VII

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Cómo no, aquellos días en el campamento se me hicieron mucho más difícil de lo que esperaba.

De vez en cuando me sorprendía a mí misma con la vista fija en ella, en sus movimientos, en su cuerpo, su rostro, sus labios...

Pero no fui la única.

De la nada podía sentir sus ojos sobre mi cuerpo, y al encontrarse sus ojos con los míos, su mirada se perdía de nuevo en la habitación tratando de disimular cual niño que se ha visto atrapado haciendo lo que no debía.

Miradas furtivas, sonrisas con nombre y apellidos y una tensión increíble. Así pasamos los primeros días allí, después de habernos dado cuenta ambas de que era lo que nos estaba pasando.

-Como mañana es el último día aquí, esta noche vamos a salir en mitad del campo a celebrarlo- comentó Mónica, una de las bailarinas amigas de Saydi, mientras cenábamos –Os vendréis, ¿no?- preguntó casi como una afirmación

-No sé, quiero estar fresca mañana, no me apetece que Juan o Mimi me maten- expliqué mientras removía sin muchas ganas el plato de comida

-Si ellos también se vienen- rio Claudia –Como se nota que no les conoces... no se pierden una fiesta por nada del mundo-

-Bueno, si voy es solo un rato- Cedí, lo que ellas celebraron como la mayor victoria.

Y puede que al escuchar el plan pensase que era una especie de "botellón casual"

Nada más lejos de la realidad.

Claudia, Mónica y Saydi se atrincheraron en nuestra habitación para elegir la ropa y maquillarnos.

Yo, que tenía pensado ir en chándal, acabé vestida con un crop top rojo de cuero y unos shorts color celeste, casi desteñidos, más blancos que azules. Y maquillada como si fuera a salir de fiesta con Beyoncé

Ellas no se quedaban atrás, increíblemente rompedoras para salir a beber en medio del campo.

Al llegar al lugar donde celebrarían la pequeña fiesta improvisada, junto al lago, pude ver que no éramos las únicas vestidas para la ocasión

-Joder- murmuré casi inaudible al verla. Mis ojos se encontraron con su escultural figura en cuestión de segundos, como si estuvieran entrenados para ello.

Un vestido rosado corto, de cuero, era lo único que cubría su cuerpo, marcando su figura de manera escandalosa

-Mira a la jefa, ha venido a matar- vaciló Saydi al oído de Mónica

-Buscando que Alicia pierda las bragas- carcajeó la morena

No voy a mentir, es comentario no me hizo la más mínima gracia, de hecho me desagradó la idea de que Mimi se hubiese esmerado en un look solo para impresionarla a ella

-Ya llegó la fiesta- rio Juan al ver los efusivos abrazos de Mimi con las chicas, que más que bailarinas en su proyecto, eran amigas.

No hice mucho caso a sus palabras, pues no entendí el punto al que quería llegar.

Pero no tardé en entenderle. En cuestión de minutos, las chicas y Mimi cambiaron el ambiente relajado y tranquilo a uno efusivo y sensual.

Poco alcohol habían ingerido, pero parecía ser parte de su ADN. La fiesta iba en su sangre

-¡Laura!- escuché la voz de Saydi por encima de la música, giré en su busca y al verla hacer señas para que me acercase, avancé hasta ellas. -¡Enséñales lo que es un buen perreo que estas no tienen ni idea!- Pidió entre risas señalando a Mónica y Claudia

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