que parecía estar desinteresado en cualquier existencia humana, podía ver su hastío saliendo de sus poros.

—¡Ahí estás! —saludó—. Sabía que vendrías tú.

Intenté dar mi mejor sonrisa, pero simplemente no salió.

—Tenías razón, es muy bonita —dijo el rubio con el que estaba, parecía estarme evaluando detalladamente, si no hubiese estado en el trabajo le habría aventado el café a la cara.

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora