4. Lindo momento para pensar eso.

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Mis ojos pesan mucho y en mi cabeza hay un tambor resonando con furia. Intento dar respiraciones leves, lentas, e incluso así, mi pecho arde.

— ¡Carrie! —Era la voz de André demasiado fuerte. Hice una mueca de disgusto, apreté los ojos antes de abrirlos y mostrarle mi enojo—, Oh... Lo siento.

— ¿Qué rayos pasó? —gruñí. Sostuve mi cabeza con ambas manos mientras luchaba por sentarme y recuperar mi espectacular glamour— Auch... Demonios.... ¿Qué pasó, Leblanc?

— Bueno, te desmayaste por una crisis asmática... Gracias al cielo los paramédicos pusieron colchonetas a tiempo. ¿Estás mejor?

Asentí.

Lo que sin duda fue mala idea pues todo me dio vuelcos.

Me levanté de la camilla parpadeando, viendo todavía borroso: me encontraba en una ambulancia, éramos los únicos en la parte trasera. En el piloto estaba un hombre fumando.

—Deberías... —Él me sujeta del brazo cuidadosamente para ayudarme a ponerme de pie—. Carrie, deberías descasar.

—Odio las ambulancias, ya vámonos.

Bajamos de la ambulancia y seguíamos en la feria pero ya había oscurecido mucho.

Encontré a los niños sentados en el suelo, me acerqué aprovechando que el vago se quedó charlando con una joven doctora.

— Roy... —saludé— ¿Cómo estás?

— Bie, gachias po savarme —me apretó entre sus pequeños brazos— Me alega que ete bien.

— También a mí —reaccionó Meg—, tuviste una gran caída.

— Eso dicen, ¿no sabes quién de esos paramédicos me salvó? Tengo que agradecerle.

— ¿De qué hablas? —se extrañó Megan— Te quedaste colgada y cuando caíste, André te atrapó.

Mi boca se abrió un poco de la impresión, después fruncí la frente.
Ahora me duele más  la cabeza de saber que ése me salvó la vida.
A estas alturas, desconfiar de él, luego de que se quedó cuidándome hasta que despertara, y me salvó...

Lo hizo, definitivamente se ganó mi confianza, y lo aprecio. Tengo que agradecérselo. Pero, peeeero. Que me haya salvado la vida no significa que seamos amigos, me salvó, bien, gracias, hasta ahí. Nada ha cambiado. Imagínense, ¿llegar a ser amiga del vago ese?... Ew, no. Primero uso ropa de segunda mano.

Ja, sí. Como no.

El pobretón nos alcanzó, y nos dijo que era hora de comer.

Aquí vamos, Olsen... Luego te arrepentirás pero lo vale.

— André... — llamé, fingiendo desinterés— ¿Cómo es que no morí?

— Ya te lo dije —contestó sin mirarme— te salvaron. Un paramédico. ¿Por qué lo preguntas?
— ¿No sabes quién fue? Debo agradecerle.
—Sí pero no es guapo, así que mejor te ahorras el coqueteo con él.
—¿Quién dijo que quería coquetear?

Se encogió de hombros.

— Me lo imaginé.

—Que mal m... —dije pensando lentamente. Él se detuvo dejando que los niños avanzarán solos;me observó con curiosidad esperándome— Quería darle un beso.

Perros y gatos no se juntan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora