15. Guerra de besos.

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Vaya, deberían verlo... Esta para babear. A pesar de estar muy callado desde que salimos del hotel, solo tenía una ligera sonrisa en su rostro, como si estuviese satisfecho.

Justo ahora miraba por la ventana del taxi con esa pequeña chispa de alegría en sus ojos.

—No has dicho ni una sola palabra desde que me viste en el hotel — digo, él ríe sin hacer ruido— ¿Qué es lo gracioso?

Su sonrisa se acrecentó, volteó su rostro hacia mí.

— ¿Tú que eres para mí?

No entendí a qué se refería con esa pregunta, soy su novia... Ah, ya veo.

Una pregunta difícil.

—Soy tu némesis —bromeó a la vez que entrecierro los ojos.

—Y yo soy el héroe.

— Bien, el papel de mala me queda. Soy mala y sexi, no tienes oportunidad contra mí.

Ríe.

—Sabes que los malos nunca ganan ¿no?

—Depende del plan. Creo que puedo ganar.

—Yo no estarían tan seguro. Es mi plan, tú debes perder.

Niego con mi cabeza, como si perder para mí fuese tolerable.

— ¿Tan seguro estas?

—Demasiado, no pierdo.

— ¿Y cuál es tu plan, héroe?

EL me da una sonrisa de lado y se acerca, con su mirada firme. Podía oler No.1, Clive Christian en su cuello y le sentaba perfecto con ese aspecto de niño rico... Ay, dios estaba para ser besado de urgencia

Compostura, Carrie

— ¿Mi plan? — me murmura— ¿quieres saber?

Asiento con idiota hipnotizada ante él.

—Lo sabrás al final de esta noche.

Una frenó en carro, despertando e de ese trance de seducida que causó.

Antes de entrar al restaurante, tenía una ligera intuición sobre su plan. Y... Sé que voy perdiendo.

Ingresamos al restaurante como si fuésemos distantes, él se acercó al hombre de recepción y dijo tener una reservación para dos.

—Por aquí, señor.

—Ven, Car. ¿Te gusta con vista a la calle, no?

—En realidad no pero oí decir a ese hombre que no hay más así que...

—Solo por hoy finge. — reclama.

—oh, sí, me fascina ver los autos mientras cómo.

Me cedió la silla primero, como un supuesto caballero y yo amablemente sonreí. Aunque esto es nuevo, o sea, lo de ser caballero, conociéndolo, él me quitaría la silla.

Tomé el menú y pedí una... Eh... No sé, debería pedir langosta pero... Mucho desastre, quizás milanesa con papas.

— ¿Ya escogiste que ensalada comerás? — me pregunta con una sonrisa burlesca.

— Sí— respondo siguiendo su juego — la ensalada Cesar suena fantástica. Tú sabes, debo cuidar la línea, estoy engordando.

— Ciertamente te veo un poco más obesa de lo normal.

Perros y gatos no se juntan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora