6. Puppy Love.

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El plan suena bien, incluso podría funcionar dependiendo del romance que yo le ponga.

El problema es como llevar a Carrie hacia ese malévolo plan. Va a caer, lo sé; el problema radica en cómo. 

— Y si... —comencé. Todos me miraron esperando la posible solución—. No, no...

— Pero si ...–dijo Owen— Nah, olvídenlo.

— Y entonces.... –contó London— no... ¡Espera! ¡lo tengo!

Rápido nuestra vista recayó sobre ella.

— Podemos ir a Miami. A Carrie le gusta Miami, no por la playa sino por las compras. Vamos hacia allá. Yo puedo ir con la excusa de que debo comprar ropa, ella deberá acompañarme. Luego, el resto del plan ¿Qué dicen?

— Suena sensato. Así cuando regresemos estará para su cumpleaños. Le diremos a Christopher que es una distracción para su fiesta sorpresa —explicó el pavo real.

La puerta suena con golpes lentos, debo asumir que es la señorita perfección rogando entrar, si no es ella no creo que alguien pueda tocar de esa forma la puerta.

— Ya abrámosle, me está matando no verla —confesé— espera ¿puedo preguntarles algo antes? —Ellos aceptaron— ¿Sabían que Carrie está tomando antidepresivos?

— ¿Qué? –Owen se alarmó. Él miró a London para saber si estaba al tanto de eso, por su poca reacción era evidente, ella lo sabía— ¡¿tú lo sabías y se o permitiste?! ¡Cómo pudiste Londres!

— ¡No me llames así! ¡Carrie las toma por tú culpa! —Me señaló— además, las ha tomado desde que llegó a esta casa y las dejó justo el día en que volviste. Así que si hay que culpar a alquien es a ti.

—Oye, eso no es justo.

Abrieron la puerta, y era Carrie con cara de espanto. Parada ahí, sin decir nada, observandome como si acabase de descubrir algo muy extraño.

— Habla, Ethan, ¿Qué te hicieron? Sólo para que lo sepas, todo lo dicho por ellos, es falso.

—Sí, lo imaginé —contesté poniéndome de pie, camino a ella— dijeron que me detestas. Cosa que obviamente es falso.

— No, eso es verdad —repuso mirándome.

Podía sentir su risa incluso con aquella cara de amargada.

— Sí claro, cariño.

— ¡Carrie! ¡Oh, dios! —London dio brincos sorpresivamente por toda la habitación mientras se golpeaba la frente con culpabilidad— ¡La reunión ¡debemos irnos!¡Ya!

Se tomó unos minutos pensando a que se refería su amiga para luego su mentón cayó. Acababa de recordar lo que la roja decía.

—¡Owen! —exclamó miss perfección— ¡Lo olvidaste también! ¡Rayos! Denme cinco minutos, me arreglo y nos vamos ¿Vale?

Los dos asintieron.

Salió corriendo del despacho.

— ¡Ve! –me dijo Owen con un palmeo en la espalda—, sube a su cuarto, ayúdala a vestirse.

— ¿Estás demente? –pregunté alarmado— ¡Si subo me mata!

— ¡Yo conoczco a esa chica m+as que tú! ¡Así que sube o el que tendrá que desvetirse será otro!

Por su tono de voz no dseaba arriesgarme a averiguar a lo que se refería.

Corrí con cuidado de no toparme con Oliver. Subí las escaleras y escuché una canción sonando. Era lenta, seguí la melodía que me llevó hasta su alcoba. Hice lo que Owen sugirió y me asomé por un pequeño hueco en su puerta, ahí estaba. Probándose desnuda, frente a un gran espejo un hermoso vestido azul. Podía ver su figura esbelta y una pequeña porción de su pecho.

Perros y gatos no se juntan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora