IV

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-¿Qué te ha dicho?- Saydi entró como un torbellino en la habitación, sobresaltándome.

-¿Qué?- pregunté abandonando mis pensamientos y volviendo a la realidad

-¿Que qué te ha dicho Mimi, cuando me ha pedido que saliera?- insistió curiosa

-Ah... nada, que... que si estaba cómoda aquí- mentí con lo primero que me vino a la cabeza

-¿Solo eso?- preguntó no creyéndome del todo

-Sí, solo eso- afirmé fingiendo desinterés en la conversación.

El día pasó entre presentaciones, ensayos y actividades grupales para conocernos. En todo el día no volví a ver a Mimi, ni siquiera me la crucé por un segundo, era como si se la hubiera tragado la tierra

-Oye Saydi- llamé la atención de mi compañera de habitación -¿Cuál es la habitación de Mimi? Es que quiero hacerle unas preguntas y no la he visto hoy- mentí descaradamente

-Creo que la 9, pero no estoy segura- Habló pensativa –Es la última del pasillo, a la izquierda- explicó

-Gracias- sonreí amable antes de salir disparada hacia donde me había dicho, evitando otro interrogatorio por parte De la Morena.

Llevaba todo el día dándole vueltas a las palabras de Mimi, me había dejado un mal sabor de boca terrible y me negaba a dejar las cosas así. Quería explicarme y que comprendiera que no había querido hacer las cosas así, no había querido hacerla sentir así

Caminé por el pasillo mientras mi mente buscaba las palabras para afrontar la situación de la mejor manera posible

Llegué a la puerta de la habitación y ahí fue cuando me tembló el pulso. Dudé varias veces en llamar a la puerta, quedando todas ellas en un vano intento.

Justo cuando estaba completamente decidida a llamar a la puerta, esta se abrió abruptamente, revelando a una chica de unos veintitantos años, morena, cabello largo y ojos azules.

-Eh...- traté de articular palabras al verme "atrapada" por la despampanante chica frente a mí

-Mimi, te buscan- habló ella indiferente para luego salir de la habitación contoneando las caderas a medida que avanzaba por el pasillo.

-¿Si?- preguntó la rubia desprevenida mientras se abrochaba el pantalón y se acercaba distraída a la puerta -¿Qué haces tú aquí?- preguntó recobrando esa seriedad que comenzaba a caracterizarla en mi presencia

-Quería hablar contigo- comencé mi diálogo que llevaba preparándome mentalmente toda la tarde

-Creo que no tenemos nada que hablar- Mimi atrapó el pomo de la puerta entre sus manos y casi me cierra dicha puerta en las narices, pero estuve más rápida y la detuve apoyando la mano en esta

-Sí, sí tenemos de que hablar- No me preguntéis de donde saqué el coraje para encararla, solo sé que no quería dejar aquél mal rollo que se había formado por un malentendido -¿Puedo?- pregunté señalando el interior de la habitación

-Para qué preguntas si vas a hacer lo que te salga del coño- ironizó caminando hasta el fondo de la habitación y dejándome vía libre para entrar.

Y eso hice, me aventuré a entrar en la habitación y cerré la puerta tras de mí, tomando aire en el acto y siguiendo sus pasos hasta quedar junto a ella.

-A ver...- Comencé buscando la manera de arrancar la conversación –Ha habido un gran malentendido- La sonrisa sarcástica de Mimi se dibujó en su rostro al instante

-¿Ah sí?- rió irónica

-Sí- Afirmé segura de mis palabras –Y no tendría por qué estar aquí para aclararlo, pero aquí estoy. Porque no me apetece que pienses lo que no es- continué –Lo primero de todo, para ninguna de las dos fue un simple polvo de una noche "insignificante"- Hice comillas al repetir la forma en la que ella había calificado nuestro encuentro sexual –Para mí no lo fue y sé que para ti tampoco-

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