7. I'm Sexy

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Jesica podría haber sido una maldita hada madrina en su otra vida. Estaba irreconocible. Creo que ni mi propia hija hubiera podido adivinar que se trataba de mí si me viera por la calle. Tenía una falda larga de color verde, pero con detalles pequeños de color blanco, negro y rojo que le daba un toque fresco al estilo. Me había prestado también unos zapatos abiertos con taco que tenía una hermosa pedrería en la tirilla. Afortunadamente éramos las dos enanas, por eso teníamos la misma talla. Por último, acotando a mis súplicas, tenía lo que parecía un polo blanco con un estampado con letras que decía Still With You, pero su corte en el cuello era más amplio como una sonrisa y no tenía mangas largas, eran cortas. Al menos eso era lo único en mi estilo que era familiar para mí, por eso me empecé a sentir más cómoda. Pero ciertamente los tacos nunca dejaron de ser ajenos para mí.

Corrí al espejo grande que estaba en la entrada del depa para tomarme una foto y enviárselo a Emma presumiendo que pronto sería la próxima top model. Marqué el número de mi mamá para hablar con ambas y decirle a mi pequeña que durmiera temprano, pues suponía que estaría preocupada por mí. De hecho, extrañaba a mi pequeña ya que esta sería la primera noche que pasaría lejos de ella así que la preocupada en realidad era yo. Pero aparentemente era la única que la estaba pasando mal, ya que mi hija se había dormido ya.

- Tranquila, Meg. Ella se ha divertido mucho y por eso se ha quedado privada. Recuerda regresar con cuidado, cariño. ¡Diviértete! te lo mereces y muchas felicitaciones por tu nuevo trabajo.

Dijo dulcemente mi mamá por teléfono mientras sentía como se apretar mi corazón. Me despedí de ella y salí del depa junto con mi nueva amiga para tomar un taxi hacia lo que creía estaba el cercano bar.

Una hora y media más tarde, cansada de esperar en el trayecto rumbo al bar, miré nuevamente mi celular para ver si había alguna novedad con mi bebé pero solo encontré un mensaje de Derek.

Hola, Meg. Espero que Emma se encuentre bien y se lave los dientes antes de acostarse. Dile que la extraño mucho.

Y de repente un segundo mensaje de texto llegó:

También te extraño, Meg.

¿Qué me extraña? ¡¿Acaso está loco?! Todo mi ser colapsó, era un remolino de emociones. Entre ellas la más predominante el odio. Sin embargo, me había repetido muchas veces que no podía tener este tipo de relación con Derek. Sea lo que sea que fuera entre nosotros, nos íbamos a tener que seguir viendo por el bien de Emma. Ella lo ama y no puedo negar que es un grandioso padre.

Al pensar en que mi prioridad debía ser Emma mi furia se disipó... un poco la verdad, porque aún se me revolvía el estómago como si tuviera una resaca espiritual.

- Llegamos, Meg – dijo tranquilamente, Jesi – Yo pago la ida y tú la vuelta – sonrió y me guiñó el ojo.

Ella también estaba deslumbrante había decidido ponerse un conjunto de traje negro que tenía un escote hasta el ombligo. Se veía despampanante.

Bajó del taxi mostrando sus zapatos de taco color rojizo y agarrando su pequeño bolso con brillitos. Bajó del auto para robarse miradas en la entrada del bar. La hicieron entrar en un instante y a mí porque estaba junto a ella. Parecía una celebridad.

- ¿Necesitas contarme algo, Jesi? – corrí detrás de ella para decirle

- ¿Algo cómo qué, Meg? – preguntó curiosa ella

- Algo como que "Hola, Meg. Soy famosa."- dije tratando de imitar su voz

- ¡Qué boberías hablas! – volteó a verme sonriendo, mientras tomó mi mano para hacerme sentar en la mesa más grande de ese bar – Mi primo hermano trabaja aquí. Él de hecho maneja el negocio, por eso todos me dan la libertad para ciertas cosas. Pero, aquí no solo soy yo la que roba miradas – Dijo mientras me miraba

- ¡Veo varios ojos fijando su próximo objetivo! – sonrió tímidamente mientras pedía la carta a la mesera de al lado

- ¡No hay forma! – exclamé indignada – reconozco que estoy irreconocible, pero no es que de la noche a la mañana me voy a volver la aspiración de algún chico. Dicho sepa de paso, tampoco me gusta la idea de ser el objetivo de alguno. Soy mamá de una pequeña de 5 años y mi situación es más complicada de lo que aparenta ser – Dije suspirando

- Lo siento, Meg. No lo sabía – mencionó arrepentida – pero, sin afán de molestarte de verdad hay un chico rubio que no deja de mirarte – susurró a mi oído

Mientras la mesera dejaba el trago de Jesi en la mesa, voltee a buscar a aquel muchacho porque sinceramente me daba curiosidad y quería demostrarle a ella que probablemente se estaba equivocando. Pero no. Era real. Había un chico rubio, alto y flaco viéndole desde la esquina. Junto a él otro muchacho aparentemente de su misma edad, de cabello negro, un poco más alto que su amigo con un look totalmente diferente. Ya que tenía varias perforaciones en su oreja izquierda, además de un tatuaje con un texto que no llegaba a observar del todo en su antebrazo. Se veían cercanos, pero era extraño porque juntos no pareciera que encajan del todo.

- ¿Thomas? – dije finalmente

- ¿Conoces al chico rubio? – preguntó Jesi

- Bueno... solo lo he visto una vez. Es mi vecino e hijo de los mejores amigos de mis padres.

- Es tremendamente guapo, su cara se me hace familiar – pensó Meg – ¿pero de dónde? – se quedó pensando

Esto ya era demasiado. Primero mi exesposo estropeando mi primera salida después de años con su estúpido mensaje de "Te extraño" y ahora mi vecino loco en el bar. ¡¿Dios, hace falta algo más?! pregunté internamente. Y sí, Dios de verdad tenía muchísimos otros planes más para mí esa misma noche.

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora