08

1.5K 251 110
                                    

Creo que jamás mi vida estudiantil había sido tan deprimente, los maestros de este curso eran pésimos, y cuando digo pésimos creo que los subestimo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Creo que jamás mi vida estudiantil había sido tan deprimente, los maestros de este curso eran pésimos, y cuando digo pésimos creo que los subestimo. Tenía los audífonos puestos mientras dejaba reproducirse Broken Home de 5sos mientras organizaba mis apuntes en las bancas que estaban al aire libre.

Habían pasado tres días desde lo ocurrido con Jules al siguiente día tuve que ir a trabajar porque el traidor de Lance le dijo a la jefa que no tenía ningún resfriado y la perspectiva de vivir debajo de un puente no era mi favorita.

No había sabido nada de Nahum y aunque tenía esa intriga martillando mi curiosidad decidí ignorarlo. Uxue había dicho algo así que no lo había visto en casa.

—¿Entonces, sí? —dijo sorbiendo el té helado.

—No —sonreí inocentemente cuando vi la cara de frustración del castaño.

—Briony, Bri, brillitos. —Me quité los audífonos y lo miré fijamente haciendo que se callara.

—No quiero ir a una fiesta, Lance —aclaré—y darle celos a una niña que te gusta conmigo me parece ridículo.

Pasó su mano por la sudadera roja que llevaba y la alisó quitando las arrugas invisibles.

—Puedo doblar turno por ti.

—Te recuerdo que me delataste con Margaret, no me dejara ni descansar cinco minutos. —Entre cerré los ojos cuando recordé ese hecho.

—Tú le dijiste al profesor de lingüística que yo quería participar. —Frunció el entrecejo y mordí mi labio inferior para no echarme a reír, había sido tan divertido verle la cara de espanto.

—Vale, estamos empatados.

La mirada de Lance brilló esperanzado pero cuando vio mi sonrisa crecer hizo un mohín de tristeza fingida.

—Que lo sepas, eres pésima amiga. —Se llevó la mano al pecho dolido—. Te lo digo ya, jamás te ayudaré a darle celos a un chico.

Esta vez si me hizo soltar una risita.

El teléfono de Lance sonó con un tono predeterminado el cual odiaba, se parecía a la alarma sísmica y eso me ponía los nervios a flor de piel.

Enarcó las cejas antes de deslizar el dedo sobre el táctil y se alejó solo un poco para que no escuchara la conversación, igual yo me acerqué a su banca.

Chismosa.

Sí, un poco.

—¿Por qué no se lo dices a ella? —bufó y la persona en la otra línea apenas y se escuchaba—no, bueno solo un poco. Ajá. Ya te dije que no.

—¿Quién es?

—Uxue. —Me miró un segundo pero rodó los ojos—. Díselo tú, no soy secretario.

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora