El presente nos traiciona

599 45 107
                                    


David pasó toda la noche maldiciendo que Regina se le hubiese escapado ante sus ojos y ahora por ser tan terca tendría que ir tras ella, le había hecho la promesa a Henry, que no le ocurriría nada a su madre y ahora que por accidente habían terminado juntos en el Bosque Encantado planeaba cumplir esa promesa, aunque fuese en contra de su voluntad.

Al día siguiente se levantó temprano para preparar el viaje, Philip lo ayudó con algo de comida y algunas otras cosas útiles para el camino, cuando todo estuvo listo partió. Puso en práctica sus conocimientos del bosque para poder encontrarla con facilidad, aunque sabía que no podía estar muy lejos.

La noche anterior Regina tuvo que buscar refugio porque ya se había hecho de noche y además sabía que pronto tendría que esconderse de los ogros.

Al amanecer continuó su viaje, no podía perder más tiempo, su hijo estaba en peligro y tenía que avisarle para que se protegiera, pero no pudo avanzar mucho ya que fue interceptada por unos ogros y tuvo que plantarles cara, era una lucha muy desigual, pero con su magia los dejaba totalmente indefensos ante ella y así fue derribándolos unos por uno.

David no había caminado mucho cuando sintió una gran conmoción que se escuchó en todo el bosque, avanzó muy cuidadosamente siguiendo sus instintos, hasta que vio una corriente de magia que no estaba lejos, lo sabía, no podía estar tan lejos, sonrió satisfactoriamente mientras continuaba avanzando y por fin la vio, estaba ahí luchando contra los ogros con tanta destreza, con su porte desafiante, su mirada de concentración, su expresión de victoria, su seguridad en sí misma, que no pudo evitar quedarse embobecido mirándola hasta que sintió que era levantado del suelo por un ogro quien lo estaba apretando con tanta fuerza que sentía su vida írsele en un suspiro.

"¡REGINA!", lanzó un grito de terror con la poca energía que tenía.

Regina en medio de su batalla escuchó una voz muy conocida que gritaba su nombre, miró a todos lados, pero no vio nada, solo que ella no estaba loca, David la había llamado.

"¡REGINA, AYÚDAME!", volvió a gritarle.

Ya no había ninguna duda, le estaba ocurriendo algo a David y lo peor era que algo dentro de ella se lo estaba avisando, con cada grito de terror que escuchaba su corazón se oprimía y no sabía el porqué, miró ahora con más detenimiento hasta que lo vio, estaba en las manos de un ogro y ella veía claramente como las apretaba dejando a David casi sin vida.

Al ver esta escena, un miedo se apoderó de ella y seguía sin entender nada, rápidamente reaccionó y derribó al ogro con su magia y en ese mismo momento lanzó un hechizo que cubrió todo el bosque haciendo que los ogros desaparecieran completamente.

"¡David!", corrió hacia su cuerpo que yacía sin conocimiento en el suelo, "¡David!", exclamó su nombre nuevamente, con un tono desesperado, sorprendiéndose a sí misma, mientras se arrodillaba para examinar su cuerpo, pasó su mano por encima haciendo funcionar su magia y cuando terminó observó que abría los ojos.

Al encontrarse con esos hermosos ojos color océano que la miraban con tanta intensidad soltó el suspiro que estaba conteniendo, lo que no pasó desapercibido por David quien sonrió al ver su rostro desesperado.

"¿Desesperada, su Majestad?", le preguntó con toda la intención de molestarla.

Por la misma razón que se había quedado admirándola cuando luchaba contra los ogros, su corazón latía más rápido de solo saber que ella lo había salvado, pero decidió ignorarlo por completo, la Reina Malvada no podía, bajo ningún concepto despertar ese tipo de sensaciones, no podía ser posible, pensaba.

"Desesperada, ¿yo?", preguntó entre carcajadas para ocultar su miedo, decidió ponerse de pie y darle la espalda para seguir caminando, estaba a salvo, eso era lo importante, solo que esto no se lo diría.

Jamás te olvidaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora