Solitario

Capítulo 9. Las palabras de Aof y la oscuridad.

Me dejo caer en una de las sillas que están afuera de la sala de emergencias. Aún puedo escuchar el sonido de las máquinas que miden los signos vitales de los pequeños lobos y saber que sigo estando cerca de ellos me tranquiliza un poco. 

Los cinco siguen vivos, sus corazones laten de forma débil y debimos comenzar a alimentarlos por medio de sondas pero creo que lo lograremos. Durante las últimas horas e intentado que mi experiencia me guíe en su tratamiento pero todo es tan incierto. 

Al revisarlos no encontré rastros de algo que me guiara de forma certera al momento de hacer un diagnóstico. Si alguien me preguntara justo ahora cuál es la razón por la que los lobeznos están a punto de morir no tendría una respuesta concreta.

No sé qué les pasa, esa es la verdad. Khaotung y Nammon le han hecho una autopsia completa al cadáver de Lalita y no encontraron nada. No hay rastro de venenos. No había presencia de virus, bacterias o parásitos asesinos en ella. Es como si nuestros lobeznos simplemente hubieran perdido su vitalidad debido a un sortilegio, es como si alguien hubiera lanzado un hechizo sobre ellos. Me río porque todo esto es una locura pero no tengo respuestas con base científica justo ahora. 

Aof me dijo que los encontraron fuera de la madriguera, los seis estaban tirados sobre el suelo como si algo o alguien los hubiera fulminado. Varich y Kara corrían en círculos alrededor de ellos y aullaban con fuerza al tiempo que intentaban hacerlos ponerse en pie lamiendolos o intentando moverlos con sus hocicos. Aof dice que aquella escena era triste de verdad. Nammon jura que los ojos de Kara y de Varich estaban llenos de tristeza. Creo que la reserva está llena de dolor ahora. 

Me recargo sobre la pared. La silla de la sala de espera es sumamente incómoda pero no quiero moverme de aquí. No sé cuántas horas pasé al lado de los pequeños pero no quiero irme lejos de ellos. Estaré aquí para revisarlos dentro de dos horas. Estaré aquí para hacer algo más si es necesario aunque no tenga la menor idea de qué es lo que les pasa. Juré que los alejaría de la muerte y mi juramento sigue en pie. Sea lo que sea lo que está pasando con ellos lo resolveré. Mi convicción es de acero y cómo quisiera que mi cuerpo estuviera hecho del mismo material. 

Mis pies punzan porque he pasado al menos cuatro horas sin sentarme. Mi estómago clama por algo de alimento pero me sigo negando a comer algo. No, no puedo comer porque no puedo distraerme. Mi cabeza también me reclama atención por medio de un dolor sordo que hace que cierre los ojos. Y bueno, no quiero hablar de mi corazón que sigue absorbiendo mi energía desde el lado izquierdo de mi pecho. 

Intento respirar de forma profunda y cuando mi cabeza descansa sobre la pared blanca de la sala de espera una parte de mi agradece el hecho de que tengo un pretexto convincentemente para no ver a Earth. Sí, sé que estoy siendo patético pero no quiero y no puedo enfrentarlo. El día de hoy ha sido el más difícil de mi estancia en Bangna y sé que aún podría ponerse peor pero no pensaré en ello. 

Sólo necesito permanecer sentado quince minutos más. También debería de tomar una enorme taza de café porque sé que esta noche no dormiré y si mi estómago tolera el líquido, quizá pueda preparar un bocadillo rápido en el  comedor del personal de la reserva. Eso es lo que necesito. Eso y que los pequeños lobos recuperen un poco más de energía porque fue terrible verlos en el estado lamentable en el que se encuentran. Apenas respiran. Sus corazones laten con demasiado esfuerzo. No están bien, dios, ¿Cómo puedo hacer para que estén bien? 

—Doctor, necesito hablar contigo— dice de pronto la voz preocupada de Aof y mis ojos se abren de par en par al oír la petición de mi jefe directo. 

El hombre también luce cansado y terriblemente preocupado. La sonrisa con la que siempre suele recibirme por las mañanas se encuentra totalmente ausente de sus labios. Aof también está desecho. Aof también teme lo peor.