Finalmente era sábado, mi cabeza me estallaba y mis recuerdos iban y venían. ¡Diablos! Había tomado condenadamente mucho y ahora me arrepentía por mis acciones. Cuando me giré me encontré que estaba el sillón porque este se me terminó y termine cayendo de culo sobre el piso.
— ¡Maldita mierda! — vociferé tan fuerte, me había dolido.
Miraba a mi alrededor y no comprendía cómo es que había llegado a casa y con quién porque el único recuerdo que tenía en mi mente era estar en el bar bebiendo como un loco escuchando las risas constantes de Leslie por alguna estupidez que Felipe susurraba en su oído. Luego de eso había perdido por completo la noción de todo y había caído en el pozo de los no recuerdos.
— ¿Qué habré tomado que me dejó tan mal?
— Vodka mi amigo.
— ¡SANTA MIERDA! — grité espantado cuando detrás del otro sillón escuché la voz de Felipe y luego de un momento a otro tenía su rostro adormilado y con resaca frente al mío. — ¿Qué haces en mi casa?
— Anoche nos hemos quedado aquí ¿No lo recuerdas?
Niego con la cabeza porque no tenía absolutamente nada en la cabeza luego de ese último recuerdo.
— Le habías dicho al sujeto del bar que si estábamos muy ebrios nos enviaran aquí con un taxi. Llegamos y Leslie pidió tu habitación, iba subir con ella pero no había encontrado por donde subir y me decidí en dormir en el sillón.
— Felipe has dormido en el suelo porque no estabas en el sillón y allí tienes las escaleras por ahí debías de ir para llegar a la habitación.
Me reiría a carcajadas solo si no me doliera tanto la cabeza, sé que si me reía me dolería aún más. Pero las ganas no me faltaban, mi amigo había perdido su momento nuevamente por haber ahogado sus penas maritales en vodka. Era un imbécil, aunque pensar en mis amigos en mi cama no era una imagen que quisiera para siempre. No, mejor que haya sido un idiota.
— ¡Diablos amigo! ¡Auch! — exclamó porque con su grito y ese movimientos brusco le habrá dolido aún más la cabeza por la resaca. — Dime que tienes algo para esto, me siento fallecer.
— Por suerte si pero espero que no estén vencidas, no suelo emborracharme por lo que las compré hace mucho tiempo y no las usé nunca.
— Bueno pero ha valido la pena, la hemos pasado de diez.
— Debo correr y alistarme hoy tengo la famosa comida con los amigos de Arami.
— Te va ir bien amigo, solo sé tú mismo.
Fui por las benditas pastillas y luego a sacar a la usurpadora de cuartos para poder ducharme y vestirme en tiempo récord. Cuando ya me encontraba frente a mis perchas dónde no sabía que ponerme si camisas o remeras, decidí tomar el celular para preguntarle a Cony cual iría mejor, entonces me doy cuenta que tenía varias llamadas de parte de la loca de Solana y también algunas pocas de Cony.
¿Qué habría ocurrido?
— ¿Constanza? — Pregunté a penas escuché su voz del otro lado.
— ¡Joaquín! — respondió feliz — ¿Cómo estuvo la noche? ¿Te divertiste?
— Si linda, es más acabo de salir de la ducha y estoy pensando en que sería más adecuado para vestir. Te estaba por llamar para preguntarte pero ví tus llamadas perdidas.
— Fue porque creí que no te habías despertado y con la intención de hacerlo. Nada grave. Ponte lo que quieras, siempre te ves guapo y sexy.
Una risita de niña pequeña acompañó a su comentario que me hizo reír a mi también. Era dulce cuando lo quería, y fría y distante cuando así lo necesitaba. Ya había conocido ambas caras de su personalidad y podía decir que todas las amaba. Era especial y no quería perderla, de eso estaba muy seguro.
— Genial, elegiré algo simple y ya estoy en camino. ¿Necesitas que lleve algo? Podrías darme alguna idea para poder caerles bien a tus amigos, algún detalle.
— Las chicas amamos beber cosas fuertes y los chicos aman los puros.
— Mmm muy bien, tengo el mejor lugar donde conseguir esas cosas. Te veo en un ratito, te quiero.
Me vesti con lo primero que ví que era cómodo y luego salí de casa bastante nervioso pero decidido, conocía un buen lugar donde vendía muy buenos puros y uno de los whisky más ricos que he probado, con textura y cuerpo extraordinario. La tarde luego del almuerzo sabía que sería ideal para disfrutar de esas dos cosas.
Cuando estaba de camino a comprar los presentes nuevamente mi celular comenzó a sonar, cuando lo miré ví que era la más odiosa de las mujeres. Solana. Esta vez decidí que atendería porque la conocía y sabía que fastidiaría todo el día.
— ¿Qué quieres? ¿Cómo es que no te cansas de insistir en dónde no te quieren?
— No seas hipócrita Joaquín, te recuerdo que aún soy tu esposa. Y sé que me andas engañando con una mujer, te advierto más vale que la dejes porque sino conocerás de lo que soy capaz. Esa ridícula relación ya ha durado lo suficiente.
— Lo lamento Solana pero esta vez no va ser como quieres. La amo, me escuchas. Es especial para mí así que vete metiéndote en la cabeza que ya estamos separados, firma los malditos papeles del divorcio y dile a mi madre que también me deje en paz.
Sin darle tiempo a replicar corté la llamada, no iba tolerar más de su parte. Está vez me había cansado y por fin diría basta. Luego de hoy hablaré con mi madre muy seriamente y luego hablaré con Constanza para aclarar las cosas de una buena vez. Estaba harto de sentir esto en mi interior, la culpa de estar mintiendo cuando no se lo merece.
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7 De Julio
Short StoryConstanza siempre había sido determinada para todo, amaba tener el control de todo en su vida. Cumplía con todo lo que se proponía y siendo aún joven había logrado tachar algunos logros importantes en su lista de prioridades en la vida. Pero lo que...