"Mexicanos en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria (...) muero con honor, no como traidor"
Agustin de Iturbide (19 de Julio 1824)
Penúltimo capítulo de La Guerra de los Emperadores en el Palacio de Iturbide.
17 de junio de 1863 12:00.
Palacio Imperial, Ciudad de México.
Teniente Coronel Cárdenas.
La celda era pequeña estábamos los tres ahí en la oscuridad con los únicos ruidos de las charlas y risas en los pasillos de los guardias además de las pisadas de las ratas, el frio se sentía en los huesos llegaba un momento que no sentía los dedos de los pies por la temperatura. Carpio se agripo durante la última "noche".
Porque se unieron al ejercito- pregunto el viejo soldado recargado en un muro.
Como señor- pregunte mientras volvía la vista a él.
Porque se unieron al ejercito- volvió a preguntar mientras daba un suspiro- yo me uní al ejercito virreinal en 1810 porque quería conocer algo más que mi pueblo natal conocer el continente y con la esperanza de conocer alguna vez el mundo, al final solo conocí gran parte de nuestra patria.
Algún día lo hará- respondió Carpio que se estaba masajeando los pies- seremos llevados muy pronto a Francia.
No lo creo- respondió mientras dejo caer su cabeza a la pared- y ¿Porque se unieron al ejercito?
Quería entrar a la orden de Guadalupe- respondió Carpio mientras se metía paja en las botas- es más fácil conseguirlo en el ejército y esperaba volver a casa tras conseguirla casarme y poder tener una familia.
Tienes que pagar la medalla- respondió con una ligera risa- dependiendo de la clase es una pequeña cuota es por los materiales y el registro.
Mierda- respondió Carpio.
Por mi familia- respondí mientras me recostaba en la paja- mi familia es muy numerosa y no tenemos mucho para comer y el ejercito paga bien más que las minas de metal, solo espero que estén bien.
Volverán a casa- respondió el viejo soldado- no les interesaran ustedes solamente me quieren a mí, se hubieran ido a Oaxaca.
Estaría más lejos de casa- respondió Carpio mientras metía su pie en la bota y dejaba sacar un suspiro.
Además es nuestro trabajo- complemente mientras mantenía la vista en el techo- acompañarlo en todo momento.
De pronto los soldados franceses entraron y nos empezaron a gritar Carpio y yo nos paramos y ayudamos a pararse al viejo soldado y este agarro su bastón y empezó avanzar lentamente, avanzábamos con rodeados de soldados franceses dos guiaban la marcha mientras dos nos cubrían la retaguardia cada uno llevaba su mosquete con la bayoneta insertada al llegar a las escaleras iniciamos un ascenso saliendo de ese frio invierno, cada vez que ascendíamos de las profundidades del calabozo empezaba sentirse el calor del exterior, nos detuvieron cuando llegamos al final de la escalera mientras abrían la puerta al entrar llegamos a un cuarto donde se quedaban los guardias, ahí estaba otros cuatro franceses llevaban en las manos unas capuchas negras que nos pusieron en la cabeza, de nuevo estuve en las tinieblas.
Me empezaron a guiar a otro cuarto, pero al atravesar la puerta solo percibí una sensación de calor atravesando todo mi cuerpo, estaba en el exterior el sol apenas atravesaba la capucha pero esa sensación fue una hermosa experiencia después de quien sabe cuanto tiempo estaba en las tinieblas. Fui guiado a una carreta y me hicieron sentarme y solo escuchaba a los franceses a mi alrededor. No supe cuánto tiempo pasé ahí sentado, sentí que eran horas, pero lo único que hice en el camino fue rezar el rosario.
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Diarios, Cartas y Memorias de un Imperio
Historical FictionEn esta historia el Imperio Mexicano no cayó en 1823 tras una difícil estabilización política y económica logro mantener sus fronteras originales. Esta es la compilación de historias cortas de diferentes personas desde un simple soldado hasta el mis...