El miedo aumentaba en mi cuerpo conforme el metro avanzaba. Cada vez quedaba menos para llegar al estudio y no me sentía nada preparada para enfrentar el momento.
Además, iba a llegar tarde y con cara de moribunda... ¿Estaba a tiempo aún de dar media vuelta?
Con un poco de suerte el resto de bailarines estarían igual de resacosos y me eso ayudaría a disimular un poco.
Y con aún más suerte, llegaría con el tiempo justo de entrar a clase y empezar, no habría tiempo de que Mimi me acorralase para hablar, así que aún tendría aún un mínimo 4 horas más para pensar que decirle.
No me equivocaba en mis cálculos, llegué al estudio de baile justo a las 15:05. Nada más llegar, me apresuré a cruzar el inmenso hall que llevaba hasta las aulas de baile. Podía sentir mis latidos acelerarse, pero traté de mantener la compostura y no exteriorizar el amago de infarto que parecía estar a punto de darme.
Nada más cruzar el umbral de la puerta que daba al aula donde ensayaríamos, sentí el fuego de su mirada quemarme la piel. Empezábamos bien
Me costó pasar saliva con el nudo que se me acababa de formar en la garganta al ver su semblante más serio que nunca. Nunca antes la había visto así... tan seria... es que no parecía ella.
Tome aire como pude, tratando de aparentar normalidad, y tras dejar mis cosas en uno de los bancos al fondo de la clase, me uní al resto de bailarines imitando los estiramientos que hacían.
Mi mirada evitaba la de la rubia a toda costa, y en esas estaba cuando accidentalmente se cruzó con la de Mónica.
Definitivamente, era seguro decir que ella tampoco había pasado buena noche, se le veía en la cara pero, a diferencia de mí, ella ni siquiera se molestó en tratar de disimularlo con maquillaje.
Una vez consideró suficientes los estiramientos, Mimi comenzó el ensayo, casi que a gritos y con toda la mala leche que cabía en su cuerpo. Nunca antes había sido tan exigente y estricta en un ensayo.
-Que no grite más por dios- escuché a Claudia suplicar en un susurro. –Me va a estallar la cabeza- se lamentó
Otra que tampoco parecía en sus cinco sentidos era Saydi, bueno, para ser exactos, la mitad del cuerpo de baile parecía sacado de un videoclip de Michel Jackson. Y me atrevería a decir que eso solo empeoraba el humor de la rubia.
-Me parece increíble- habló abruptamente Mimi alzando la voz. Acto seguido, la rubia se acercó hasta el equipo de música, apagándolo y volviéndose a dirigir a nosotros. –No dais un puto paso- espetó con un mosqueo de manual que ni siquiera se molestaba en disimular –Pero claro, salís de fiesta y se os olvida que sois bailarines de élite, con un proyecto importantísimo a la vuelta de la esquina y para el que vamos a contrarreloj con los ensayos, por lo tenéis que dar el 100% y no estáis dando ni un 5%-
El silencio se hizo en la sala, las miradas de la mayor parte de los presentes estaban clavadas en el suelo, esperando recibir el monumental sermón que la rubia parecía tenernos preparado.
Tenía toda la razón, los pasos no eran limpios, no estábamos en sincronía, nos perdíamos a mitad... y eso que estábamos aún con una de las coreos más trabajadas. Así que sí, su enfado con el cuerpo de baile era completamente lógico y justificado.
-Es que no puedo verbalizar la decepción tan grande que siento ahora mismo...- continuó la rubia haciendo un barrido general por la clase con su mirada, pero deteniéndose finalmente sobre mí al terminar la oración.
En ese momento, sentí su mirada quemarme, por lo que no pude evitar mirarla de vuelta. Mala idea, pésima. Mimi clavo sus ojos sobre los míos y negó con decepción antes de continuar, volviendo a perder la mirada entre los presentes.