Capítulo 3. Un descubrimiento y una discusión.

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Han pasado dos meses desde el día en el que desperté en el hospital y aunque me ha costado un mundo de esfuerzo, noto que con cada día que pasa me es más sencillo mantenerme de pie.

Justo ahora disfruto del tímido sol que brilla en medio del jardín. Me encuentro en la casa de mis padres, Mix y yo decidimos que es mejor que la familia esté junta en esta casa por ahora. Escucho que Lawan me grita desde la biblioteca que ni se me ocurra salir de la casa y yo sonrío. Ella se preocupa demasiado por mí pero no puedo culparla. Yo mismo sé que debo ser mil veces más cuidadoso aunque si soy sincero, debo decir que ha sido bastante difícil poder adaptarme a una vida donde dependo de todos, especialmente de mi hermana y de Mix.

Un suspiro cansado escapa de mis labios mientras estiro los brazos al cielo y siento los tibios rayos del sol de la tarde en mi rostro. Estos dos últimos días han sido difíciles para todos. Aunque mis heridas han sanado y ya no siento que hay un abismo en mi vientre sigo sintiéndome cansado. Lawan dice que se debe a la magia oscura en los colmillos de Seedum y mi hermana se ha encargado de preparar un remedio tras otro para ayudarme a sentir mejor. Ya he logrado convertirme en el Lobo Plateado una vez más así que debe ser cuestión de tiempo para que pueda recuperar mi antigua vitalidad. Además, es realmente aburrido estar en casa la mayor parte del día pero cuando le hablo a Mix de ir a caminar al bosque miles de sombras atraviesan su mirada. Sé que él sigue teniendo miedo y no quiero obligarlo a hacer algo que no quiera hacer.

El invierno, es decir, lo más crudo de él vendrá pronto. Soy capaz de sentirlo ahora en la frigidez del aire que roza mi cara y en las nubes grises que se acercan por el horizonte. Nevará pronto. Cierro mis ojos y al rozar la mente de Varich me doy cuenta de que mi compañero está un poco lejos del sitio donde él, Kara y la manada suelen descansar. Él también sabe que el invierno vendrá pronto y que las oportunidades para cazar serán más escasas. Es por eso que él ha viajado con todos en dirección al norte, mi compañero sabe que siempre podrán correr tras de los ciervos de las montañas. Es la ventaja de tenerlos en la reserva, me digo, y no puedo evitar sonreír cuando Varich me muestra la imagen de Mix quien está al lado de Tian y Phupha. Los lobos juguetean a su alrededor mientras mi amado intenta hacer que se queden quietos para cambiar el rastreador que puso en sus orejas cuando no eran más que un par de cachorros lo que parece ser una vida entera atrás.

Incluso los doctores de la reserva se preparan para el invierno, me digo, por eso deben asegurarse de que los rastreadores funcionan. No podemos dejar que los lobos vayan muy lejos o que un depredador inesperado termine con la estabilidad de la manada. Las esperanzas son demasiado altas esta vez. Mix me ha dicho que se espera que para el próximo verano tengamos dos nuevas camadas de lobos en lugar de una. Mi amado está emocionado de verdad ante esa perspectiva y yo también.

-Seremos más soldados en la guerra- dice Varich, quien seguramente ha sentido ya mi presencia en su mente, de forma segura y yo no puedo evitar sentirme triste ante esa idea.

-Tus hijos no seguirán muriendo por mi culpa- le digo y él gruñe como si estuviera molesto.

-Dices tonterías, Pirapat. Mis hijos viven y cumplen su destino como cualquier otro lobo guerrero lo haría. Y si somos más, podremos ayudarte a vencer al lobo negro de una vez por todas.

-Ningún otro lobo morirá a causa de Seedum, no si puedo evitarlo-le digo a mi compañero de forma terminante y Varich lanza un quejido y ahora me doy cuenta de que pronuncié mis palabras con demasiada fuerza-. Perdona, Varich.

-Eres más poderoso de lo que fue Apinya o tu abuelo-dice mi compañero con algo de sorpresa-. Debo acostumbrarme a tu poder.

-Yo no soy tan fuerte- le digo y Varich suelta otro gruñido molesto que me hace sonreír.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora