¡Wow! Simplemente puedo decir eso, estábamos comenzando nuestro fin de semana de la mejor manera posible y no lo podía creer. De hecho sí, ya me había imaginado que esto ocurriría ya que esta mañana los ojos del doctor sexy estaban obnubilados por la lujuria. Era inevitable para los dos mantener nuestras manos fuera del otro, él era lo más increíble que pudo sucederme y quería creer que yo también lo era para él. La manera en la que me tocaba, me besaba y gemía cuando disfrutábamos del otro me decía que sí, pero no quería volver a ilusionarme para luego darme cuenta que no era así.
Con Martín había sucedido eso, había estado muy convencida que ambos funcionaríamos. Disfrutábamos tanto cuando estábamos solos que era grandioso, pero solo era eso. Luego fuera de la cama no nos poníamos de acuerdo en nada más, hasta incluso cuando nos encontrábamos en aquellos momentos casuales como una cita o viendo una película terminaba en discusión. Nos dimos cuenta que como pareja sería imposible para los dos, aunque logramos mantenernos estables como amigos siempre y cuando no estuviéramos involucrados de ninguna forma. Fue difícil darnos cuenta de la realidad pero fue lo mejor.
No quisiera que lo mismo nos sucediera con Joaquín, él parecía ser alguien mucho más atento y detallista que hasta ahora no habíamos discutido por nada importante. Sus constantes bromas o sus intentos por molestarme eran lo único que lo hacían diferente a mí, su necesidad por frustrarme era algo que a la vez me hacía reír. Pero seré sincera, no quisiera volver a ilusionarme tanto y luego encontrarme con que la realidad es otra. Estos días deberán ser más que pasión, quisiera conocer al hombre con todo lo que lo hace ser él para estar segura de que esta vez sea el indicado.
— ¿Me dirás lo que estás pensando? — su voz ronca me sacó de mis pensamientos, estaba apoyada en su pecho mientras miraba a la nada. Su mano recorría un sendero imaginario en mi espalda acariciándome suavemente logrando estremecerme.
— ¿Si te dijera que no, te molestarías? — pregunté levantándome un poco para poder mirarlo a los ojos. Su sonrisa traviesa me recibió y puedo decirles que mariposas revoloteaban en el estómago cada vez que lo veía sonreír de esa manera.
— Para nada, solo quería saber si los querías compartir conmigo, pero si no es así no pasa nada.
Sus manos subieron hasta mi rostro colocando un mechón de pelo rebelde que había caído sobre mis ojos. Sus pulpejos se sentían suaves al tacto como si fueran manos de bebés, pero eran enormes y abarcaban toda mi mejilla cada vez que las apoyaba ahí. Delineaba con su dedo cada sector hasta que finalizó en mis labios, yo me mantuve callada viendo como sus ojos seguían a sus manos en ese recorrido infernal.
— Hermosa, eres simplemente preciosa. — su susurro pareció ser más para él que para mí, como si necesitara reafirmar su pensamiento en voz alta. Decidí que haría lo mismo que él, apoyé mis manos en su mejilla acariciando suavemente dibujando cada centímetro de él.
— Tú eres hermoso, sé que quizás suene raro para un hombre que le digan algo como eso, pero para mi eres perfecto.
— Tú eres la que eres realmente perfecta, todo en ti me fascina. Tu cuerpo me vuelve loco, tu sonrisa me alegra el alma y tus ojos, tus ojos son como un portal que me llevan a otro mundo cada vez que los veo. No sé como podré vivir de ahora en más si no los veo.
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7 De Julio
Short StoryConstanza siempre había sido determinada para todo, amaba tener el control de todo en su vida. Cumplía con todo lo que se proponía y siendo aún joven había logrado tachar algunos logros importantes en su lista de prioridades en la vida. Pero lo que...