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POV Narrador

10 de abril, noche del ansiado festival de las hadas. Es prácticamente un desfile de modas, pero tiene otras actividades como juegos, espectáculos con magia y sitios donde podías interactuar con animales.
Por ahora los cinco jóvenes se encontraban en sus casas terminando sus quehaceres para poder reunirse.

Shoto ten cuidado con la mesa. - Aizawa tomó al pequeño de cabello bicolor y lo sentó en el sillón junto con el resto para que no se haga daño.

¿Podemos hacer galletas? - Momo levantó su mano.

Bueno, no sé cocinar, pero algo puede salir. - cuatro de los cinco niños corrieron a la cocina. - ¡No vayan a agarrar nada hasta que llegue! - exclamó y se giró hacia uno de los niños que no se paraba del sillón. - Shinsou, ¿Porqué no vienes? - se arrodilló a su lado.

Quiero estar con mi mamá. - agachó sus orejas y escondió su cola, triste.

Sabes que por ahora no se va a poder. - acarició sus cabellos y Shinsou abultó su labio inferior.
Su madre contrajo una enfermedad y la tenían en cuarentena para no contagiar a su hijo y a los demás. Su padre ya falleció por esta enfermedad y fuera de eso solo tiene a los vecinos como "familia". - Ven. - extendió su mano. - Cuando hagamos las galletas te vas a sentir un poco mejor. - sonrió levemente y el niño asintió, tomando su mano. - Hagan un espacio para él. - lo cargó para subirlo a los bancos.

Sacaron lo que necesitaban. Tuvieron que buscar un libro para guiarse y que las galletas estén decentes.
La cocina terminó hecha un desastre, con harina por todas partes, pero al menos estaban satisfechos porque les salieron mejor de lo que pensaban.

Cuando terminen de lavarse regresan a la sala para esperar a sus padres. - se sacudió la ropa y miró por la ventana. El sol ya se había puesto y se notaban algunas estrellas en el cielo. Todo parecía tranquilo o al menos eso parecía.

Su paz se vio interrumpida por una explosión cerca de su zona y tuvo gran magnitud que rompió las ventanas de la casa. A consecuencia de esto algunos vidrios cayeron encima de Shouta. No pudo reaccionar de forma rápida y por más de que hayan sido pequeños trozos, solo eso bastó para que dejara cortes en sus brazos y uno en el rostro, específicamente en su ojo.
Los niños lloraban asustados y él se quejaba del dolor.
Entre el impacto y las gotas de sangre que caían por su cuerpo, pudo levantarse y corrió por los demás.

¡Shouta! - todos corrieron hacia él, se agarraron de sus piernas y lo miraron con preocupación.

Estoy... bien. - murmuró con su respiración algo agitada. - Quédense aquí un momento. - caminó hacia la puerta. Al abrirla el infierno se desató. Personas gritando, explosiones y fuego.

La pesadilla se está cumpliendo.

Vio a un par de hombres tirando los cuerpos de los que alguna vez fueron sus vecinos. Éstos mismos fijaron su mirada en Aizawa y se acercaron a la casa.
El chico corrió y tomó a los pequeños, llevándolos al fondo de la casa, pero esos dos hombres los acorralaron.

Eran casi de su misma altura, tenían grandes alas con plumas marrones, blancas y amarillas.
Verlos hizo que recuerde el peor día de su vida. Algo que nunca debió haber pasado estaba repitiéndose.

No de nuevo..

Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí. - uno de ellos rió. - Por fin nos encontramos un buen número de niños. - Aizawa mantenía al resto detrás de él. - Haznos un favor y entregalos. - lo señaló.

Our Happy Ending (Erasermic) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora