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POV Narrador

El sol ponía un manto de luz por las montañas y prados anunciando el amanecer. En la tierra de los elfos esto solo significa una cosa, ¡A trabajar!.

Todos salían de sus hogares para hacer sus respectivos labores, pero nuestro chico Hizashi era la excepción.

¡Hizashi levántate ya! - su madre, una mujer alta y de cabellera rubia, exclamó en el marco de su puerta.

Mnh, cinco minutos más... - murmuró escondiendo su rostro en la almohada.

Los cinco minutos ya pasaron, apúrate. Tienes que ayudarme en la tienda. - lo destapó y lo jaló para que se parara. - Te cambias, comes y sales, sin peros. - caminó hacia el pasillo. - Perdona al flojo de mi hijo dios Sute. - habló hacia el cielo saliendo del cuarto.

El joven se levantó, caminó hacia su clóset y escogió algo de ropa cómoda. Luego se cambió y su cabello, que le llegaba más abajo de sus hombros, lo ató en una media cola con mechones cayendo por su rostro.

Buenos días. - saludó a su otra madre, quien estaba cocinando. Se sentó en una de las sillas y esperó a que le dieran su comida.

Ya te iba a buscar. - habló la rubia entre dientes.

Ya querida, no seas tan dura con él. - agregó la morena y dejó los platos en la mesa. - Ahora coman, yo ya lo hice así que me voy a adelantar para abrir la tienda. - se lavó las manos, puso su mantel en la encimera y plantó dos besos en las cabezas de su familia antes de salir.

Ambos terminaron de comer rápidamente y salieron hacia el lugar establecido, el cual ya tenía gente dentro.

En la familia de los Yamada todos, o al menos la mayoría, eran panaderos y Hizashi los ayudaba, por eso las acompañaba todos los días, pero no es exactamente a lo que se quisiera dedicar.

Hizashi ve a la despensa y revisa si hay romero, tengo que agregarlo para la entrega de mañana. - habló una de las mujeres tirando harina sobre la mesa. Le hizo caso y se fue a la parte de atrás.

No hay. - tomó una canasta pequeña de las repisas. - Voy a la plantación de las montañas para que me den un poco. - salió de la tienda y se caminó a la montaña oeste, no era tan lejos.

En eso escuchó un sonido viniendo del río y su curiosidad innata lo hizo acercarse.

¿Hay alguien ahí? - vio una cola negra moverse lentamente. - ¿Estás bien? - movió un arbusto y se encontró a un chico, dueño de la cola. Era alguien con cabello hasta los hombros, algo ondulado y negro, al igual que sus ojos, tenía piel pálida y no era tan alto.

Uh... más o menos. - su mano tenía sangre, por lo que se podía ver se habría lastimado cortando leña.

Oh, déjame ayudarte. - se acercó para tomar su mano y la envolvió con un pedazo de tela que tenía en su bolsillo. - Debes tener más cuidado con la leña. - le sonrió de forma amable para que al menos el chico no se sienta tan tenso. - Mi madre sabe tratar estas heridas, mi aldea no queda tan lejos, puedes venir conmigo si quieres. - ofreció y el felino asintió lentamente.

Juntos caminaron hasta la villa de los elfos y se podía ver al joven mirando con curiosidad el lugar.

¿Sucede algo? - preguntó viendo sus expresiones.

No, solo que... nunca había entrado a una aldea de elfos. Es linda y con mucho movimiento. - sonrió levemente.

Nuestra naturaleza nos dice que trabajemos desde que sale el sol. - rieron. - ¡Cierto! Ah, que tonto soy, olvidé presentarme. - ahora el peli-negro lo miraba. - Me llamo Hizashi Yamada, soy un elfo, como puedes ver. - sonrió señalando sus orejas puntiagudas. - ¿Y tú?

Our Happy Ending (Erasermic) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora