Capítulo 4. Una joya hecha de piedra lunar y mil estrellas.

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Mis ojos se abren de forma lenta, con algo de pereza y mis pupilas luchan por acostumbrarse a la luz opaca del día que entra por la ventana. El sol no se ha asomado detrás de los negros nubarrones que cubren el cielo, lo que me deja ver que el pronóstico del clima será acertado y que la primera nieve de la temporada llegará a Bangna en cuestión de horas. Sé que hace frío afuera pero apenas soy capaz de sentirlo. Cuando estoy sano como ahora, la temperatura de mi cuerpo me permite mantenerme cálido aún si afuera está helando como debe pasar justo ahora. Esta es una de las ventajas de poder transformarme en el lobo plateado, supongo, al menos el estado del tiempo no es un problema para mí.

Sonrío y despierto de forma total ahora mientras los recuerdos de la noche anterior me invaden uno a uno llenando mi corazón de una felicidad dulce y maravillosa que me invita a no levantarme jamás de esta cama. La presencia de Mix al lado mío se va metiendo en cada uno de mis sentidos de forma suave, del modo en el que el perfume de una flor lo haría. Su aroma me inunda por completo al igual que su calor. Sus brazos están enredados a mi cuerpo lo cual me causa ternura. A pesar de que cuando la pasión de los dos estuvo saciada me encargué de que tomara un baño y después sequé su cabello con calma y le pedí que usara uno de los pijamas más cálidos que encontré, mi amado debió sentir frío en la mañana.

Suspiro sin poder evitarlo. Sahaphap es hermoso todos los días, es tan hermoso como los atardeceres de Bangna o como las luces que iluminan las cumbres de las montañas. La suya es una belleza quieta, cálida. Es una belleza en la que suelo perderme desde la primera vez que estuvo frente a mí. A veces creo que él hubiera podido enamorar a cualquiera, ¿qué hombre o mujer habría podido resistirse a su encanto?

Lo abrazo a mí un poco más y acomodo mi barbilla sobre su cabello. Sé que le prometí a Varich que me encontraría con él en el bosque lo más temprano que pudiera pero este despertar es demasiado agradable como para dejarlo ir. Porque Mix duerme tranquilo y ajeno a mí, pero su corazón late justo al lado del mío. Sé que es una tontería pero al pensar que alguien más pudo disfrutar de un amanecer así a su lado, algo en mí se duele y el ya conocido sentimiento de odio por mí mismo llena mi pecho.

¿Cómo fue posible que existieran esos días en los que pensé que podría vivir sin conocerlo o sin llamarlo a mí? ¿Qué parte de mí estaba tan rota que no quería reconocer que Mix podría traer tanta dicha a mi vida? No es que ahora me sienta completo pero sí soy más feliz. Mi madre solía decirme que nuestro compañero no es nuestra otra mitad, ellos no son nuestro complemento. La persona a la que llamamos la fuerza de nuestro corazón es un refugio, es un igual. La persona que es dueña de nuestro amor desde que venimos al mundo no complementa nuestro corazón, simple y maravillosamente lo hace más grande, lo hace infinito.

Y justo ahora es así como me siento, como si las estrellas y las constelaciones del universo cupieran en mí. Sé que sin mi poder sería muy poca cosa para el mundo, sé que en el enorme esquema de las cosas no soy más que un hombre que se ha encontrado de frente con el amor. Pero Mix me hace sentir como un cielo despejado de invierno. Hay galaxias, auroras y soles ardiendo en mi pecho. Hay tanta luz en mi interior que me cuesta creer que en mi corazón haya existido alguna vez aquella oscuridad que no me permitía mirar más allá del dolor de haber perdido a mis padres y de haber tenido que heredar un poder que me parecía más una carga que algo que me hiciera digno de admiración y respeto. Supongo que el pasado no tiene mucha importancia ahora que mi presente es tan distinto. Creo que justo ahora debo de mirar al frente y construir día a día ese futuro que me espera al lado de Mix. Y quiero vivirlo. Sea lo que sea a lo que tenga que enfrentarme nunca antes había tenido tantas ganas de vivir.

Me abrazo con fuerza a su cuerpo y al mismo tiempo escucho que mi hermano lobo me llama desde el bosque y lo hago gruñir con franca molestia cuando le digo que me dé quince minutos más. Varich dice que aunque soy poderoso sigo siendo un necio de lo peor y yo me rio en silencio sabiendo que él me esperará. Sin embargo, las nubes grises del cielo me recuerdan que debo levantarme e iniciar con mi misión.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora