Momentos inoportunos

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La bóveda de Regina era un completo desastre, pero a ellas no les importó, fue tanta la diversión, que ni siquiera se detuvieron a pensar en ese simple detallito.

"tu hermana nos matará", comentó Emma entre risas.

"no tiene por qué enterarse", respondió, ambas estaban sentadas en el suelo una del lado de la otra y sin que ninguna lo advirtiera, tenían sus manos tomadas.

"¿no me digas que arreglarás todo este desorden con magia?", dedujo Emma y Zelina le respondió con un movimiento de su mano y todo en la bóveda quedó como si nada hubiese ocurrido.

"listo, tan impecable como a mi hermanita le gusta", bromeó y Emma le regaló una intensa mirada que estremeció todo su cuerpo.

"ya no temo por mi vida", la rubia rompió el momento.

"vamos, creo que es hora de que la diversión termine", dijo Zelina mientras se levantaba del suelo para caminar hacia la salida.

"¿continuaremos con nuestras clases?", esa pregunta de Emma evitó que siguiera avanzando.

"¿no lo sé, dímelo tú?", encogió los hombros y sus ojos verdes no la dejaron de mirar.

"me encantaría seguir contando con momentos como estos", se sinceró, era lo que sentía.

"tampoco quiero que terminen", la pelirroja retribuyó el gesto.

"¿qué te parece si desayunamos juntas mañana?", propuso Emma.

"no puedo negarme a una invitación como esa", no dudó en aceptar.

"nos vemos en la cafetería bien temprano", la expresión de Zelina la confundió, "¿ocurre algo?", preguntó ante su gesto.

"no sé cómo llegar", respondió un poco apenada y Emma rió a carcajadas, olvidó ese detalle.

"te recojo en la mansión, sin que tu hermana se dé cuenta", la vio sonreír en aceptación y ambas salieron de la bóveda, se montaron en el auto y Emma condujo hasta la mansión, la tarde había sido prometedora, sin dudas, el inicio de una hermosa relación entre ambas.

El momento de felicidad vivido en el parque fue efímero, estar junto a sus seres más amados trajo mucha alegría a su corazón, pero como todo lo que comienza debe acabar, ahora estaban camino a la mansión en la camioneta de David, Henry iba en el asiento del copiloto y ella viajaba en el asiento trasero, Ruth sentada en su regazo, esa hermosa y dulce niña era uno de sus mayores tesoros, no dejaba de acariciarla, la amaba con toda su alma y no estaba dispuesta a desperdiciar ni un solo segundo para demostrarle sus sentimientos, quería recuperar el tiempo perdido.

"hemos llegado", la voz de David la trajo de golpe a la realidad.

Los niños se bajaron de la camioneta y corrieron hacia la entrada, se disponía a seguirlos, no pudo.

"tenemos una conversación pendiente, señora alcaldesa", la curiosidad se apoderó de ella.

"no recuerdo haber aceptado tener una conversación con el Príncipe Encantador", su altanería la ayudaría a no quedar descubierta ante sus ojos que la miraban intensamente a través del espejo retrovisor.

"solo le recuerdo que nunca dejo una deuda por cobrar", le siguió el juego.

"hablas como Gold, ¿será que te hechizó y no lo sabemos?", desvió el enfoque de la conversación, lo menos que quería era tener que enfrentarlo.

"quien me hechizó no fue precisamente el Ser Oscuro", un tenso silencio siguió, Regina sabía muy bien lo que sus palabras significaban.

"mis hijos me esperan", puso como pretexto a los niños para salir de ahí.

Jamás te olvidaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora