Fuera del area de servicio.

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—Jajajaja, ay Sam, tampoco tenes qué irte al otro extremo, ambas sabemos qué no harías una cosa así — dijo saliendo y cerrando la puerta.

Y tenía razón, por algo siempre me llamaban, "La correcta Sam", no supe que había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero al recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para perder la cordura, incluso de mi propio nombre.

Suspire y mire mi celular que había dejado al lado del teclado de la computadora, ¿habria alguna restricción en cuanto al horario?, volví a recordar las reglas y no mencionó nada al respecto. Lleve las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas, pero, ¿Que me ocurría?, aún no había pasado ni doce horas de haberlo hecho con él y yo ya ansiaba que volviera a pasar.

"Y te aseguro que te dejará sin sentido", recordé las palabras de la chica que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón y no solo por el magnífico sexo que habíamos tenido, sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo. El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

Afortunadamente, para mi salud mental, ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque de repente me reía yo sola porque algún recuerdo me venía a la mente y hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba haciendo. Eran las 7:30 pm cuando termine la campaña publicitaria en la que estuve todo el día trabajando, apagué la computadora y saque mi bolso del cajón del escritorio, tome mi celular y lo mire fijamente, ¿sería demasiado desesperado de mi parte volver a llamarlo hoy?, ¿ni siquiera dejar pasar un dia o dos para volver a buscarlo?, pero solo el hecho de volver a recordar sus caricias me exitaba por completo, era la primera vez que algo así me sucedía y no es que el sexo con Lucas fuera malo, escaso sí, pero cuando lo hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche.

Teníamos ya cinco años de novios y era el único hombre que había conocido mi intimidad, antes de enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mi misma completamente diferente.

Entonces vi que el celular se encendía anunciando una llamada de él, precisamente.

—Hola amor. ¿Como estas?— dije mientras tomaba mi bolso y salía de la oficina.

—Bien cariño, ¿Y t5u?, ¿Te gustaron las flores?

—Claro, son hermosas.

—Te dije que te recompensaria, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.

—Ok, te veo en cinco minutos, ya voy a la salida.

Colgué y apreté el botón del ascensor, al salir del edificio vi el flamante auto negro de mi novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y el me abrazo, en ese momento, sentí todo el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación la falta de tiempo.

Cuando nos separamos, me entregó un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un hermoso dije en forma de luna, la culpa se incrementó y sentí en mi espalda como si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzada, no solo lo había engañado anoche con un desconocido sino todo el día con el pensamiento.

Fuimos a un lindo restaurante de comida italiana y nos sentamos al fondo, ordenamos una botella de vino tinto, ensalada y pasta, brindamos por mi cumpleaños y por el cierre de otro exitoso negocio que él concretaba.

Fue una linda velada que me hizo olvidar todos los pensamientos lujurioso que había tenido durante el día, estaba frente a un hombre real, del cuál conocía todo y que además amaba y me amaba. Pago la cuenta y salimos tomados de la mano del restaurante, nos besamos mientras nos llevaban el auto, que diferentes eran sus besos a los de aquel extraño, pensé tratando de borrar aquellos recuerdos. 
Llegamos a mi departamento y lo invité a subir, necesitaba apagar el fuego que me había estado consumiendo todo el día.

Entramos tomados de la mano y  cuando subimos al ascensor no pude contenerme y lo bese desesperadamente mientras acariciaba su pecho por encima de la camisa, al llegar al piso de mi departamento Lucas me miro de forma extraña.

—Sam... nunca antes me habías besado de esa forma— exclamo sorprendido.

—Te necesito— respondí con voz de niña pequeña—. Y te extraño.

Entramos a mi departamento y volví a besarlo frenéticamente mientras hacía que se sentara sobre el sillón y yo me sente encima de él y comencé a desabrochar su camisa con urgencia, él me acariciaba la espalda, comencé a besar su cuello, estaba llegando al último botón de su camisa, cuando su celular sono.

—No contestes— suplique con la voz entrecortada.

—Puede ser importante-—replicó tratando de alcanzar el celular de su pantalón.

—Si es importante volverán a llamar— insisti exasperda.

—Perdón hermosa, pero sabes que es mi deber contestar el celular sin importar la hora que sea.

Entonces, se sente molesta a su lado mientras recuperaba el compás de mi respiración y el latido normal de mi corazón. Me di cuenta de que era Jorge, su padre y jefe, que lo llamaba para recordarle la importante junta que tenía al día siguiente a las ocho de la mañana junto al tan pesado entrenamiento de la tarde. En cuanto colgó vi como abrochaba su camisa, yo me lleve una mano al cabello y lo hice para atrás.

—Perdóname mi amor, tengo que irme, mañana tengo que madrugar, la junta es en Nueva York y sabes como se pone el tráfico alla.

—Dijiste que me recompensarias — dije furiosa cruzandome de brazos.

—Y lo voy a hacer, te lo prometo, mi papá me va a dar un par de días libres como recompensa al negocio que ayer cerre y los entrenamientos ya están terminando haci que vamos a viajar a dónde vos quieras.

—Eso me venís diciendo los últimos seis meses y todavía sigo esperando.

—Te prometo que ahora si es de verdad, vos sabes que trabajo por los dos.

—Si ya sé, ya sé, pero... ¿hace cuanto no hacemos el amor?, ¿tres meses?, ya ni siquiera lo recuerdo— agregue frustada, cuándo el estaba jugando para River y yo estaba en la universidad lo habíamos hecho más veces en una semana que las que hemos hecho en el último año.

—Mi amor te juró que yo también te extraño y te necesitó en ese aspecto, pero tenes que comprender que de este trabajo podemos tener todo lo necesario para casarnos y mudarnos a Italia.

—Lo sé y lo entiendo— dije resignada—. Qué descanses y suerte en tu junta.

—Te amo Sam, por favor nunca lo dudes— dijo tomando mi rostro entre sus manos.

—Yo también te amo— respondí. Me dio un ligero beso en los labios y se fue.

Me quede ahí, sentada en el sillón, resoplando, a pesar de que me sentía frustrada por el rechazó de mi novio, que prefería a sus negocios antes de complacer a su novia aunque fuera por cinco minutos, lo que me tenía mal era saber quién era verdaderamente al que necesitaba y deseaba en estos momentos; así que me levante y saque el celular de mi bolso y decidida marque su número, me importaba un reverendo pepino si pensaba que era una urgida que no podía conseguir una pareja de forma normal, mi cuerpo entero estaba reclamando, ansiando y deseando esos besos y esas caricias que me volvían loca por completo.

"El número que usted marcó se encuentra apagado o fuera del área de servicio"

—¡Maldición!— grité aventando el celular al sillón llena de rabia pensando que esas caricias y esos besos que tanto necesitaba estaban siendo entregados a otra desconocida.

Frustrada y resignada me metí a darme una ducha de agua fría.











Ardiente tentación (Julián Álvarez)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora