8. Uno más y nos vamos

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- ¡Un trago más y nos vamos! - dije casi tambaleándome, mientras alzaba mi vaso con agua

- ¡Perfecto para mí! - respondió Jesi en la misma condición

Resulta que le solté todo el cuento de por qué me fui de mi hogar, me separé de Derek y me mudé con mis padres a mi nueva amiga Jesica con un par de tragos para calmar mi ansiedad. Bueno si me preguntaras qué tragos, podría decirte solo los primeros que recuerdo como: el pisco sour, cosmopolitan, dos shots de tequila, una margarita y una piscina. Luego de esos, no recuerdo bien si fueron chelas o agua lo que tomamos después. 

- Creo que ya es hora de irnos - mencionó Jesica al percatarse que no podía contar bien el sencillo que tenía en su pequeño bolso - voy al baño y regreso de inmediato para irnos, Meg - sonrió mientras golpeaba fuertemente mi hombro al irse

Le sonreí de regreso y empecé a beber el vaso de agua que gentilmente puso otra vez la mesera al ver la tremenda propina que le dimos. Sabíamos cómo era el trabajo así que no dudamos en hacerlo. Me puse a revisar nuevamente el celular y suspiré otra vez más.

- ¿Qué te tiene tan melancólica, hermosa? - pregunta un hombre algo mayor, diría que un poquito más que yo. Era simpático sí, pero no tenía el mood ahora para hablar.

- No creo que los caballeros deban ser chismosos y sinvergüenzas - alcancé a decirle desde mi asiento mientras lo veía con los brazos cruzados 

- ¿Es esta una invitación a sentarme? - dijo el extraño mientras se preparaba a sentarse en el sitio de Jesi

- ¡Claro! Estoy justo apunto de irme, puedes quedarte con la mesa - respondí sarcástica mientras me levantaba a retirarme de un salto y vaya salto que di, porque estaba por caerme encima de aquel hombre maleducado cuando un brazo muy fuerte tiró de mí para impedirlo

- ¡Oye! Yo la vi primero - dijo el fortachón 

- No importa quién la haya visto primero o no. No ves acaso que está mareada - gritó el chico de voz familiar - ¡ella es mi amiga! así que puedes irte, Jul 

Aparté mi cuerpo del muchacho que me sostenía gentilmente para ver su rostro. Se trataba de Thomas mi vecino. Atrás de él estaba su amigo que poco le importaba lo que estaba pasando en ese momento, solo parecía malhumorado. 

El cuarentón que se había atrevido a querer abordarme escupió en el suelo y se dio la vuelta.

- ¿Estás bien? - preguntó Thomas casi agarrando mis hombros

Y antes de contestarle ¡boom! un fuerte golpe lo tumbó al suelo. Por suerte, me había alejado de Thomas a tiempo porque fácilmente hubiera caído a su lado. Pero ahora no debía de pensar en mi suerte tenía que rescatar a mi caballero de armadura negra, ya que se encontraba en problemas. Desperté del shock y vi que el fortachón estaba encima de mi vecino, su mejor amigo estaba forcejeando para sacárselo de encima. Empecé desesperada a buscar en mi mochila mi gas pimienta.

- ¿Dónde rayos lo dejé?... ah, sí ¡aquí! - lo saqué de inmediato y justo cuando vi que su amigo lo tenía agarrando de la espalda para que Thomas se levantara, aproveché el momento para rociárselo en los ojos.

- ¡Agggg, perra! - gritó el loco ese - mientras se cubría la cara con dolor

Agarré a Thomas de la mano y lo saqué del bar corriendo. En la salida nos esperaba una tremenda lluvia que nos mojó completamente. 

