Solitario

Capítulo 1. En medio de la tormenta y los recuerdos.

Mis ojos se abren de par en par. Mi corazón late con una velocidad terrible. Estoy asustado. No puedo respirar. Busco su cuerpo cálido al lado del mío pero me basta notar el enorme agujero negro en mi pecho para que todo el frío de la montaña se meta en mi corazón.

Sahaphap no está aquí. Se han llevado a Sahaphap de mi lado.

Intento calmarme, intento respirar con normalidad y olfatear el aire a mí alrededor para percibir su aroma, ese perfume dulce y embriagador que me hace saber que él está cerca. Quizá sería más fácil si pudiera adoptar la forma del lobo plateado pero temo hacer un alboroto por nada. Tal vez Mix tuvo que ir al cuarto de aseo. Quizá necesitaba un poco de aire. Quizá...

No, él no está aquí. De verdad no está aquí y sé muy bien que haga lo que haga no lo encontraré en este sitio. No debo perder más tiempo, debo empezar a buscarlo, debo correr a él. Una sonrisa amarga se forma en mis labios al percatarme de que no tengo ropa alguna que me cubra porque la noche de ayer fue mágica y todo lo que nos importaba a los dos era poder estar tan cerca del otro como fuera posible en cuerpo y alma. Estar en los brazos de Sahaphap descubriendo los misterios del amor que no creí posibles sino hasta que me reflejé en sus ojos fue como un enorme milagro, un milagro del que todavía no creo ser merecedor porque encontrarme con él por fin fue como dejar de caer en el abismo.

Supongo que a veces sucede que llevas mucho tiempo cayendo en la nada, estás tan acostumbrado a la caída que ni siquiera notas que estás cayendo. Y de repente, la mirada de alguien detiene la caída. Y te miras en esos ojos, te ves en ellos por primera vez tal y como eres, no como los demás te han dicho que debes ser. Y lo que ves no te asusta, no te avergüenza y te dices que en esos ojos está bien ser tú y quieres ser uno mismo con esos ojos.

Pero la mirada clara de Sahaphap no está aquí conmigo y el dolor me cubre de nuevo, sé que debo mantenerlo a raya pero me es casi imposible. Antes ya estuve a punto de perderlo, pero no había dolido de esta manera. Antes estuve a punto de cortar el lazo que nos ha unido desde que él llegó al mundo tres años después de que llegara yo. Estuve a punto de perderlo de la manera más estúpida posible y no pasa un día sin que me arrepienta de haber sido un completo idiota.

Todo empezó al inicio de este año cuando, justo después de las grabaciones de mi última serie, mi salud comenzó a decaer. Estaba muriéndome porque me negaba a aceptar a Mix como la fuerza de mi corazón y cuando el heredero directo del poder de los lobos se niega a vivir el destino que le fue otorgado, los dioses de la montaña helada no tienen piedad: si rechazas tu naturaleza, también rechazas tu vida y lo lógico hubiera sido que los jefes de Bangna me dejaran morir de modo que el siguiente heredero en línea al poder pudiera tomar posesión del enorme privilegio al que yo estuve negándome desde que mi madre murió. Sin embargo, como ni Nammon, ni Lawan ni yo habíamos tenido hijos, dejarme morir no era una opción. Los jefes tenían que darme una segunda oportunidad a pesar de mi rebeldía.

Así que cuando regresé a Bangna donde las cosas no habían estado bien por años, supe que había vuelto para dejar de ser el hombre idiota y egoísta que había sido por tanto tiempo. Evidentemente, nadie aparte de Varich me recibió con los brazos abiertos, no tenían por qué. Cuando toqué a la puerta de mi hermana menor ella me dedicó una mirada asustada y me invitó a pasar a la casa de nuestra familia con algo de resquemor. No me preguntó cómo estaba, ella ya lo sabía. Lawan tiene el poder de saber qué es lo que pasa conmigo, sus sueños se lo dicen. Es una habilidad que heredó de mi madre pues todas las mujeres Watthanasetsiri nacen con esta poder.

Mi hermana menor me recibió con una sonrisa fría simplemente para decirme que si había vuelto, tenía que ver al consejo de los jefes y arrodillarme ante ellos. Sí, yo, el heredero del poder de Apinya, la gran loba plateada, tenía que humillarme delante de los cinco hombres más poderosos de Bangna pero aquello no me aterraba. Lo merecía. Lo que los jefes decidieran hacer conmigo, yo tendría que acatarlo me gustara o no porque ya habían tenido demasiadas consideraciones hacia un chico rebelde y estúpido como yo lo había sido.