7 De Julio

Capítulo 25.

Estaba furiosa por las mentiras de Joaquín, el no haberme dicho que tenía una esposa aunque estuvieran separados, es algo imperdonable. Había confiado en él, había logrado que me abriera y le mostrara lo que soy, yo la mujer más desconfiada del mundo había confiado en alguien que no se merecía mi confianza.

Pero a pesar de todo eso no podía culparlo, la mujer estaba desquiciada por completo obsesionada con él, saber que lo había estado acosando todas las veces que quiso darse una oportunidad con una mujer justificaba en parte su silencio y porque la mantuvo en secreto, pero si se supone que las cosas iban enserio había esperado que en algún momento mencionara que tenía una esposa loca de remate.

Tenía miedo, bastante en realidad. Escuché que le decía donde nos podía encontrar, también sus amenazas y conocía sus ideas. Me tenía atada a un poste muy cerca del acantilado, su idea era desesperarlo al verme tan frágil como estaba ¿Para qué? Para que eligiera si él o yo. La muy loca quería que él decidiera por su vida o la mía, pretendía jugar a la ruleta rusa con ambos.

Sabía muy bien que exigirle volver era imposible, él no volvería con ella. Lo supo cuando desistió a la idea de tener una novia y comenzó a acostarse con todas solo para fastidiarle la vida, también lo supo cuando ella le exigió que me dejara y él no estuvo dispuesto porque le aseguró que me amaba como nunca la había amado a ella y que lucharía por mi.

Su clara intención era esa, que luchara, que luchara para ver quien seguía con vida. A pesar de lo enfadada que estaba con él también lo amaba y me preocupaba, no podría vivir sabiendo que entregó su vida por mi, que decidió entregarse él como sacrificio para que su loca esposa no me asesinara. No podría tolerarlo, no podría vivir con eso.

Tan solo deseaba que él viniera pero que no haya seguido con las instrucciones de Solana y que viniera con ayuda para poder parar toda esta locura. Estoy muy segura que mis amigos no lo dejarían venir solo, alguno trataría de pararlo, pero si eso significaba también poner en peligro a alguno de ello... ¡Ay Dios mío! Que desesperación es la que siento.

— Ya no tardará en llegar, muy pronto veremos a nuestro hombre ¿Ya lo esperas con ansías linda? o ¿Aún estás muy enfadada? — Su risa maliciosa me taladraba la cabeza, estaba harta de escucharla.

— No te saldrás con la tuya maldita loca. — grité ferozmente.

En ese momento escuché como un auto venía por el camino hasta allí, en cuestión de segundos unos grandes faroles de luz paró cerca de nosotros alumbrándonos. Era el auto de Joaquín. Cuando lo vi bajando solo mi corazón comenzó a latir rápido, acelerado por la preocupación y la desesperación ¿Qué pasaría ahora? Esta mujer estaba loca, por completo desquiciada y su locura bien podría acabar con los dos al mismo tiempo, nada nos nada la certeza de que cumpliría con su palabra.

— Veo que has venido por tu querida amante.

— Ya suéltala Solana, estoy aquí como querías. Déjala ir.

— Mmm no, quiero jugar y no puedo hacerlo sola así que ustedes dos me ayudarán.

Solana se acercó a él con una gran sonrisa siniestra, lo miró desde los pies hasta la cabeza para luego mirarme a mí y con una mano sostenía el arma mientras con la otra acariciaba cada parte del cuerpo de Joaquín frente a mi sin despegar sus ojos de mi, su intención era clara, darme celos.

Joaquín la miraba con asco, odio y muchas emociones negativas, jamás lo había visto así de esta manera. Podía ver como su odio destilaba con cada caricia suya, sus ojos inyectados en sangre tan solo la veían a ella como esperando el momento justo de poder hacer algo. ¿Tendrá algo en mente?

— ¿Qué es tu idea Solana? Porque ni creas que volveré contigo, sabes perfectamente porque hemos terminado, sabes que desde aquella vez la confianza entre nosotros desapareció y te has encargado todos los días desde entonces para que pueda odiarte.