- ¡Demonios! Esto es lo último que me faltaba - grité al ver el taco roto del hermoso zapato derecho que me había prestado Jesi. Me saqué ambos pares y me senté en la orilla de la vereda junto a Thomas que aún se tapaba su ojo derecho - Menuda coincidencia, me he roto el taco derecho y tú el ojo - dije mientras me reía, aunque a Thomas parecía no hacerle gracia

Recordé que tenía mi celular en la mochila, lo saqué y vi que había muerto la batería. 

- ¿Tienes ahí tu celular? - pregunté sin descaro - quiero llamar a un taxi para que nos recoja y hablarle a mi amiga Jesica para saber si está bien

- Ya no pasan taxis a esta hora - por fin habló Thomas - en este pueblo cierran todo muy temprano. Solo este bar tiene licencia para quedarse abierto hasta las 4  am.

- Me había dado cuenta, pero no pensé que los taxis también

Estaba realmente cabreada por todo. Esta no era la noche de diversión que había planeado. De repente, el celular de Thomas sonó.

- ¿Sí?... Sí, claro Benja... no te preocupes yo la cuido... discúlpame con Bastian... ya me las arreglo luego con él... nos vemos 

- ¿Quién era?

- Es Benja, el dueño del bar. Dice que es primo de tu amiga y estaba preocupado, porque ella no dejaba de preguntar por ti. Ya le dije que estabas conmigo y como sabe que soy de confianza no ha dudado en que te cuidaría.

- ¿Él no puede prestarnos un auto? ¿Y dónde está, Jesi? ¡Voy por ella!

- Descuida su familia vive ahí al lado del bar. Seguro y ya están descansando - respondió mientras seguía apretando adolorido su ojo izquierdo - perdona, he dicho que te cuidaría pero en realidad no sé cómo hacerlo en esta circunstancia - señaló su ojo y lo dijo en un tono algo preocupado - además ¿Quién bebe así? 

- Soy consiente de que me pasé de copitas, pero no creo que deba de disculparme por algo que cualquiera tiene derecho a hacer cuando quiera divertirse - respondí enojada

- Pero eres mujer, sabes cuánto peligro hay afuera

- ¿No deberían acaso los hombres moderarse y dejar de verme como un pedazo de carne? ¿Por qué soy yo la regañada, cuando quien hizo mal fue ese grandulón?

- Lo siento. Tienes razón. Solo que... - hizo una pausa en la mitad, con miedo a terminar de decir lo que quería

- ¿Solo qué...? 

- Estas demasiado guapa. De hecho, habían muchos que planeaban ir detrás de ti hasta que se adelantó el idiota de Jul.

Me sonrojo.

- Eso igual sigue sin ser una buena excusa para hacer algo atroz como usar la violencia - dije finalmente después de una breve pausa para tranquilizar mi corazón. Creo que realmente he bebido mucho.

En eso, veo un letrero parpadeando con su luz el texto "Hotel". No voy a morir de frío hoy, pienso.

- ¡Vamos, Thomas! ¡Es hora de encontrar un lugar dónde dormir! 

- ¿Qué en ese hotel? ¡No hay forma! - recalcó Thomas adivinando mis planes - me pareces guapa, pero no busco nada Megan. 

- Tranquilo, grandote. Solo vamos a cambiarlos las ropas y abrigarnos hasta encontrar un taxi de regreso a casa. Tampoco es que me parezcas atractivo, ¿eh? - dije riendo, mientras veía su ego herido

- ¿Pero sabes que esto podría generar un malentendido? - me advirtió

- ¡Claro que no! Este lugar está súper lejos de nuestra ciudad - dije guiñándole el ojo súper confiada

Y así otra vez me volví a equivocar esa noche. Lo que debí de haber hecho fue irme a la casa de Benja y quedarme con Jesi, mientras Thomas se quedaba con su amigo del bar. Pero no sé por qué no se me ocurrió eso. Quizás por la bebida, quizás porque en realidad Thomas si me parecía atractivo. No lo sé. Pero esa noche dio inicio a lo que sería el torbellino de emociones de mi nueva vida. 

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora