Capítulo 8.

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Cuando me levanté ya eran pasadas las 10 y me sorprendí de lo mucho que había dormido y lo tarde que era. Siempre fui de las que dormía lo justo y seguía trabajando, pero la emoción de ayer no dejó que pegara un ojo cuando logre acostarme ya que en lo único que pensaba era en el doctor sexy y lo muy perfecto que había sido todo.

Aunque cuando logre conciliar el sueño aún seguía soñando con él y sus manos recorriendo mi cuerpo. ¿Cómo es que un solo encuentro con un hombre pueda afectarme tanto? No lograba comprenderlo, es como si me hubiera hipnotizado por completo, sabía que estaría en el Hospital y ansiaba poder verlo.

Por más que moría por verlo debía de saber controlarme, no lo conozco y tengo que tomarme las cosas con calma no perder el juicio y de esa forma evitar salir lastimada si las cosas no se dan como quiero.

Teniendo clara mi mente decidí que disfrutaría estos días en las que estoy con mis amigos nuevamente, revisaría mi mail en el desayuno para ponerme al tanto de las cosas en la empresa pero me concentraría más en disfrutar de esta tranquilidad y del amor de mis amigos.

Ya lista una vez que me di una ducha y me cambié, bajé las escaleras yendo a la cocina. Moría por una taza de café negro y unas tostadas.

- Buenos días!! – dije al ver que todos se encontraban pululando buscando que comer. – Veo que no soy la única que durmió hasta tarde.

- Buenos días hermosa! – me saluda Martín con beso fugaz en la mejilla.

- ¡Amiga! – exclama Any – Sheryl estaba emocionada por conocer los detalles de tu cita que estuvo esperando que te levantarás pero luego tuvieron que marcharse

- ¿Tan intenso estuvo la noche que no pudiste seguir tus horarios esta mañana? – Pregunta Bastián logrando conseguir un codazo de parte de Celeste, me reí ante tal situación.

Sabia que todos estaban ansiosos por conocer los detalles así que me tomé mi tiempo en servirme mi anhelado café y el pan en la tostadora, una vez que todo estuvo servido me senté junto con mis amigos y fue cuando los miré a cada uno y sonreí.

- Fue estupendo.

Todos rieron mientras me animaban a seguir.

Fuimos a su casa, preparo la cena que por cierto fue riquísima. Tomamos vino y en su jardín, que es una maravilla total, nos tumbamos en uno de esos sillones colgantes donde obviamente nos besamos, pero no ocurrió nada más. Según él porque quiere que hagamos las cosas como se debe que quiere conocerme de verdad y no solo ser una simple aventurilla.

- Pff! – dice Martín sorprendiéndonos a todos ya que su cara estaba contraída al escuchar mis palabras ¿Qué le ocurría? – Suena a un discurso basura de alguien que quiere aprovecharse de ti.

- MARTIN! – reclama Anabelle, había dejado la cuchara con la que alimentaba a la pequeña Jenna muy ruidosamente sobre la mesa. – Tú no sabes eso y no te corresponde a ti argumentar si es sincero o no con sus palabras.

Un silencio incómodo inundó la habitación, claramente todos estaban a la espera de que dijera algo a los comentarios de Martín, pero la verdad es que no sabía que decir. No me lo había esperado, creía que estaría feliz por mí, pero ahora que pensaba recuerdo que ayer estaba de un humor extraño y mucho no había opinado acerca de mi cita, quizás no le agrade ser el único que no lo esté intentando.

- Como sea, me iré a dar una vuelta – dijo y se retiró dejándonos a todos con la boca abierta.

Un silencio incómodo inundó la habitación, todos se habían quedado viéndome esperando una reacción de mi parte, pero simplemente yo no sabía que decir o que hacer, su actitud me había tomado por sorpresa y ese resentimiento que escuché en su voz me preocupó.

7 De JulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora