11. Ponte deportivas

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Narra Mónica

Total, que al final ayer no pude ver a Vanesa, aunque sí me entretuve mucho hablando de ella con Ana Pastor, madre mía, Ana se quedó loca, mejor dicho, loquísima. Nos divertimos hablando, riendo, ella no paraba de hacerme bromas, que si Vanesa tal, que si Vanesa cual, un escándalo. Me alegra habérselo contado, con Ana siempre he tenido una conexión que iba más allá de la amistad, parecíamos hermanas, de las buenas, de esas que se cuidan y se miman cuando la otra está desanimada.

En cuanto a Vane, hablamos por la tarde, me llamó para disculparse por no haber respondido mis mensajes, en resumen, había llevado un día de locos. Al otro lado del teléfono se podía notar su angustia y su estrés, aunque ella lo intentaba disimular diciendo que estaba bien, yo sabía que no era verdad. Ahora mismo son las 10 de la mañana, no he querido enviarle nada ni llamarla por si estaba descansando del día anterior, me comentó que se acostaría tarde.

Mientras tanto, yo he estado trabajando para adelantar y tener más tiempo libre, estar enamorada siempre me había sentado bien, hacía las cosas con más ánimo y feliz. Pero esta vez todavía más, sentía que en vez de andar levitaba y cuando veía a Vanesa, esa levitación se convertía en vuelo.

A las 12 de la mañana recibí un mensaje, de mi Vane, por supuesto.

V: ¡Buenos días!😁😁😁

M: Buenos días ¿Qué entusiasmo, no?

V: Estoy muy contenta, tienes razón.

M: ¿Y eso?

V: Pues porque hoy te veo, ¿sabes?

Sinceramente, me alegraba de que estuviese mejor, más animada, pero no tenía ni idea de que nos íbamos a ver. Que yo recuerde, no había quedado con ella todavía.

M: ¿Ah sí? Lo primero que oigo, la de las noticias soy yo y me estás dejando en jaque😂

V: Es que las sorpresas no cuentan como noticias... a las 20:00 paso a recogerte, ponte deportivas (no hace falta que vayas en chándal) y espérame en la puerta.

«¡¿Cómo?!» Por más que le pregunté a dónde íbamos, o que íbamos a hacer, no me contestó, me dejaba en visto la muy... Vaya tela, esta mujer no dejaba de sorprenderme. Y aunque me picaba mucho la curiosidad, lo dejé estar, ahora solo me tocaba esperar hasta las 20:00.

Narra Vanesa

El día de ayer fue horrible, mucho papeleo y mucha intensidad para acabar de pulir los últimos detalles de la gira... sí, de la gira que empezaba aproximadamente en un mes. La idea de hacer una gira, normalmente, me encantaba, poder cantarles en directo a mis fans, poder sentir la emoción de las personas que me ven en España y fuera de España es alucinante.

Siempre deseaba hacer giras, cantar, bailar, sudar, reír, llorar (de emoción), pero esta vez sentía que hacer la gira era alejarme de Mónica, y eso me agobiaba, no quería separarme de ella, ni que nuestra relación se enfriase. Por lo tanto, había decidido pasar el máximo de tiempo con ella y esta tarde/noche iba a ser el primero de muchos ratos que disfrutaría con ella.

Ya estaba en el coche de camino a su casa, qué ganas de volverla a ver, Mónica tenía duende, me engatusaba con su encanto y hoy no iba a ser menos. Aparqué en la puerta de su casa y sin parar el motor, bajé la ventanilla y le dije:

—Venga sube que nos vamos —le tiré un beso al aire.

Rápidamente subió, se sentó en el asiento del copiloto y me volvió a preguntar dónde íbamos, yo le respondí.

—Lamento comunicar a los pasajeros de este coche que no podremos desvelar información sobre el destino —puse voz de megáfono, como se oía en los aviones, y, seguidamente me empecé a reír como una loca.

—Anda que ya te vale- se reía conmigo.

Cuando paré de reírme, y pude abrir los ojos llorosos le di un beso, ya había pasado demasiado tiempo sin sus besos, y me puse a conducir. En este viaje, no hablamos demasiado, tenía a Mónica al lado cantando como una loca las canciones de Leiva. Había sido buena estrategia la de poner tope a Leiva, al menos no me preguntaría nada. 40 minutos después llegamos al destino. Todavía no era de noche, nos quedaba una hora de luz.

—Aranjuez —dijo ella, leyendo el cartel, con un tono entusiasmado.

—Muy bien Moni, ¡qué capacidad de lectura tienes!- respondí.

—Te he traído a Aranjuez, sí, lamento no haberte llevado a París, algún día iremos —ella me dejó hablar, escuchándome atentamente—, quiero que me conozcas más, y qué mejor que traerte al sitio donde vengo para calmar mi alma.

—Vane, como si me hubieses llevado debajo de un puente, si es contigo entonces es perfecto.

«¡¡No la podía querer más!!»

—Pero Vane, ¿por qué llevo deportivas y tú no?- me dijo ella extrañada.

—Porque quería verte con deportivas, no sé, me ponen las mujeres con deportivas.

Narra Mónica

«¡La madre que la parió!» Se empezó a reír como una loca, le faltaba el aire. A mí al principio no me hacía ni pizca de gracia, pero claro, después de unos minutos, no me quedó otra opción que empezar a reírme con ella. Qué bien nos sentó aquella risa floja, después de un rato me dijo:

—Bueno ven que te voy a enseñar mis lugares preferidos.

Al cabo de un rato, estábamos sentadas en el césped, mirando cómo atardecía, al lado de un lago y rodeadas de naturaleza ¿Podía haber algo mejor?

Al cabo de un rato, estábamos sentadas en el césped, mirando cómo atardecía, al lado de un lago y rodeadas de naturaleza ¿Podía haber algo mejor?

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«De Tus Ojos»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora