18. Málaga

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Narra Vanesa

Qué buenos momentos había pasado con Mónica estos días, qué risas, pero sobre todo, ¡cuánto amor! Era una todoterreno, se adaptaba a todas las situaciones, encajábamos a la perfección, para cada frase mía ella tenía una respuesta que me sorprendía, para cada respuesta mía ella tenía una acción que me cautivaba, para cada acción mía ella tenía la pausa necesaria y la prisa medida.

El fin de semana me lo había pasado haciendo la maleta, volviendo loca a Ana contándole todo lo que había pasado, corriendo de un lado para otro, llamando a mis padres para decirles cuando llegaríamos. Iríamos en coche al final, porque quería llevarme a Carmela y a Bruno, ellos disfrutaban mucho en mi casa de Málaga, en la playa, en la piscina, mis perros eran como mis hijos y no iba a permitir que no viniesen conmigo, eran parte de la familia, no los podía dejar. Yo estaba estresada, pero suponía que Mónica todavía más porque ella estaba trabajando sin parar todo el fin de semana. Era todavía domingo por la tarde, salíamos mañana temprano para no pillar tráfico.

V: ¿Cómo lo llevas?

Le envié un mensaje pero no recibí respuesta alguna, estaría todavía trabajando. Hoy, además, había cubierto una última hora en la franja de las noticias, por lo que, en vez de terminar a las 16:00, había terminado una hora más tarde. Me encantaba verla por las noticias, era extraño verla en directo y que ella no me viese a mí, yo pegada al televisor, observando cada pequeño gesto, cada sonrisa y cada chascarrillo que compartía con su compañero. Unas horas después me contestó.

M: Todo lo bien que se puede llevar. Pensando ya en la ropa que me voy a poner para ver a mis queridos suegros😂

Lo peor es que seguramente no era una broma, ciertamente estaría rebuscando en el armario los pantalones perfectos o el vestido perfecto.

V: Lleves lo que lleves vas a estar guapísima. Y si no llevas nada, mejor😂

M: Claro, me presento desnuda: Soluciones Vane S.L.

V: AJJAJAJAJ me meo.

M: sí sí, tú méate, yo mientras seguiré buscando, luego hablamos, a qué hora pasarás por aquí.

V: Sobre las 8 de la mañana, luego te llamo.

Me habría ido a dormir a su casa o ella a la mía pero todavía nos quedaban cosas por preparar. Por cierto, Ana no vendría el lunes, quizás se pasaría más tarde, lo había decidido así, tenía asuntos que solucionar aquí en Madrid.

Narra Mónica

Ya había hablado con Vane y era hora de irme a dormir, mañana saldríamos pronto y quería ir descansada, cuantas menos ojeras mejor.

Eran las 8 menos diez y Vane ya estaba en mi puerta, cuando quería sí que era puntual la tía! Estaba ayudándome a cargar las cosas en el coche.

—Mónica que te vienes 5 días, no 3 meses, ¡la Virgen! —me dijo viendo todo lo que había preparado—, menos mal que el maletero es grande, si no te tocaba ir corriendo detrás.

—A ver, he traído un poco de todo, por si refresca —contesté poco convencida y riéndome.

—¿Por si refresca en julio en Málaga? Tiene sentido, claro, raro es que no te hayas traído un abrigo de piel —me dijo en tono sarcástico.

—Ala pues ya está —dijo ella entusiasmada—, unas horitas y estamos allí.

Narra Vanesa

El viaje transcurrió tranquilo, Mónica se durmió un rato, no mucho, no quería dormirse para que yo no me durmiese, me estuvo dando conversación para que estuviese entretenida.

—No queda nada ya, —abrí la ventanilla un segundo— mira, ¿hueles eso? Olor a mar.

—Yo sinceramente no huelo nada, pero si tú lo dices me lo creo —me contestó, yo no olía nada tampoco, era un decir, creo que estaba nerviosa, no había pillado la ironía, eso era raro.

Empezó a sonar el móvil, como lo tenía conectado al coche, lo cogí en altavoz, era Toñi, mi madre.

—Hola cariño, ¿como vais?

—Hola, estamos al caer, igualmente mamá pasaremos primero por mi casa para dejar las cosas —miré a Mónica todavía recriminándole todo lo que se había traído, ella se encogió de hombros.

—¿Vendréis a comer?

—No creo, estamos bastante cansadas, nos pasaremos después, te llamo luego.

—Vale, besos.

—Besos —colgué.

Podríamos haber ido a comer perfectamente con mis padres pero prefería que Mónica se instalase y estuviese más relajada, que viese mi casa y tuviese tiempo para habituarse a los aires de mi querida Málaga.

—Gracias Vane —me dijo ella, parece que me leía la mente. Le sonreí y le puse mi mano sobre su muslo, le apreté ligeramente y volví a poner mi mano sobre el volante.

—Ya estamos en Málaga —dijo ella leyendo el cartel.

—Primero Aranjuez, ahora Málaga, ¡se te da muy bien leer las señales de tráfico!- dije sorprendida.

—En 2 minutos llegamos a casa, ahí sí que verás el mar y lo olerás.

«De Tus Ojos»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora