Como todo en esta vida, Los días en la casa rural llegaron a su fin.
Y por mucha caña que nos dieran aquellos días, por muchas agujetas que soportase... Me moría por regresar.
Y vale, no precisamente por volver a bailar doce horas al día sin descanso... quizá era por ver a aquella diosa del sur ondear su melena rubia por cualquier esquina.
Lo reconozco. Extrañaba verla... extrañaba besarla, extrañaba tocarla, extrañaba sentirla. Extrañaba todo de ella.
Su cuerpo, sus labios, su voz... toda ella era adictiva y yo ya me había enganchado.
¿Qué podía llamarla o mandarle un mensaje cuando quisiera? Sí...
¿Qué evidentemente no lo haría porque el miedo a agobiarla o ser rechazada era mayor que mis ganas? Pues también
Me encontraba en esa típica situación en la que los consejos de una amiga te salvan. ¿Pero de que amiga?
Literalmente las únicas "amigas" que había logrado hacer aquí en Madrid son mis compañeras de trabajo. Y no solo eso, es que antes de ser mis amigas, son amigas de Mimi.
Además, nadie sabía nada sobre "lo nuestro" o al menos nadie lo sabía por mi parte. No es que fuera un secreto, es que no me apetecía compartir lo que sentía con nadie... Como si manteniéndolo solo para mí, solo para nosotras, lo hiciese más real, más puro
Así que mi mejor opción era sencilla; Comerme la cabeza yo sola hasta acabar rendida a manos del cansancio y el sueño.
Y eso hacía. Mi cabeza daba vueltas a mil por hora, tratando de ordenar mis ideas y pensamientos.
Era raro. Jodidamente raro.
Sentía cosas por ella.
Sí, sentía cosas por una chica de la que prácticamente no sabía nada, a la que casi no conocía.
Bueno, miento. La conozco... en lo sexual.
Sé cómo le gusta follar pero no sé cuál es su serie favorita.
Conozco el punto exacto para hacerla venirse en mis manos pero no tengo ni la menor idea de quién es, que hace, como ha llegado hasta aquí...
No sé su historia pero sé cómo hacerla gritar en la cama.
-Genial- bufé sintiéndome abrumada ante los pensamientos que se atoraban en mi mente –Si es que no tiene sentido, no puede salir bien- me lamenté de la manera más dramática que pude.
Fue en ese momento que decidí afrontar mis emociones
¿Realmente sentía cosas por ella? ¿O solo me gustaba la forma en la que me hacía sentir?
Quizá solo estaba enganchada a ese hormigueo en el bajo vientre que siempre me hacía sentir.
La pantalla de mi teléfono móvil iluminándose me sacó de mi trance.
"Mimi"
Al ver su nombre en la pantalla me dio un vuelco al corazón, perdiéndose así algún latido.
Suspiré recobrando la calma, tan solo era un mensaje.
"¿Te apetece venir esta noche a mi casa? ¿Netflix y manta?"
La mezcla de emociones y sentimientos que se concentraron en mi estómago en ese momento me dejó claro que, tenía razón, estaba sintiendo cosas por ella.
Tecleé mil veces un mensaje que me convenciera como respuesta, pero siempre acababa eliminando el texto escrito, pues todo era demasiado efusivo.
AL final me decanté por un simple y aparentemente impasible "Vale, esta noche en tu casa"
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