PREFACIO.

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LO QUE PARECE EL PRINCIPIO

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LO QUE PARECE EL PRINCIPIO. 

—No seas aguafiestas, Briony.

—Solo cállate —dije.

—Te vas a divertir, no te quejes —insistió—, aprovecha que no hay clases mañana.

—Pero sí hay, Uxue —le recordé.

—Si piensas en que no hay, no te preocuparas, es mi consejo —sonrió—. Desearía que quisieras salir sin tener que obligarte.

—Yo deseo encontrar algo que sea tan emocionante que haga que mis ganas de llorar desaparezcan, pero no todo en la vida se puede.

—Ir de fiesta es emocionante, brillitos. —Di una mala mirada, como me volviera a llamar así la que iba a ver brillitos iba ser ella.

Uxue, mi mejor amiga era todo lo que estaba bien y mal al mismo tiempo. Estábamos a unos cuantos pasos de llegar a la casa de alguien que ni siquiera conocía, pero Uxue era así, iba a todas las fiestas de la facultad aunque ni siquiera estuviera invitada.

Dio tres golpecitos y la puerta se abrió de inmediato.

—¿Contraseña? —Escuché decir.

—Queso —dijo la morena casi al instante.

—No.

—¿Qué? ¡Esa era la última vez! —chilló.

—Tal vez es un mensaje del destino diciendo que no deberíamos estar aquí —musité, pero solo me gané una mirada desdeñosa por parte de la morena.

—¡Chicle! Estoy segura que es esa —casi me echo a reír pero mi diversión se esfumó cuando vi que la puerta se abrió de par en par dejándonos pasar.

—Adelante.

—¡Te lo dije! —mencionó adentrándose a la sala la cual estaba completamente vacía, sí, sin muebles, solo una lampara. Tuve la esperanza de que solo fuera una reunión, pero el sonido de la música se extendía fuera de ahí a lo que parecía ser un jardín—jamás dudes de mí, Bri.

—Jamás lo hice —confesé.

La morena pasó su mano por el vestido azul que llevaba puesto bajándolo un poco para dejar su escote al descubierto, se dio la vuelta emocionada y me guiñó un ojo.

—Tengo un presentimiento bueno de esto —chilló.

—Se me olvidaba que eres casi bruja —rodeé los ojos, acomodé mi top negro para que no se viera nada de más y seguí a mi amiga, una masa de gente nos recibió en cuanto salimos de lo que una vez fue una sala.

La música resonante, unos bailando demasiado pegados, otros desmayados en lo que parecían ser muebles de jardín, una hilera de focos de colores pasaba de esquina a esquina encontrándose con otras más, ya estaba arrepentida de venir, pero lo hice más cuanto vi a toda esa gente ahí.

EL DESEO QUE PEDÍ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora