Narra Vanesa
—Lo de la terraza está casi recogido, han ido ayudando mientras que se iban, mañana acabo de quitar todo —le dije, estaba cogiendo todo el valor que podía.
Durante esa noche había bailado con ella, desquitándome, dándolo todo, bailando con rabia, sabiendo que tras lo que le iba a decir en unos momentos nuestra historia cambiaría. Había aprovechado las últimas canciones de la noche para acercarme a ella, supongo que estaría confundida, pero lo necesitaba, necesitaba bailotear a su alrededor, sentir que todo seguía como antes.
—Tranquila, mañana te ayudaré.
Me contestó eso, y lo primero que se me pasó por la cabeza fue un «ojalá», ojalá que mañana todo siguiese igual y tuviese las mismas ganas que ahora de ayudarme a quitar la mesa, pero supuse que mañana sería un día diferente.
—Vale, ¿vienes arriba?, estoy cansadísima.
—Conforme has bailado, mañana tendrás agujetas.
Fuimos hacia arriba, yo con la cabeza agachada, respirando hondo tratando de calmarme, buscando las primeras palabras que deberían salir de mi boca para explicarle lo sucedido pero estaba bloqueada, no encontraba ni una que me cuadrase. Luego comprendí que no encontraba las palabras correctas porque lo que había hecho no estaba ni cerca de ser correcto.
Mónica ya se había puesto una de mis camisetas para tirarse a la cama, como solía hacer, yo entré al baño para quitarme el poco maquillaje que llevaba y echarme agua sobre la cara, tratando de esclarecer mis ideas. Salí del baño, me paré un segundo en la puerta para observarla, era perfecta, tumbada sobre las sábanas, sus piernas estiradas y mirando el móvil, hasta que me vio parada y me preguntó:
—Martín, ¿qué te pasa?
Eso mismo me preguntaba yo, que me había pasado por la cabeza para no retirarme a tiempo ante la presencia, la maldita presencia, de Malú. No tenía respuesta. Fui hacia la cama y me senté con mis piernas cruzadas, a su lado, acariciándole el pelo, ella cada vez estaba más extrañada, por lo que decidí soltarlo de una vez.
—Mónica, tengo que contarte algo —me paré unos segundos, retoqué mi flequillo, lo que hacía normalmente cuando estaba nerviosa.
Narra Mónica
Al final le pregunte qué le pasaba, no aguantaba más, necesitaba una respuesta aunque no fuese a gustarme.
—Dime —no me salieron otras palabras, quería que hablase ya de una vez.
—Moni, te quiero como nunca he querido a nadie, tú ya lo sabes, lo sabes, te quiero más de lo que puedo soportar —me dijo agonizando y casi sin aire, en otro momento quizás le habría dicho que yo también la quería, más que a nadie, pero la dejé seguir hablando, me callé.
—Y aún así, he cometido un error de esos que te persiguen un largo tiempo. Lo siento, lo lamento con todo mi ser, y ojalá volver atrás y cambiar lo ocurrido pero no puedo, lo siento —rompió a llorar y se cubrió la cara con sus manos, yo traté de consolarla, poniendo mi mano sobre su hombro, prudentemente.
Sabía lo que me acababa de decir, pero nunca la había visto así, derrumbada, sumergida en el agobio de sus palabras, no voy a mentir, a mi también me faltaba el aire, por lo que me acababa de decir y por lo que estaba viendo. Se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas llamaban a la puerta de mis ojos, estaban a punto de pasar. Ella cogió mi mano y la dejó sobre el colchón, cuidadosamente.
—Vane, me lo imagino, pero dímelo, dímelo, ¿qué has hecho? —le susurré con desesperación, sabía que había pasado algo con Malú pero necesitaba oírlo de sus labios para poder creerlo, y para saber qué pasó realmente.
—Estábamos en la cocina y nos fuimos acercando... —me incorporé de la cama, no podía estar tumbada ni un segundo más, me ahogaba. Me levanté de la cama, no podía ni mirarla a la cara, ahora la que lloraba era yo, mientras miraba por la ventana el reflejo de la luna en el mar.
—Te juro que mientras que nos acercábamos solo podía pensar en ti Moni, te lo juro, pero mi cuerpo no paraba de ir para delante y cuando, bueno, cuando nuestros labios se tocaron, la aparté y me aparté. No ha significado nada, por favor, mírame, ella no es nada para mí. Tú eres mi todo, desde que te conozco mi vida es mucho mejor, me odio, me odio.
Me dijo todo aquello del tirón, yo todavía tenía que asimilar lo que me acababa de decir, pero no la podía mirar, porque si la miraba me hundiría todavía más. Mi primera reacción fue de ira, «¿cómo podía haberme hecho esto?, no te creo», pensé, no me podía creer lo que me estaba diciendo, Vanesa era mi seguro de vida, y había besado a otra.
No pude decir nada, me quité su camiseta, sorbí bruscamente con mi nariz, parpadeé rápido con tal de parar de llorar, me vestí con mi ropa. Ella me miraba, desolada, mientras que yo rápidamente cogía lo primero que tenía en el armario, trató de alcanzarme con sus manos pero no la dejé, no dije nada, tenía que salir de allí cuánto antes, no quería decir nada que fuese irreparable.
—¿Dónde vas? ¡Es tarde! —me gritó mientras me perseguía de lejos, bajando las escaleras.
—¿Ahora te preocupas por mí? —le contesté bruscamente, casi gritando, cerré de un portazo la puerta y me fui, no sabía dónde iba, pero tenía que calmarme y aquella casa no me iba a calmar.
Narra Vanesa
Allí estaba yo, con el sonido del portazo que acababa de dar Mónica todavía clavado en mi cabeza, llorando desconsoladamente, gritando, dándole puñetazos al sofá e insultándome en voz alta, tratando de liberar la furia que tenía dentro. Quería vestirme e ir detrás de ella, corriendo, suplicando, pero pensé que no sería lo mejor, ella estaba rota, y yo también.
Me puse lo primero que encontré y también salí de casa, tenía que darme el aire, como me quedase entre las cuatro paredes de mi casa me volvería loca, el primer lugar donde iría, en plena madrugada, sería el mar, mi segundo hogar. Hacia allá que fui mientras que en mi rostro descendían dos cataratas llenas de agua salada, mientras que sudaba del calor que desprendía mi cuerpo, salí.
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«De Tus Ojos»
FanfictionCuando el amor entra en nuestras vidas es imposible mirar para otro lado, esto les ha sucedido a nuestras protagonistas, Vanesa Martín y Mónica Carrillo, que se han mirado a los ojos y han dicho: «vamos allá». Y ese «vamos allá» se ha convertido en...