Pasaron tres días desde que nos mudamos a esta ciudad. Ordené y limpié todo el almacén rápidamente para que Emma y yo nos instaláramos. La verdad es que no puedo competir con las ideas de decoración de mi madre, pero tan mal no ha quedado. Emma ya comenzó a asistir a clases y está súper emocionada por los nuevos amigos que ha hecho. La verdad es que la capacidad de adaptación de esa niña me tiene admirada, quisiera ser como ella. Pienso mientras estoy echada boca a bajo sobre mi cama imaginando que si no fuera por mi hija estaría completamente sola.
- Meg, sé que te dije que te daría tu privacidad e independencia. Pero ya van tres días que no te veo salir de casa, a menos que sea para recoger a Emma. ¿Cuándo piensas ir a conocer la ciudad? - Era mi mamá quién había olfateado mi sedentarismo - ¡Levántate y haz algo con tu vida!
Vale, debo admitirlo mi madre tenía razón. No me hacía bien quedarme en casa sin hacer nada, sobre todo porque cuando Emma me preguntaba "¿Y qué tal tu día mamá?" ya no me quedaban más excusas para inventarme.
- ¡Está bien, mamá! Voy a buscar trabajo - dije convencida de que era la mejor opción.
Y así fue como mi aventura comenzó. Cogí un autobus que me llevó al centro de la ciudad para empezar a buscar tienda por tienda un puesto. Me imaginé buscando todo el día, con los pies llenos de callos y heridas en él. Pero no, eso no pasó. Apenas doblé la esquina pude ver un letrero "Se busca mesera" en la cafetería bar "Ciudad sin nombre" me armé de valor y entré a preguntar.
Diez minutos más tarde y el puesto era mío. Madre mía soy un éxito en esto de los trabajos, al menos me alegraba saber que de hambre no me moriré. Comencé el trabajo rápidamente esa tarde comunicándole a mi mamá que por esta vez no iría a recoger a Emma porque tenía que trabajar hasta el siguiente horario.
- ¿Esa era tu mamá? - preguntó una extraña que llevaba el mismo vestido color amarillo que era el uniforme protocolar para la ocasión
- Depende de quién quiera saberlo, ¿el banco te envío? - pregunté de manera sarcástica
- si fuera el banco, normalmente estaría vestida de traje ¿no crees? - respondió incrédula
- quizás ahora los bancos se toman seriamente su trabajo de persecución que incluso se camuflan para hallar a los deudoresAmbas nos miramos y nos reímos un montón.
- Me llamó Jesica - dijo sonriendo la chica de cabello negro con mechones rosados en las puntas.
- Mi nombre es Megan, pero puedes decirme Meg. ¡Mucho gusto!
- Me alegra no ser la única en este café bar - dijo aliviada -Dime te gustaría ir a un verdadero bar al terminar el turno.Lo pensé por un par de minutos y luego respondí "claro que sí".
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No te pertenezco
Chick-LitMeg está dispuesta a huir a toda costa de su pasado y su ex, sin saber que en realidad quiere huir de ella misma. En el camino se tropieza con un chico que nada entienden de relaciones, una gimnasta obsesionada con encontrar a su hombre perfecto, un...