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2:35 de la madrugada. Ambas chicas se dejaban caer sobre el colchón, exhaustas, buscando recobrar el aliento.

Sus respiraciones entrecortadas acompañadas de los últimos jadeos del maravillo orgasmo que acababan de compartir

No era el primero de la noche, y tampoco sería el último, pero había sido agotador.

-Dios- el susurro ahogado de la rubia resaltó sobre el ambiente de la habitación –Que gusto-

-Estoy agotada, me tiemblan hasta las pestañas- rio la morena alzando la mano y dejando ver su pulso tembloroso

-¿Estás muy agotada o aún aguantas?- Mimi giró levemente sobre su cuerpo, apoyando una de sus manos en el vientre de su compañera sexual de la noche.

-No sé yo...- conforme terminaba de hablar, las manos de la granadina se aventuraban entre sus piernas y sus labios rodeaban uno de sus pechos. –Sí, sí que aguanto- Laura afirmó rotundamente al sentir el calor invadir su cuerpo de nuevo

La noche se les fue entre orgasmos, besos, gemidos, y caricias...

A eso de las 4:30 se dejaron vencer por el sueño y el agotamiento

Tomaron la mañana para dormir lo que no habían dormido en toda la noche. No les pudo el hambre, el agotamiento era mayor. Ni siquiera les molestó la luz del día irrumpiendo en la habitación a través de la ventana.

Descansaban plácidamente acurrucadas en el cuerpo de la otra. Disfrutando del vaivén de sus respiraciones y del calor de sus pieles.

La primera en abrir los ojos fue Mimi. Sintiendo el calor del sol sobre su espalda.

Dudó entre abrir los ojos o simplemente reacomodarse en la cama, pero terminó por elegir la primera opción al sentir el peso de otro cuerpo sobre su brazo.

La rubia pestañeó varias veces sin enfocar la vista, a la vez que los recuerdos de la noche anterior inundaban su mente.

Sonrió involuntariamente para luego mirar el cuerpo desnudo de la colombiana a su lado. Le parecía tan increíblemente perfecta...

Con la yema de sus dedos y el mayor cuidado que pudo, se dedicó a acariciar los miles de tatuajes que cubrían su piel morena.

Al parecer, las caricias despertaron los sentidos de Laura, pues se removió un poco en su posición para terminar abriendo los ojos con pesar.

-Buenos días- el dulce susurro de la granadina como el primer sonido para escuchar al despertar, a Laura se le antojó la mayor de las fantasías.

-Hola- susurró de vuelta la morena mientras se acomodaba en la cama, quedando involuntariamente más pegada a la granadina

-¿Qué tal has dormido?- la sonrisa que acompañaba sus palabras era la más dulce que la colombiana había visto jamás

-Pues muy bien- sonrió sincera –Como un bebé, ¿Y tú?-

-Muy bien también- respondió de la misma manera -¿Te apetece desayunar?- Laura asintió a su pregunta, y Mimi giró sobre su cuerpo en busca de su teléfono móvil –Bueno, creo que más bien vamos a comer- puntualizó al ver la hora que marcaba el reloj del móvil

-¿Qué hora es?- preguntó Laura confusa, dudando que fueran más de las doce de la mañana

-Las 2:30- respondió la granadina dejando sorprendida a la morena. –Así que una ducha y a comer ¿Te apetece ir a algún restaurante? Porque yo la cocina la llevo fatal- La cotidianidad con la que Mimi había entablado aquella conversación removió algo en las emociones de la colombiana.

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