Y ahí estaba yo, rodeado de un puñado de chicas más altas. Bueno, en realidad, cualquiera podría ser más alta porque mido 1.56 cm.
Entre las muchachas había una media bronceada por el sol que se llamaba Olivia y que andaba diciéndome desde hace media hora que no me meta con Thomas Beneditt.
- Aguanta el coche, muchacha - le digo enojada por todas las veces que le he intentado decir lo mismo - Yo no tengo absolutamente nada con él. Es solo mi vecino. - recalco mientras trato de acomodar la parte inferior de mi vestido de mesera por los nervios y meto una de mis manos en el bolsillo para sostener mi arma secreta
- O sea que eres la clase de chica que puede acostarse con cualquier que no sea su pareja
Mi indignación feminista llega a su límite.
- ¡Obvio que sí! Todas tenemos la libertad de acostarnos con quien sea sin ser llamada "zorra" - suspiro - Así que dejemos de lado las etiquetas tontas o acaso debería llamarte "plástica" solo porque llevas ropa de porrista - señalo al ver que tiene un body morado con brillos y una faldita del mismo tono encima
- ¡¿Qué diablos?! - exclama enojada Olivia - ¿Entonces sí te acostaste con Thomas?
Me sorprende que ella decida enojarse más porque aparentemente di a entender que estaba confirmando mi relación de una noche con Thomas, en vez del insulto indirecto que le solté. Odio tener que estar peleándome por un chico, en vez de eso debería ir con él a le reclamarle. No conmigo.
Miro a todos los lados, esperando que alguien pueda ayudarme. Pero dudo que alguien pase por aquel callejón que está entre el café bar y el otro negocio donde solo está el contenedor de la basura.
- Cuidado con lo que intentes hacer, porque todo está siendo grabado - digo señalando aleatoriamente las supuestas cámaras secretas que hay en las paredes. Mi mentira podría salvarme la vida, porque al parecer las cinco chicas lucen algo nerviosas.
- ¡Me importa una puta mierda! - grita Olivia acercándose con todo su manchón de amigas que estaban acorralándome contra la pared
Podrían imaginarme a mí golpeando a todas como Bruce Lee y saliendo victoriosa mientras sostengo el rostro de Olivia y le grito loca de mierda. Pero no. La realidad es que mi estrategia de defensa es más inteligente. Así que saco de mi bolsillo el spray pimienta que usé la noche anterior y lo rocío a los ojos de todas. ¡Ja! In your face, bitch! Todas gritan de dolor mientras empiezan a tratar de abrir sus ojos o limpiarse el líquido en el rostro. No me juzguen, tengo 31 años. Prefiero lo seguro.
- Si hablan de lo sucedido, les juro que sacaré esos videos de las cámaras de seguridad para hacerlas viral - digo muy confiada mientras me acerco a la puerta trasera de Ciudad sin nombre - ahora déjenme trabajar, por favor
Entro de nuevo al negocio, cierro la puerta trasera y me deslizo hacia abajo con el corazón en la mano. Jesi corre hacia mí.
- ¿Qué pasó? - pregunta preocupada
- ¿Crees que por rociar un spray de pimienta me denuncien? - pregunto nerviosa pues sinceramente no sé nada de leyes, pero ahora hay muchas denuncias por cualquier cosa y temo perder la custodia de Emma
- Si es por defensa personal ¡olvídate! - dice mi nueva mejor amiga súper confiada - no hay nada que preocuparse, Meg... ¿pero lo dices por lo de ayer, no? ¿o es que acaso... con esas chicas?
Asiento, esperando que me diga que fácil con ellas si podría pasar algo. Pero solo oigo una fuerte risa.
- ¡No me jodas, Meg! - exclama, y yo súper nerviosa empiezo a reírme con ella - esto tendría que haber sido registrado - seguimos riéndonos, casi matándonos de la risa.
- Así que ahora les gusta holgazanear ¿verdad? - dice con extremo enfado Sam - encima que vuelven con resaca y un olor a trago pierden aquí el tiempo. Si no fuera este también un bar, hace rato las hubiera despedido - dice y tiemblo
- ¡Ay, Sam! Nos necesitas, así que no te hagas - responde Jesi - pero vale. Vamos a seguir "trabajando" - hace una comillas con sus dedos y muestra una sonrisa burlona
En el fondo sé que ellos dos se llevan bien, porque peores respuestas he escuchado de Jesi en estos dos días.
Continúo con el trabajo sin siquiera sacar de mi mente a Thomas. ¡Ese idiota! Tenía razón mi intuición cuando lo vi. Contándole a todos que estuvimos la noche anterior en un hotel. ¿Pero qué esperaba? Obviamente lo iba a comentar. Espero que no haya dado detalles, porque ahí sí se las ve conmigo. Pienso, mientras aprieto el puño y limpio las mesas vacías.
Estoy enojadísima con Thomas, pero me tranquilizo al escuchar la campana de ingreso. Aquella que suena cuando entra un nuevo cliente al local. Así que me acerco inmediatamente a la persona con la carta en la mano para dársela.
- ¡Hola, loca! - dice una voz desconocida
Subo la vista y se trata de aquel amigo de mi vecino que estaba también en el bar. No sé su nombre y creo que él tampoco el mío, pero llamarme loca. ¿Qué carajos le pasa hoy a todos?
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No te pertenezco
ChickLitMeg está dispuesta a huir a toda costa de su pasado y su ex, sin saber que en realidad quiere huir de ella misma. En el camino se tropieza con un chico que nada entienden de relaciones, una gimnasta obsesionada con encontrar a su hombre perfecto, un...