1. Mi propio almacén

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- ¡Emma, ve a saludar a los abuelitos! - grité al cerrar la puerta de aquel viejo auto rentado de color celeste. Me coloqué los lentes de sol, mientras abría la maletera para bajar el resto de las cosas.

Observé de reojo a Emma súper feliz abrazando a mi madre. Me alegra verla así, pero no dudo que lo extrañe también a él. Al recordarlo... su abrazo, su fragancia y nuestros momentos juntos sentí como si todo mi cuerpo se resquebrajaba no solo mi corazón. 

- ¿Estas bien cariño? - pregunta mi papá
- me pregunto si seré tan buena leyendo la mente de los demás como tú, papá - sonrío para no preocuparlo
- quizás con un par de canas más puedas superarme - dijo mientras me ayudaba a bajar las demás maletas - Por cierto, ¡Emma esta enorme!
- ¿Verdad? Me he estado encargando de que le guste el brócoli y tome leche a diario, creo que hice un buen trabajo engañando a mi hija con que eran golosinas - Me jacto de eso, pues en cierto modo me encargué más que todo de explicarle que si quería ser tan alta como su abuelo tenía que tomar leche y comer muchísimo. Pero no quise explicárselo porque alimentaría más su ego.
- Creo que hiciste un espléndido trabajo con ella - y como si fuera uno de sus tantos gatos mi papá acarició mi cabeza suavemente, mientras iba con mis maletas al interior de su hermosa casa.

Debo admitirlo, mis papás superan mis gustos y expectativas. Cuando me comentaron que habían comprado una casa al sur nunca imaginé que sería LA CASA. Tenía un solo piso, pero era lo suficientemente espaciosa. El tamaño de solo su sala, es el mismo espacio de mi cuarto y el de Emma unidos. De igual manera, su baño podría ser un cuarto lo suficientemente grande como para caber ahí una cama de dos plazas, un ropero, escritorio y clóset. 

- ¡Guau! Mamá creo que te excediste un poquitín - dije mientras veía el interior de su casa y dejaba mi bolso tirado en el suelo
- Siempre quisimos una casa así. Cuando lo vimos no pudimos resistirnos y la compramos - respondió orgullosa - Pero, Meg estoy muy enfadada contigo.

¡Ay, no! ¡Aquí vamos! 

- Pensé que ibas a venir el 24 de julio y estamos 13, ni si quiera me dejaste arreglar este espacio como tenía planeado hacerlo para ustedes.

Por un momento, pensé que iba a reclamarme haber decidido separarme de Derek. Supongo que también piensa que es lo correcto o quizás solo está esperando el momento adecuado para hablar conmigo sobre eso. Como sea, ahora no tenía ganas de si quiera adelantarme a sus consultas.

- ¡Lo siento, mamá! Pero tenía prisa la verdad - digo encogiendo los hombros en modo de culpa
- No te preocupes, solo que tenía muchísimas ideas sobre la decoración de tu habitación que me quedé con las ganas de hacerlo realidad - dijo casi llorando - ven te muestro donde vivirás ahora.

Una vocecita dulce interrumpió la conversación.

- Mamá, puedo quedarme aquí en la sala a ver televisión - podría jurar que Emma estaba poniendo la carita del gato con botas de Sherk. ¡Buena táctica! ¡Le enseñé muy bien!
- ¡Ay, mis ojos! ¡Vale, vale! Pero solo una hora, ¿eh?
- ¡Genial! - dijo dando un brinco directo al sofá. Como una morsa cayendo directito al agua.

Me reí internamente al imaginarlo. mientras seguía a mi mamá por lo que parecía ser su patio.

- Esto también forma parte de la compra, Meg. Te presento lo que será tu nuevo hogar. 

Para graficarlo, al salir de la casa cruzamos un inmenso patio para llegar a lo que sería una extensión de la casa. Se trataba de la mitad de ésta. Lo que era muchísimo más de lo que imaginaba como un "almacén".

- Pensé que necesitarías privacidad. Por eso, tu papá y yo creímos que lo ideal sería transformarlo en tu nuevo hogar, pero no me diste tiempo de adecuarlo y sorprendente como quería - volvió a decir con una expresión casi como llorando
- Mamá... ¡gua! ¡esto es increíble! ¿qué clase de gente vivía aquí? ¿cuánto te costó esta casa? - dije con la boca abierta mientras entraba en el "almacén"
- Una pareja algo peculiar, pero con buen gusto. En realidad este lugar servía para guardar todos los vinos, ¡¿puedes creerlo?! ¡Estaba lleno de vinos! Tuvimos que botarlos. 

Miré con horror a mi mamá.

- ¡Botarlos! ¿Mamá acaso estás loca? Fácil eran vinos súper caros que pudimos haber tomado o vendido.

Mi mamá en silencio se acercó a mí y me susurró al oído.

- Tranquila, los mejores los he guardado para tomarlos secretamente mientras tu padre duerme jejeje

Entramos al lugar y estaba lleno de cajas polvorientas.
- ¡Tienes muchísimo trabajo por hacer!
- ¡Ya lo creo! - dije mientras pasaba el dedo en las cajas para ver el nivel de polvo, felizmente no era una masa. Creo que una pasada con la aspiradora podría solucionarlo. - ¡Gracias, mamá! - dije mientras la abrazaba - Este lugar está increíble, lo amo.
- Me alegra muchísimo que te haya gustado, Meg - Su abrazo era cálido y cuando nos separamos percaté en su mirada una lágrima - Ya es hora de preparar el almuerzo ¿Vienes?
- Mejor me pongo manos a la obra y comienzo a ordenar - exclamo mientras mi remango las mangas de mi camisa a cuadros color azul - Felizmente he venido en la mañana y no en la tarde - dije suspirando viendo todo lo que tenía que hacer en aquel almacén. Mover un par de cosas, limpiar otras. 
- ¡Esta bien! Pero ven cuando te llame a almorzar ¿eh? - me ordenó mientras se alejaba de lo que sería ahora mi propio almacén.

Mi mamá sabe que cuando comienzo algo me encanta terminarlo, sino me estreso mal. Esa era una de las tanta cosas que Derek odiaba de mí, pero que mis jefes amaban... Y ahí vamos otra vez, pensando en él.
- ¿Hasta cuando voy a seguir así? - dije entre dientes

De repente un ruido extraño se escuchó en la ventana. Asomado a ella estaba un chico extraño de cabello castaño claro y ojos verdes. Casi ya terminando de treparse a ella, digo: 

- ¿Y tú, quién carajos eres?



No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora